12 | En alguna parte

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Trechiv estaba botado en el suelo de su habitación, revisando debajo del catre por si encontraba algo. Al tratarse del lugar donde se alojaban los huéspedes, si la persona a la que buscaba hubiera pasado una noche en la residencia, de seguro que tuvo que dormir allí mismo.

Había conversado con Netarim sobre el tema, pero este no supo cómo afrontar las preguntas que Trechiv hacía. Le había consultado por sus últimos invitados, y el viejo búho respondió que nadie lo había visitado. Sin embargo, era dudoso, ya que se vio dubitativo al intentar rememorar.

Allí había actuado la maldición. Lo que estaba para impedirles recordar, al mismo tiempo revelaba que algo no calzaba. Probablemente Netarim sí había tenido a un invitado, y esa persona era el supuesto hermano mayor, al que había llamado...

Estiró la mano y trajo ante él la carta.

—Klosik —murmuró para sí.

¿Por qué Klosik?, ¿de verdad tenía un hermano mayor llamado así? Cuando alejó el papel volvió a olvidar el nombre. No importaba de todas formas, ya que había hecho lo que le dijo Dunai. En vez de anotar que era su hermano o el nombre directamente, escribió que estaba en la ciudad buscando a alguien. Los resultados habían sido positivos.

Y hablando de ese sujeto, Trechiv había pasado muy malos ratos gracias a él y la situación indicaba que seguiría siendo así.

El egnarano desbordaba un aire de peligrosidad que no había visto en nadie. De verdad pensó que si no ayudaba lo mataría, más allá de que había dicho que no estaba obligado a hacerlo.

Vamos, ahora sabía información ultra secreta. Ni en sus sueños le perdonaba la vida, habría sido muy ingenuo creerse su sermón. Al final Trechiv había actuado por miedo y no por que le interesara su propio asunto.

Y Dunai de seguro no trabajaba solo. Debía haber más gente incluida en esa misión. ¿Había dicho algo sobre el rey Kantier?, ¿de que podrían estar ocultando prácticas inaceptables?

Tal vez de verdad debía denunciarlo con la guardia real.

El muchacho se levantó y luego se dejó caer sobre la cama.

Era mediodía en Terunai, un día soleado y fresco. El sonido de los carruajes y transeúntes se escuchaba opaco por la brisa del viento. La calle estaba a poca distancia del edificio, y el segundo piso era casi como estar en el primero con respecto a eso.

En qué problema se había metido.

De pronto su vida había vuelto a ser manejada por terceros.

Pero, ¿había acaso otra opción para Trechiv?

Tendía a culpar a ese hombre, no obstante, su propio comportamiento había sido errático. Quién lo mandaba a terminar en un burdel. Además era su única opción para descubrir qué le estaba sucediendo a su memoria. Quizá no era la mejor forma de recibir ayuda, pero aferrarse a Dunai podría ser clave para lograrlo. Tendría que tolerarlo.

Tampoco era como si abundaran opciones de negarse. Tal vez si Trechiv se iba súbitamente de Terunai, lograse zafar de sus amenazas. ¿E irse sin saber nada?, ¿irse después de viajar en vano?

Suspiró.

El resto de la tarde la pasó ayudando a Netarim con su trabajo. El viejo lo puso a cargo de recortar telas y organizarle materiales. Incluso estaba planeando llevarlo para que lo ayude con una entrega. Era bueno al fin y al cabo, ya que no tenía otras cosas que hacer.

Crónicas de HayinashDonde viven las historias. Descúbrelo ahora