Capítulo 40 - Soy la reina

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Nos quedamos todos sentados en el mueble de la sala, mirando el techo

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Nos quedamos todos sentados en el mueble de la sala, mirando el techo.

Ninguno sabía que haríamos ahora. Debíamos empezar a tomar decisiones de cómo se harían las cosas.

—Quiero saber dónde está Mark —se me escapó la frase que estaba rondando mi cabeza.

Todos me miraron de golpe, cuando dije aquel comentario tan sacado de lugar.

—Puedo llevarte mañana después de tu coronación —Noah me guiñó el ojo y yo asentí.

Tocaron el timbre y Metatrón se paró de la silla para atender.

Eran del restaurante, donde habíamos pedido la comida de la noche, aunque ya era de madrugada...

El olor a pizza inundó la habitación y a todos se nos hizo agua la boca. Cuando Metatrón colocó la caja sobre la mesa, todos corrieron a coger un pedazo.

—Yulian, ¿ya sabes cómo quieres llegar mañana? —preguntó Roxan, que tenía la boca llena de pizza.

—¿Cómo?

—El vestido, peinado, maquillaje... todo eso —cogió otro trozo de pizza—. El día de mañana todos tendrán los ojos sobre ti, y nadie olvidará ese día. Menos tú.

—Tengo una idea, sí —me limité a contestar.

Terminamos de comer y todos decidieron que se quedarían a dormir un rato en mi casa.

Santin se fue para mi cuarto conmigo, mientras que los demás ocuparon el cuarto de mis padres y una habitación que teníamos para los invitados.

Sarcks quería dormir en mi habitación, pero Santin le dijo que no. Que él quería dormir conmigo, y antes de que empezara una discusión, acepté en que iba a dormir con Santin. De todos modos, no era mucho tiempo, eran solo unas pocas horas, para poder tener energía para lo que se venía.

No fui capaz de dormir. Mi cabeza estaba pensando solamente en Mark. Sentía esa punzada de dolor en el pecho, cada que recordaba su nombre. ¿Siempre dolería así?

Me giré para ver a Santin durmiendo plácidamente. Un mechón de cabello rubio le caía sobre los ojos. Supuse que le hacía cosquillas en la nariz, porque la movía tratando que quitárselo. Tuve que morderme la lengua para no reír.

Me paré de la cama y traté de no hacer ruido.

Me puse nuevamente la chaqueta, salí de la habitación y bajé lentamente las escaleras.

Cuando salí me sorprendí al ver como caían pequeños copos de nieve. No recordaba que cada cierto tiempo caía nieve, era poca y duraba solo unas horas, pero era algo que siempre desde pequeña aproveché al máximo.

Me paré en toda la mitad del jardín y comencé a bailar en círculos. Tomé aire y lo solté de un golpe. Comencé a reír, pero... en cuestión se segundos comencé a llorar, me tiré al suelo, y lloré. Me permití llorar todo lo que había querido.

Amarrada [Libro 1] (COMPLETA Y EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora