Erase una vez en el palasio más preciado y grande de todo Londres un rey. Conocido como el rey Yuran llevaba el mandato de una gran parte del territorio de londres cuando la era medieval estaba en su mayor esplendor. Era honrado por unos, preciado por otros pero por la mayoria era detestado. Yuran era orgulloso, poco humilde y muy pero muy egoista. Aunque la mayoria lo detestara por no hacer nada bueno por su pueblo nadie podia hacer nada, gracias a el fuerte que rodeaba todo su castillo por el cual si algún plebeyo se atrevia a traspasar este seria ejecutado.
La imagen de Yuran era intocable, nadie podia hacerle nada a el ni ah sus cercanos. Solo si las habilidades de un persona eran infrahumanas o desconocidas por los mortales si seria posible desapareser al terrible hombre. Pasaban los días y el reinado de Yuran era cada vez más extremista, prohibiendo a las personas siquiera mensionar su nombre.
Sin embargo llego el día 12 de febrero. El día más oscuro no para los habitantes del reino sino para el mismísimo Yuran. Todo sucedio cuando Yuran se íba a ir a su recamara. Pero en el camino algo la detuvo, era un dama con aspecto gótico, desgastado y descuidado. Llevaba un gorro morado largo y arrugado y su vestimenta hacia juago con su gorro. Yuran la miraba con una ecpresion de extraño mientras repetia una clase que paresia estar en un idioma distinto. El rey no alcanzó a decir "guardias!"cuando su voz fue totalmente arrebatada por.... ¿el aire?
A la mañana siguiente el hijo del rey al subir a la recamara de su padre no encontro nada más que un gato.
