Sector 46

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Sector 46.

Uno de los pocos lugares del mundo que aún permanece sobre el nivel del mar.

Es un sector de tolerancia. La prostitución y las drogas son el pan nuestro de cada día. El mercado negro no es tan negro. Y una bala en la cabeza es un boleto al Paraíso.

Yo no soy de aquí. Mi casa está bajo el agua, en una de esas megaciudades que los chinos construyeron en el Estrecho de la Florida antes de que todo se fuera a la mierda. Aun así, camino mezclada entre esta gente, intentando pasar desapercibida, bajo la lluvia sucia que no cesa.

El frío termina por calarme hasta los huesos. Decido entrar en el Bar Estigia. Siento que un trago de whisky podría ser la diferencia entre la vida y la muerte por congelación. Dos borrachos voltean la cabeza para contemplarme. Me vacilan. Link, el barman, conversa hasta que me ve entrar y sin que medie una palabra entre nosotros, me sirve un doble. En strike.

Ni siquiera debería estar aquí. Normalmente nos mantienen lejos de lugares como éste. Pero yo no puedo dejar de venir.

No puedo, aunque quiera.

Hace frío esta noche. Mucho frío. No vine preparada y tiemblo. El alcohol me reconforta. No lo pienso más y salgo al exterior.

No sé de dónde salen tantas personas. Todos van de aquí para allá, ocupados de sus propios asuntos. No hay expresión en sus rostros. Si alguna vez hubo sentimientos en esos cuerpos huesudos y sucios, ya no. Supongo que ese es el resultado de tener la certeza de que vas a morir más temprano que tarde. Son fantasmas condenados a la desmemoria y andar entre ellos me aterra un poco. Para colmo, hay dos niños, una hembra y un varón, ella de más edad que él, pero ambos desnutridos y sucios, abrazados, sentados a la entrada de una escalera, cubriéndose la cabeza con cartones viejos. Miro hacia otro lado. Prefiero no saber.

Llueve cenizas. Este hollín que lo cubre todo. ¿Cuántos niños habrán muerto respirando esta porquería? ¿Cuántos más morirán antes de que la última ciudad sea engullida por el mar?

Prefiero no saber.

Sin embargo, ahí van ellos, los ricos, los causantes de toda esta mierda. Cada vez más ricos. Cada vez más insensibles. Paseando en sus autos de lujo que filtran el aire. Autos que ruedan, que flotan sobre el agua, que vuelan a baja altura por doquier. El que más cerca pasa de mí va ocupado por un hombre gordo, bien vestido, y dos mujeres risueñas, aparentemente prostitutas de lujo, cada una al lado del gordo. No lo conozco, pero no es difícil deducir quién es. Seguro es algún político de alguna de las megaciudades sumergidas, trayendo a sus putas de mierda a un paseo por la superficie. Un boleto en primera fila para contemplar el fin del mundo. Supongo que desde allá arriba, tierra firme debe parecer un zoológico. Son felices viviendo de espaldas a la realidad. A la nuestra, quiero decir. La de ellos es tan distinta, tan... idílica...
Ahí están esos otros, los Centinelas.

Nunca he sabido bien si son humanos o robots. Hablan como humanos, se mueven como humanos, hasta usan esas máscaras... Pero nunca los he visto comer, ni tomarse un descanso. Todos tienen el mismo tamaño, la misma complexión, el mismo tono autoritario... Como construidos en serie.

Debo esconderme hasta que pasen. Ser detenida traería demasiadas preguntas incómodas. ¿Cómo llegué hasta aquí? ¿A quién soborné para pisar tierra firme? Nadie creería que me perdí.

Bajo las escaleras del metro. Un borracho sentado en un escalón bebe del pico de una botella. Mejor regreso a casa. Esta noche ha sido en vano. No encontré lo que buscaba. Pero así ha sido durante los últimos veinte años.

Otra vez en el submetro. Todas las ciudades sumergidas (las que lograron salvarse, quiero decir) y los pocos sectores que quedan sobre la superficie se conectan con este túnel transparente por donde pasa el tren bala. El túnel descansa sobre el lecho marino. Sólo hay que asomarse a la ventanilla para ver, a menos de un metro, peces de diferentes tamaños que se mueven alrededor del túnel. Y si se tiene buena vista se consiguen ver las ruinas de aquellas ciudades que ya fueron tragadas por el mar. Estoy cansada. Los ojos se me cierran. Me quedo dormida apenas unos minutos.

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