64. Confía en mí.
Abril 2018
—¡Mira por donde caminas! –Ashton apenas escuchó la voz de Casey, pero por suerte la chica se apartó a tiempo y el choque no acabó en desastre—. ¿Ashton? ¿Me estás oyendo? ¡Oye! –chasqueó sus dedos frente a él y el muchacho sacudió la cabeza como si quisiera despertar—. ¿Todo bien?
—Estoy bien, solo necesito salir de aquí –indicó, sus ojos húmedos alcanzando los de Casey.
La muchacha frunció el ceño, tratando de adivinar qué había pasado.
—Bueno, te estaba buscando, porque Daniel Hunter nos envió un mapa con las áreas donde deberían estar las piedras que faltan –dijo ella, proporcionándole una distracción, alzó su celular y le mostró una fotografía con un mapa del Zodiaco y varias áreas circuladas, algunas eran bastante amplias—. Pensé que bien podríamos ir a buscar la de Aries hoy y no esperar a mañana, de esa tengo la ubicación exacta.
—Está bien, sí, lo que sea, solo necesito salir de aquí.
Caminaron en silencio hasta el auto del Leo, pero Casey lo detuvo cuando Ashton fue a posicionarse tras el volante. Le sostuvo del brazo, haciéndolo para atrás y extendiendo una mano con la palma hacia arriba. Él le frunció el ceño, confundido.
—No te voy a dejar manejar así –dijo ella, seria—. Dame las llaves.
—¿No me vas a dejar manejar?
—Todavía no me quiero morir. Yo conduzco.
—¿Sabes conducir? Pensé que no tenías licencia –murmuró él, sacándose las llaves del bolsillo—. Si tienes licencia, ¿por qué no tienes tu propio auto?
Casey tomó el manojo de llaves y saltó dentro del auto, tirando del cinturón de seguridad. Le respondió mientras él se metía al asiento de copiloto.
—Saqué el carnet –murmuró, sin mirarlo—, puedo conducir, pero prefiero no hacerlo.
—¿Segura que sabes lo que haces?
—Cállate y ponte el cinturón, me estás poniendo nerviosa –masculló, encendiendo el motor y dando vuelta al timón para sacar el auto de su posición en el estacionamiento. Ashton obedeció, porque llevarle la contraría no serviría de nada. Además, su mente estaba en otro lado, reproduciendo infinitamente las palabras que él y Joshua se habían dedicado.
Pronto, el enojo le llenó y lágrimas de rabia se apresuraron a sus ojos. Puso la vista fija en la ventana, apretando las uñas en sus palmas. Sin embargo, no tuvo mucho tiempo para torturarse con la discusión, porque apenas salieron del estacionamiento notó exactamente por qué Casey prefería no conducir. La chica no era especialmente buena maniobrando y estuvieron cerca de morir al menos tres veces. Ashton se juró en silencio que nunca más la dejaría conducir, mucho menos su auto.
Tan pronto Ashton le dejó solo en la azotea, Joshua Jennings fue incapaz de contener las lágrimas frustradas. Se apretó los párpados con las manos, mientras en su pecho burbujeaba el enojo contra sí mismo. Todas y cada una de las cosas que el Leo habían dicho eran verdad. Él era un cobarde, lo había sido toda su vida. Las lágrimas se escurrieron por su rostro y los sollozos le hicieron temblar los hombros. Escuchó la puerta de la azotea abrirse, era de metal y pesada. Alzó la cabeza hacia el intruso de aquel momento personal que no quería mostrar a nadie y encontró que Juliana estaba de pie en el marco de la entrada.
Su mejor amiga llevaba un flequillo pelirrojo sobre la frente y el resto de su cabello peinado en dos trenzas que caían sobre sus hombros. Su mirada estaba llena de empatía y algo como arrepentimiento. Joshua se pasó las manos por las mejillas, secándolas mientras la Libra se acercaba hasta sentarse frente a él en el suelo.
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Hijos de Estrellas
FantasyCuando los enemigos del Zodiaco finalmente encuentren una forma de irrumpir la vida de los Signos de forma estrepitosa, serán los trece adolescentes del año del Dragón, el año de los Guardianes, los destinados a entregar sus vidas por la Comunidad...