𝑑𝑖́𝑎 𝟣𝟨

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Era la primera vez que se encontraba dentro de una estación policial, le causaba hasta cierta gracia

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Era la primera vez que se encontraba dentro de una estación policial, le causaba hasta cierta gracia. Juraría que de todos los lugares posibles que podría terminar seria todos menos ese.

Ahora el destino le dio la vuelta a la tortilla, pero en el más mínimo descuido podría terminar en una situación muy grave. Tenía que dar la información necesaria sin llegar a detalles o sospecharían. Solo quedaba confiar en Undyne, o mejor dicho, la Undyne de Sans.

Mientras caminaban, le miró de reojo. No quería pensar en si la Undyne que conoce se enteré de su participación, podría arruinar todo su plan. Ella sin duda conoce a Fell como la palma de su mano, al notar un leve titubeo no duraría en sacar su gran habilidad: Intimidar.

Vaya que lo hacía muy bien. No había persona o monstruo quien llegase a negarle la verdad, por esa y más razones era por la cual era tan buena en su oficio. Nació para eso.

Llegando hacia la habitación que le indicaba la oficial, Fell tuvo un extrañó presentimiento. Sintió como si fuese a encontrarse con alguien que conocía. El sentimiento perduró hasta que la puerta fue abierta.

—Heya, amigo. —sin duda ahora sentía un tic en una de sus cuencas. No era ni más ni menos que Sans sentado en el sofá donde comía un perrito caliente.

—¿Qué haces aquí? —Undyne cerró la puerta tras de sí.

—Welp, ¿pensabas que iba a dejarte sin vigilancia? Claro que no. 

—Te odio.

—Me amas. —guiñó una cuenca.

—De acuerdo enamorados, basta de charla. —intervino la única mujer en el grupo. —No pensaba decir nada porque por obvias razones, Sans es mi amigo y, me moría de ganas de ver cómo te enfurecías al saber que ya estaba aquí. —empezó a reír con característica risa para volver a ponerse seria. —Ya sé los detalles del caso, más bien he estado informada desde hace días.

Si las miradas mataran, seguramente el 1 de vida del monstruo de suéter azul hubiera acabado desde hace mucho.

De todas maneras, Fell contó lo que sabía. Después de todo no ocultaron el hecho de que él estuvo muy cerca de la escena y que la chica escapó tras distraerse.

Revisaron las cintas que el de colmillo de oro traía consigo, más no parecía haber algo fuera de lo común. El ángulo de la causante de tanto desastre no se veía con claridad, además de que había muchas mujeres con esas características físicas.

—No hemos logrado encontrar a nadie que coincida con la edad que aparenta. —mencionó Undyne mientras seguían buscando expedientes.

Fell le molestaba la cercanía de Sans, no paraba de estar pegado a él desde que empezaron a revisar.

—¡¿Qué diablos te sucede, no puedes darme espacio personal?! —lo alejó colocando una mano sobre su cara.

—Tengo que estarte vigilando hasta el mínimo movimiento que hagas, hehehe.

—¡Apestas a ketchup, que desagradable!

—¿Quieres que traiga mostaza?

—¡No!

Así continuaron el resto de la tarde, Sans molestando mientras Fell lo alejaba casi a base de insultos.

El que vivió en underfell dudaba si preguntarle a respecto a Undyne sobre los niños de los tres universos. Pero tal vez era muy apresurado. Además, si lo hacía seguramente los tendría a los dos encima y no había otra cosa que le desagradara más. Iba a hacerlo por su propia cuenta.

Cuando terminaron se despidió, sin obtener algún tipo de avance. Se pusieron de acuerdo de volver a verse al día siguiente. Fell caminó por las calles, la ruta de siempre. Más se desvió buscando dirigirse a la casa de los hermanos Swaps.

Sabía que Blueberry se encontraría solo, ya que era costumbre que Carrot se fuera de vez en cuando los días de semana a esa hora. No tendría mucho tiempo pero era suficiente para lo que tenía pensado hacer.

Tras enviarle el mensaje antes de salir, pudo visualizar la casa a unas pocas cuadras. Ya al frente de esta tocó la puerta por mera costumbre. La voz del arándano se escuchó detrás de la puerta tras unos pasos aproximándose.

—¡Fell, que bueno verte! —le sonrió con alegría robándole un abrazo.

—...Hola. —se limitó a decir mientras se adentraba, buscando con la mirada la presencia de su hermano.

—Es muy raro que me hayas avisado que venías. ¿Acaso paso algo malo? —hizo un gesto para que se sentara. Hizo caso a su invitación y Blue se ubicó en una silla más bajita al frente del de chaqueta de cuero.

—No, no ha pasado nada. La verdad eso es lo que me preocupa. —el de pañuelo mantuvo la mirada sobre él, atento. —Quería preguntarte sobre algo.

—¡Claro, lo que sea! —levantó los brazos.

—¿...Desde cuando no has visto a tu niña?

—¿T-te refieres a Chara? —unas pequeñas gotas de sudor aparecieron. —U-uhm. No la he visto desde hace días.

Fell se mantuvo callado. Aquella respuesta solo le hacía sospechar más, sabía que Blue era sumamente ingenuo y que confiaría en su humano a pesar de todo. Sacarle información no sería tarea sencilla, si Carrot se entera de esto, posiblemente no lo dejaría acercarse a él de nuevo.

Su mirada parecía ponerle nervioso, estaba jugando con sus manos evitando hacer contacto visual.

—No tienes por qué asustarte, si no tienes nada que ocultar. —su gesto cambió a uno de afición, parecía que dio en el clavo.

—Y-yo... —dio una pausa. —No tengo nada útil que pueda ayudarte, lo siento.

Se mantuvieron en silencio, hasta que un ruido en la cocina los hizo voltear.

—Blue, no encuentro el kétchup. ¿Dónde lo pusiste? —apareció asomándose Sans. Fell volvió a tener su tic.

—¡¿Qué diablos haces aquí?! —lo señaló levantándose.

—N-no te molestes con él, Sans me hizo prometer que si me buscaras se lo dijera. ¡Lo siento mucho! —Blue jaló de su brazo buscando calmarlo.

Fell se golpeó en la frente.

Fell se golpeó en la frente

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30 días de OTP! ¦  𝑘𝑢𝑠𝑡𝑎𝑟𝑑Donde viven las historias. Descúbrelo ahora