𝑫𝑨𝑼𝑮𝑯𝑻𝑬𝑹 𝑶𝑭 𝑻𝑯𝑬 𝑾𝑨𝑹 [ 𝔭𝔧 & 𝔥𝔭]

10 | we follow a spider to the contest of death

xxxiv. seguimos a una araña al concurso de la muerte

Lu

OJALÁ LE HUBIERA puesto una Correa a aquella araña, por qué de deslizaba por los túneles tan deprisa que la mayor parte del tiempo ni siquiera la veía. De no ser por el excelente oído de Tyson y Grover, no habríamos sabido que camino elegir

Recorrimos un túnel de mármol, giramos a la izquierda... Percy estuvo apunto de caer en un abismo. Tyson y yo lo sujetamos en el último momento y lo arrastramos hacia atrás. El túnel continuaba más adelante, pero no había suelo en un trecho de treinta metros; solo se veía un hueco oscuro y una serie de travesaños de hierro en el techo. La araña mecánica ya había cruzado la mitad del abismo colgada de los travesaños, a los que iba lanzando sus hilos metálicos

-¡Un pasamanos! - dijo Annabeth-. Se me dan muy bien

-Pero a mí no - me lamenté

Saló al primer travesaño, se agarró firmemente y empezó a pasar de uno a otro balanceándose. Le daba miedo la araña más diminuta, pero la posibilidad de caer al vacío desde un pasamanos larguísimo. A ver quien entiende eso

Llegó al otro lado y echó a correr detrás de la araña, Percy cruzó al otro lado y de ahí era mi turno

-Mierda, mierda - empecé a murmurar- no mires para abajo, no mires para abajo... Shit ¡Mire abajo!

Estaba a mitad de camino, respiré profundo y como pude llegue al otro lado.

-¡Si! - exclamé - Lo hice perras

Percy me miraba con una ceja enarcada

-¿Terminaste?

Mire atrás y vi que Tyson se había subido a Grover a caballito (o a ¿cabrallito?). El grandullón llegó al final del pasamanos entre brazadas. Menos mal porque, justo cuando saltaba a mi lado, se quebró el último travesaño

Seguimos adelante y pasamos junto a un esqueleto desmoronado a un lado del túnel. Llevaba aún los restos de una camisa, unos pantalones y una corbata. La araña no aminoró el paso. Percy y yo resbamos varias veces con cientos de lápices partidos por mitad que estaban en el suelo

El túnel se abrió de repente a una gran estancia tan iluminada que la luz resultaba cegadora. Lo primero que me llamó la atención, cuando los ojos se acostumbraron, fueron los esqueletos. Habia docenas tirados por el suelo. Algunos antiguos y ya blanqueados; otros recientes y muchísimos más repulsivos. No olían tan mal como los establos de Gerión, pero casi