Cara

14 3 6
                                    


Si hay algo que odio más que las mañanas es a mi madre gritando que ya es de mañana. Se cree que no me doy cuenta con todo el alboroto que hace la familia al despertarse.

En primer lugar tenemos al mocoso de diez años que corre de aquí para allá buscando a alguien que le arregle la corbata del uniforme. Ni que fuera a una pasarela. Luego tenemos a papá, que no pierde la cabeza porque la tiene pegada al cuello. No hay mañana en donde no lo escuches preguntar por su teléfono y si vieron donde está la carpeta que dejó ayer sobre la mesa. La respuesta a eso último es que está en la mesa, es solo que mamá la coloca a un costado para servir el desayuno, ¡Un costado que se ve!

Y luego me tienes a mí, una pobre adolescente de dieciséis años que intenta dormir cinco minutos más.

En cuanto a lo que necesito para estar lista, siempre lo dejo preparado una noche antes en la silla que se encuentra junto a mi puerta, lo que necesito para la escuela se encuentran dentro de mi mochila, la cual sigue intacta desde el primer día de clase. Nunca hago mis tareas, se podría decir que me encanta sentir la adrenalina de los cinco minutos previos a la entrega. Es un arte que aprendí a controlar con el correr de los años.

Si se preguntan por mi ropa, mamá de seguro anoche la quitó de mi silla, ya que siempre que llego dejo la camisa hecha un asco, la corbata en el respaldo de la silla y la pollera en el piso, en donde sea que haya caído.

Es todo un sistema bien pensado para no formar parte del alboroto.

— Cara, por el amor al cielo, no te lo vuelvo a repetir. — dice mamá aporreando mi puerta por tercera vez — ¡Arriba!

Bufo y me levanto de la cama de un salto. Me estiro con mucha calma mientras observo que en el reloj solo me quedan quince minutos para prepararme y desayunar.

Entro al baño para lavarme los dientes y el rostro. Cuando salgo me encuentro con mi uniforme ya preparado. Termino de vestirme (tras una pelea con las medias), tomo mi mochila, me acomodo el pelo con las manos y abandono de mi habitación. En el camino hacia la salida, mamá me tiende un vaso térmico con café y salgo.

Papá ya me espera con el mocoso en el auto. Ambos lucen frescos y sonrientes, yo creo que luzco todo lo contrario. Me acomodo junto al mocoso en el asiento trasero y saludo a mamá, quien nos saluda agitando su mano desde la entrada de la casa.

Papá pone el cambio y salimos rumbo a la escuela. Yo me pongo los auriculares y, en compañía de Pink, comienzo a maquillarme.

Si, así son todas las mañanas de mi vida.


****


Creo que la secundaria es el mejor invento de tortura para la gente como yo. ¿Para que me sirve encerrarme no se cuantas horas a la semana con unos idiotas para aprender cosas que de seguro no me servirán para nada?

Camino por los pasillos hasta mi casillero, donde me encuentro con la agente doble cara, encubridora experta y mejor compañera del crimen, también conocida como mi mejor amiga Megan.

— ¿Cómo es que una persona que jura llamarte el sábado termina besando a otra el lunes, en frente de la otra persona a la que juró llamar el sábado?

La miro confundida por la pregunta, pero me doy cuenta de que no me está mirando a mí sino a Sam y Hilary, que se están besando.

— ¿A cuánto llegaron el sábado? — me atrevo a preguntar.

— Al último nivel.

— Entonces, contestando a tu pregunta, es posible que la esté besando porque nunca le importó la chica que tuvo debajo de él. Hasta juraría que pensaba en ella mientras lo hacían.

— Tienes razón. — dice ella frunciendo el ceño — Nunca abrió los ojos, tampoco emitió sonido, nada.

— Ahí lo tienes. — digo señalando con la cabeza a la feliz pareja. Por suerte, y para satisfacción de Megan, el director aparece por el pasillo y separa a los enamorados en cuanto los ve.

— Gracias señor director. — murmura Megan con una sonrisa.

Me río de la situación al mismo tiempo que tomo los libros que necesito para la próxima clase: historia. Ambas cerramos las puertas de nuestros casilleros y caminamos hacia la clase mientras hablamos de lo que pasó el sábado, una pequeña celebración que se hizo en casa de Lia, de la cual no recuerdo nada. Salvo el despertarme en la casa de Megan con una resaca de mil infiernos.

Ingresamos al aula y nos sentamos en el fondo, yo en la fila del medio y Megan en la fila del lado de la pared. Tras unos minutos, la profesora Brown entra al aula con su cara de desayunar vinagre, imponiendo silencio solo con su presencia.

— Buenos días.

Todos le respondemos al unísono.

— Lamento la tardanza, tuve una charla con el director. — continúa diciendo — El día de hoy tendremos un nuevo integrante en la clase.

El murmullo y los comentarios comienzan a esparcirse por toda el aula, a lo que la señora Brown pide silencio para poder continuar.

Megan me susurra algo sobre que ojalá sea un bombón digno de su atención, a lo que yo solo sonrío.

— Sin más que decir, les presento a Cara Davis.

Todos estamos atentos a la puerta cuando la profesora le hace un gesto a la chica para que pase. Ya me desagrada por tener mi mismo nombre, así que desvío la mirada hacia la ventana. Un segundo después, escucho que todo el mundo vuelve a murmurar, es por eso que vuelvo la vista hacia mi alrededor y veo que todos están mirando al frente, sorprendidos como si la que hubiera entrado fuera la mismísima reina de Inglaterra.

— Tiene que ser una jodida broma. — escucho decir a Megan por lo bajo.

— Ella es Cara Davis. — dice Brown — Espero que todos sean más que amables con ella. Y Cara, te deseo un buen comienzo con nosotros. Toma asiento, linda.

Como nadie contesta y yo no puedo más con la intriga me pongo de pie.

No. Me. Jodan.

— ¡Es un duende!

No me doy cuenta de que lo dije en voz alta hasta que todas las miradas están sobre mí.

Mierda.

— ¡Señorita Allen! — exclama la profesora, escandalizada — Pidale disculpas a la señorita Davis y vaya a la oficina del director.

Doble mierda.







N/A: ¡¡¡Sean bienvenidos a esta nueva historia, bellezas!!! Y si, la historia va a ser corta, pero eso no significa que no la vayamos a amar. Yo ya lo hago.

Este capítulo se lo dedico a todos los que esten leyendo este capítulo, a mis queridísimos lectores que me tienen una paciencia extraordinaria x)

De paso, tiramos el "chivo" de mi Instagram, que es @mstake404 (es la única red social que tengo) ahí podes encontrarte con todo (hasta con un grupo de chat de mis historias, nos dudes en pedir ser agregad@) ♥

Un beso enorme del tamaño de un elefante y nos leemos en los cometarios.

Dos carasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora