La princesa y el guerrero

La princesa

Una tormenta azotaba sin piedad la superficie de una extraña selva, el viento golpeaba despiadadamente el delgado cuerpo de una joven que trataba de ignorar la inclemente y fría lluvia que la empapaba con furia, recordándole que estaba dolorosamente cansada mientras avanzaba saltando de árbol en árbol, a pesar del casco que protegía parcialmente su vista le era difícil ver por donde se dirigía, lo cual era peligroso, ya antes se había descuidado un momento solo para chocar de frente con extrañas criaturas que habían intentado devorarla

―¡Maldita sea! ¿Qué en este planeta nunca deja de llover?― Pensaba molesta mientras se detenía un momento para sacudir su capa de color verde agua, no sabía porque la seguía usando, cuando era una niña había ido de aquí para allá usando una capa muy similar y esa había sido su prenda de vestir más pudorosa pues había crecido vistiendo una "armadura" de color azul y blanco que más bien era un bikini, ahora años y amargas experiencias después se preguntaba que había tenido en la cabeza su padre para haberla vestido así en su infancia, era cierto que era muy cómoda para moverse durante sus entrenamientos de artes marciales, pero en cuanto la pubertad apenas y toco a su puerta fue consiente que su ropa era en cierto modo adorable para una niña pero muy poco recomendable para una pre adolescente. Y ahora aquí estaba convertida en una joven mujer y viéndose obligada a vestir de la misma manera, bueno, al menos esta vez debajo de la armadura llevaba un traje protector de color negro que cubría todo su cuerpo desde el cuello hasta sus tobillos, pero ya que este se adhería a ella como una segunda piel lo cierto es que no hacía mucho por disimular las curvas que su cuerpo adquirió con los años.

―Espero estar cerca― Pensó después de tratar inútilmente de sacudir un poco del agua que empapaba su ropa, desengancho de un costado de la parte baja de su armadura un pequeño artefacto que bien podría confundirse con un cronometro o un reloj, pero bastaría con ver su pequeña pantalla para darse cuenta que era una especie de radar, mismo que señalaba un pequeño y parpadeante punto de luz en dirección a la que la joven se había dirigido hacia solo unos momentos ―¡Ya casi!― Exclamo al ver que la distancia hacia el objeto de su búsqueda no era mucha, con eso recupero un poco de su energía y reanudo la marcha saltando rápida y ágilmente por lo alto de las ramas de los árboles.

―¿En serio?­― Dijo con un gruñido al detenerse en un árbol que se erguía sobre la orilla de un acantilado que era azotado violentamente por el mar embravecido por la tormenta; la joven miro nuevamente la pantalla de su radar suplicando por haberse equivocado, pero la imagen en este le afirmaba que el objeto de su búsqueda se hallaba en las profundidades de esas turbulentas aguas ―¡No puedo creerlo, de verdad que este ha sido un día de mierda!­― Bajo de un salto de la rama donde se encontraba aterrizando sobre un empapado césped, después se quitó la capa, el casco rosa chicle y las botas del mismo color, dudo por un momento pero al final también decidió quitarse su armadura y quedarse únicamente con su traje protector. La chica miro las agitadas aguas y suplico a cualquier deidad que la escuchara que lo que buscaba no se encontrara a demasiada profundidad, lo cierto era que cuando partió de la Tierra ella contaba con equipo apropiado para cuando su búsqueda fuera en cualquier tipo de territorio acuático, pero de eso ya hacía casi dos años y su equipo ya no estaba en condiciones, así que tendría que sumergirse en el mar solo vistiendo un traje ligero y muy ajustado a su cuerpo, la capacidad de sus pulmones y su, hasta ahora, inquebrantable voluntad ―¡Bien!­― Susurro para después tomar una profunda respiración para llenar de aire sus pulmones y finalmente saltar al mar.

Sintió el choque de su cuerpo al contacto con las heladas aguas, pero esto no le presento muchos problemas dado que ya llevaba rato caminando bajo la lluvia y su cuerpo ya estaba frio, así que simplemente se dio prisa y comenzó a sumergirse manteniendo el radar cerca de su rostro para ubicar el valioso objeto que llevaba meses buscando.