CAPÍTULO ÚNICO: "Su Esencia Aún Vive..."

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"La mayor declaración de amor es la que no se hace; el hombre que siente mucho, habla poco."

—Platón.

                            [...]

Pov. Mafuyu

Por mucho tiempo he huído de aquello que creía que dañaba lo que quedaba de mi corazón.

Traté de ignorar todo lo que me recordaba a él: aromas, lugares, colores y demás...
Por más que lo intentara, resultaba imposible.

Aquella vez en la que corríamos tomados de la mano, jurándonos eterno amor, aquel que nos salvaría del olvido y la soledad, sería la última vez que lo haríamos.

La playa en la cual prometimos que regresaríamos para rememorar lo que nos hizo felices, sería el principal testigo de una escena romántica.

Juré que en 10 años no lo olvidaría y Yuki bromeaba con ello.

Su increíble aroma embriagador que me hacía ruborizar cada vez que te tenía cerca...
Aún recuerdo la piloerección que me provocaba el sentir su loción en conjunto con su aroma natural.

La felicidad estaba siempre allí, a su lado.

Por una tontería o, quizás, por una idiotez que dije en el momento que no debía, derribé todos los recuerdos y él los recogió para que no los acabara destruyendo completamente.

Me sentía fatal.

Jamás creí que lo encontraría en ese estado. Parecía sumamente dormido, pero su cuerpo estaba rígido y frío.
Había un pequeño frasco con pastillas tirado, dándome la pauta de lo que había hecho con su vida.

La culpa me dominó por muchos años.
Jamás debí preguntar si era capaz de morir por mí. Fue algo desacertado, lo sé.

Lo que quisiera que él supiera es que, pese a los años, no había podido superarlo.

Intentaba por todos los medios alcanzar la tristeza y llorarlo como se debía, mas no podía.

¿De qué forma podría dejarlo ir si no lograba soltar su mano?

El pasado me atormentaba. Ya nada me afectaba.
Las emociones se esfumaban conforme pasaban los años.

Me sentía solo...

Hasta que un día, me crucé con su madre. Ella notó mi alma perdida en el limbo.
De hecho, ella también estaba sumida en el olvido.

Sin titubear, me dio aquel objeto tan preciado para Yuki, aquel que no soltaba ni para ir al baño.

Lo recuerdo muy bien.

Cada acorde, su voz y esa sonrisa con la que me inspiraba a continuar viviendo.

Sin embargo...
¿Cómo podría hacer para que su música no muriera y me abandonara, condenándome a una vida de soledad y culpa?

Me lo había preguntado muchas veces.
Sin embargo, no me rendí.

Cada día, esa guitarra roja, radiante y cálida como el sol en verano, viajaba conmigo a la escuela.
Buscaba un momento a solas, una pequeña fracción de tiempo con el objeto que era parte de su ser.

No lograba encontrarlo.

Era torpe y desastrosamente incoherente.
Su guitarra sufría cada vez que mis dedos tocaban sus cuerdas.

No lo entendía. Estaba a punto de rendirme...

—¡Si seguís tocándola de ese modo, acabarás destrozando sus cuerdas! —un llamado de atención fue suficiente para regresar a la realidad.

Cuerdas~Given 🎸Donde viven las historias. Descúbrelo ahora