Costuras Invisibles (Best Jeanist x Bakugou)

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Aviso: Esto se ubicaría luego del rescate de Bakugou pero antes de la mudanza a los dormitorios.

Ah, y por si hubiera dudas, adoro a Midoriya pero creo que su relación con Bakugou es algo que necesita bastante tiempo, pero en mi corazón sé que algún día serán muy buenos amigos. 

A las 2 en punto, Izuku Midoriya está parado frente a la puerta de los Bakugou.

Aunque intente disimularlo, sigue tan emocionado como cuando su madre le contó que Mitsuki-san la había llamado para preguntarle si podía darle permiso para que saliera con Katsuki.

Le es imposible no tener una gran sonrisa porque desde que dejaron de ser pequeños ellos no han vuelto a estar juntos por voluntad propia, y las veces que sus madres los han arrastrado a aburridas salidas, el rubio siempre se las arreglaba para perderlo a la primera oportunidad.

Luego del secuestro sabe que su relación es aún más tensa porque, tal como lo esperaba, Katsuki solo ha aceptado ser salvado por quien es ahora su mejor amigo.

Le duele pensar que si hubiera sido él quien le extendiera su mano, en lugar de Kirishima, seguramente hubiera optado por quedarse en medio de la batalla antes que aceptar su ayuda.

Por eso una parte suya se ilusiona ante la idea de que tal vez quiera agradecerle de ese extraño modo que tiene cuando está avergonzado.

Y podría pasarse toda la tarde haciendo conjeturas pero aún antes de animarse a tocar el timbre, la puerta se abre de golpe y sin darle tiempo de poder decir algo, su antiguo amigo sale cerrándola rápidamente tras él, dejándolo sin posibilidades de saludar a sus padres.

—Muévete —es todo lo que le dice cuando pasa a su lado sin molestarse en mirarlo.

Llevan un par de cuadras caminando en medio de un silencio incómodo y por la dirección que toman, Midoriya está seguro que van hacia la estación del metro.

—¿C-cómo has estado, Kacchan? —se anima a preguntar, logrando que el rubio se detenga de golpe, bufando irritado—. N-no es que dude que estés bien. Es decir, sé que eres fuerte, pe-

—Mira, idiota —lo corta de golpe mirándolo tan intensamente que el otro muchacho solo puede bajar la mirada—, la única razón para llamarte es porque necesito hacer algo y no iban a dejarme salir solo por todo el puto escándalo que se armó —su tono no es solo molesto sino también indignado—. Los viejos te conocen y no van a desconfiar de ti.

Midoriya no sabe cómo sentirse sobre lo que acaba de escuchar, pero no se atreve a preguntar más por miedo a enfurecer a su amigo.

Tal como imaginó, abordan el metro y parten rumbo al norte. Haciendo un recuento rápido, Izuku está seguro que no irán a visitar a ninguno de sus compañeros cercanos. Y cuando por fin se anima a preguntar hacia dónde van, nota que el rubio tiene los audífonos puestos y no parece dispuesto a hablar.