Título: Padres desesperados
Por Janet Gaspar
Los personajes de este fanfic no me pertenecen, son propiedad y parte del fandom de Naruto, todos los derechos a su autor Kishimoto, yo solo los uso con el afán de entretener.
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Cuando Hinata llegó por primera vez a la Academia como una madre y no como una alumna hubo un pequeño estremecimiento dentro de ella, ese que le recordaba que en sus tiempos aquel lugar había encerrado para ella tristeza y rechazo. Oh sí, porque para Hinata Hyuuga su infancia no había sido precisamente feliz y su temporada en la academia poco menos que tolerable.
La culpa por supuesto la habían tenido sus ojos.
—Ojos de ciega.
—Fenómeno.
—Qué horror.
—Me da miedo.
Aquellas frases dichas por sus compañeros eran el pan de cada día y de cualquier manera no es como si Hinata fuera lo suficientemente segura y fuerte como para hacerles frente. Para empezar durante la academia Hinata ni siquiera había sido capaz de hacer amigos... ni siquiera uno...
—¡Mamá! —Boruto la jaló de la tela de la blusa, su hijo de ojos grandes, azules y despiertos que parecía demasiado emocionado para hilar correctamente sus pensamientos—. Mamá, ya debo irme. —Ella le acarició el pelo y lo dejo marchar, aunque se moría de ganas de ponerle un beso encima de la cabeza, supuso que aquello podría avergonzarlo.
Boruto se perdió corriendo con la mochila botándole tras la espalda, seguro su hijo no tendría ningún problema para hacer amigos. Tenía la energía, vivacidad y positivismo de Naruto sin que un bijuu dentro de él pusiera a la población en su contra.
—Sarada. —Unos pasos más allá escuchó la voz de Sakura y giró a verla, la joven mujer de cabello rosa lucía tan atareada como siempre, con el bolso en una mano, carpetas en la otra y haciendo malabares en unos tacones ninja más altos de los que había usado siendo adolescente—. Sarada ven acá que tienes salida la camisa. —Sarada era una niña de enormes ojos oscuros que parecían siempre ausentes, a Hinata le recordaba horriblemente a los ojos que había tenido Sasuke en el pasado.
No le gustaba.
Es decir, adoraba a Sarada porque era la hija de Sakura, porque cuando Sarada había nacido a Naruto se le habían salido las lágrimas, por aquella bolita de carne de pelusa oscura en la cabeza, la hija de sus mejores amigos.
Pero a Hinata de niña lo cierto es que Sasuke no es que le pareciera muy amistoso. De hecho Sasuke era el niño más solitario del mundo, más que ella misma, siempre con aquellos ojos tormentosos.
Los ojos de Sarada eran un poco así, ojos con una mirada que parecía mucho mayor, como si no fuera una pequeña que entrara a su primer año de academia.
—Ya entendí papá. —Pero ambas, Sakura y Hinata, desviaron su atención hacia la izquierda para encontrarse con que Shikamaru estaba peleando con su hijo, un niño tan parecido a él que de ser de la misma edad parecerían gemelos.
—La ultima banca pegada a las ventanas es el mejor sitio... —Shikamaru volvió a repetir.
—¡Para ver las nubes! —El niño rodó los ojos—. Hasta luego. —Para no escuchar más a su padre echó a andar con paso rápido y Sarada decidió seguirlo, sin girar a despedirse de su madre.
—La edad difícil, ¿eh? —Sakura se acercó a Shikamaru, aunque era difícil saber si lo decía por su hija o por Shikadai.
—Ni siquiera estamos cerca de la edad difícil. —Shikamaru bufó—. Nos van a dar quebraderos de cabeza en la adolescencia.
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Padres desesperados.
FanfictionHinata, Sakura y Shikamaru no habían nacido sabiendo ser padres, pero aprenderían en el camino, aunque muchas de esas ocasiones se sintieran desesperados.