La armadura de Sesshomaru

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Hace mucho que Rin demuestra ser una mujer. Sesshomaru lo sabe, no es ningún tonto, la niña a desaparecido. Y no es primera vez que lo piensa cuando va a visitarla, pero algo es distinto en esa ocasión... Sesshomaru lo piensa mejor y se dice que no, probablemente solo sea su imaginación.

Quizás ese tampoco sea el momento.

Está solo con ella, como es lo usual en ese último tiempo. No desea la compañía de su sirviente, ni la de nadie, como si de esa forma se le hiciera más fácil decir lo que llevaba en el pecho, pero que hasta el momento no ha dicho...

O quizás no seas lo suficientemente valiente.

Sesshomaru da una gran exhalación ante su aparente debilidad.

Para quitarse esos pensamientos, observa el lugar al que ha llevado a Rin, un campo lleno de flores y agradables aromas. Cuánta quietud había. Sentado a la sombra de un árbol fijó su atención en Rin, se ve extasiada: con parte del kimono enganchado a su cintura corre de un lado a otro, gira y exclama con alegría. Necesita esa libertad de movimiento, tanto como Sesshomaru verla.

Rin se le acerca, se sienta frente a él muy cerca y le muestra las flores que ha cortado, le explica para qué sirve cada una y cuál es la que más le gusta. Parlotea sin fin, como siempre.

Sesshomaru agradece que Rin no se apoque al compartir con él, que tenga un trato natural y no de alabarlo como haría cualquier otro, o el de agachar la mirada en su presencia haciendo patente la diferencia entre ambos.

Sesshomaru está realmente agradecido de ello.

Rin se le queda viendo en silencio unos segundos. Sesshomaru se extrañó y, a pesar de sus pensamientos, lo que sucede a continuación lo sorprende enormemente, cuando Rin toca su rostro y posa su mano muy cerca de su boca, dándole una leve caricia.

—¿Sonríe, Sesshomaru sama? —Le dice ella, con su dulce voz.

Así que sonreía...

Sesshomaru piensa en mil cosas a la vez, siente la calidez de la mano de Rin, su aroma y el profundo sentimiento con el que lo toca. Se pregunta si ella se dará cuenta de todo lo que le provoca o de lo que ella le transmite. Él posa su mano sobre la de Rin y cierra los ojos por un momento, al abrirlos ve que Rin se sonroja, sin embargo no lo mira con timidez o hace distancia.

Sesshomaru baja la mano de Rin, pero no deja de aferrarla. Ella sigue el trayecto de sus manos, con ojos enormes, tan sorprendida como lo había estado él.

Sesshomaru sabe muy bien que desde que Rin era una niña no había tenido tanta cercanía con ella, esas demostraciones de afecto, siendo ella mayor, no tendrían la misma connotación inocente que con su forma pequeña.

Quizás el momento había llegado.

—Rin, te he pedido que te quedes en esta aldea, me he ausentado años de tu lado... —Comienza a decirle Sesshomaru y por un momento los ojos de Rin se ensombrecen, pero Sesshomaru con su mano libre acaricia su mejilla trayendo su habitual brillo— ...Pero dónde sea que yo vaya, tú vas conmigo.

Rin sonríe y se da un agradable silencio entre ambos, como si dejaran que las palabras se asentaran en sus cuerpos, corazones y almas. Ella termina por asentir.

—Rin no ha dejado de pensar en Sesshomaru sama en ningún momento —sus ojos relucen.

—¿También has conocido la felicidad en esos pensamientos, Rin?

Otro silencio.

Sesshomaru puede escuchar el fuerte palpitar del corazón de Rin, y también el del suyo propio. Rin le da una sonrisa queda y con los ojos cerrados acaricia la mano que tenía él en su mejilla.

—Desde muy pequeña conozca esa felicidad... —Abrió sus ojos con esa dulzura que la caracterizaba, y llevó la mano de Sesshomaru hacia su corazón— ...Sesshomaru sama, sin tener la madurez de esos sentimientos, ya sabía que lo amaría con total entrega —Sesshomaru se quedó sin palabras. Su mano en su pecho, la voz de Rin, lo que le decía era tan sincero y profundo que calaba hondo en su corazón... Ella se acercó un poco más— ¿Está bien que tenga este sentimiento por Sesshomaru sama?

Sesshomaru se maldice internamente por la pregunta de Rin, por esa duda. Él y solo él es el causante de ello, con sus idas y venidas, con su tiempo ausente. Pero Sesshomaru sonríe, no dejará más espacio para dudas, porque él ya no tiene ninguna. Sabe exactamente lo que significa que Rin le haya dejado su mano en su pecho... Él también se entregaría.

Sesshomaru deja de apoyarse en el árbol para acercarse al rostro de Rin, pega su mejilla a la de ella y le habla con suavidad al oído.

—Rin, vivamos juntos este sentimiento.

Un estremecimiento lo recorre por la espalda, deja su mejilla y se miran unos breves segundos.

Ambos alternan sus miradas de sus ojos a la boca, tratando de calmar la agitación en sus pechos. Sesshomaru ubica su mano tras la nuca de Rin, puede sentir como se tensa, pero al instante cede, la acerca ligeramente a su boca y se regodea con el calor que emana de su cuerpo, de sus labios. Va a besarla, lo sabe, es lo que quiere, pero es ella quién termina la distancia de sus labios.

Un beso quedo, apenas un toque de labios, pero la urgencia de ambos no es algo que se pueda contener en un simple roce.

Rin de rodillas sobre el suelo abrazada a Sesshomaru, comenzó a pegar más y más su boca a la de él, hundiendo sus manos en su cabello, jalándolo ligeramente, lo hacía perder la calma, la misma calma que Rin ya había perdido. Sus bocas cambiaban de posición, se ajustaban y a momentos parecían quedarse quietas, cuando lo que realmente se movía eran sus lenguas. ¿Cuánto tiempo llevaban así? Sesshomaru había perdido la noción del tiempo. Hundió sus manos en su cuerpo, sintiendo sus formas a través de la tela del kimono, pero no era suficiente. A pesar del deseo, la tomó con delicadeza y la recostó sobre la hierba, sin soltar su boca.

—¡Auch! —Se quejó Rin y Sesshomaru asustado se separó de ella como si le hubiese asestado un golpe, viendo con horror sus manos. ¿Cuándo había sido la última vez que había sentido miedo?

Rin rio entendiendo el temor de Sesshomaru. Negó con la cabeza y apuntó a los pinchos de su armadura, mientras acariciaba su pecho dolorido. Sesshomaru sonrió.

En ese momento, en ese único momento Sesshomaru sintió que su armadura sobraba.

—¿Tengo su permiso para quitar su armadura, Sesshomaru sama?

Le pregunta Rin, pero Sesshomaru se da cuenta que es una mera formalidad, porque ya viene caminando hacia él, decidida. Sesshomaru contuvo el aliento.

La armadura de SesshomaruDonde viven las historias. Descúbrelo ahora