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—Cuídate, ¿si? —dijo mi mamá, acarciando mi mejilla. 

Reí. —No creo que me vaya a suceder algo. Es solamente un paseo a la playa. No es como si fueramos a acampar. 

Mi madre rio. —Es cierto, lo siento. 

La escuela organizaba un paseo a la playa a los estudiantes de último año para que se pudieran relajar antes de dar el último gran examen. Querían que estuvieramos lo más relajados y sin presiones para que pudieramos responder con tranquilidad. 

Al principio no iba a ir. Mis padres se negaban a dejarme ir con personas que no tenían ni idea de que hacer con una persona con cáncer. 

¿Y si te da un infarto? Fue lo primero que me dijo mi padre al darle la noticia. ¿O si necesitas oxígeno? ¿O si comienzas a sentir un dolor de mil demonios? 

Sus preguntas me arruinaron no tan solo el ánimo, si no que también el día.

Se los había informado con cero intenciones de preocuparme por mi salud. Lo único que quería era divertirme antes de estar débil. Nadie sabía en que momento ya no iba a poder levantarme. En cualquier momento iba a sentir un dolor que iba a tener que opacar con fármacos. En cualquier momento, la cama y yo pasaríamos a ser mejores amigos. 

Pero ahora que mis padres me había bombardeado con preguntas de que iba a pasar si me dolía el pecho o si tenían que drenarme, ya no quería ir. 

Lo único que habían hecho era insertar miedo cuando lo único que yo quería era disfrutar, por lo menos una última vez. 

Comenzaba a sentir cada vez más frío a pesar de que estabamos a punto de comenzar la primavera. Tenía que ocupar chaquetas, bufandas, gorros cuando las demás personas comenzaban a hacer un cambio en sus ropas. Las chaquetas eran reemplazadas por chalecos delgados. Las poleras mangas largas por poleras mangas cortas. Pantalones por shorts. Botas por zapatillas o zapatitos, en caso de las mujeres. Los gorros por los lentes de sol. Las bufandas por los collares. 

El sol me haría bien, estoy seguro de eso. A todas las personas le hace bien tomar un poco de sol. 

Mis hermanos me ayudaron a convencer a mis padres. Fue un duro trabajo, pero finalmente lo consigueron. El que logro que comprendieran fue Jack; a veces puede llegar a ser frío y duro. Era una persona directa. Ha tenido varios problemas con mamá y papá por decir las cosas que piensa directamente, sin ningún filtro. 

Dios, ¿por qué no lo dejan ir? Si Luke quiere ir entonces déjenlo. Tiene dieciocho años y no importa que esté con cáncer, se sabe cuidar. Si no le ha sucedido nada en estos meses no tiene por qué sucederle algo cuando esté justamente en la playa. Dejenlo vivir por lo menos un poco antes de que el infierno comience. Sé que lo quieren mucho, yo igual, es mi hermano pero si quiere estar con sus amigos por un par de días que lo esté. Tampoco tienen llenarle la cabeza con preguntas de qué pasará si tienes un infarto o qué. Si algo sucede, lo llevaran al hospital y fin al problema. Y si es grave, irémos a ese hospital y listo. 

Abracé a mamá por última vez para despedirme de mi hermana. 

Desde que supo que tengo cáncer, me abraza fuertemente, como si tuviera miedo de que este fuera nuestro último abrazo y a pesar de que me duela que piense así, siento que está bien. 

Es cierto lo que dicen, que tienes que vivir tus días como si fuera el último. 

Eso es exactamente lo que estoy haciendo.

—Vigila que mamá no llore mucho y que papá no se estrese tanto. Ayuda con las cosas de la casa —lo último lo dije solamente para fastidiarla. 

Ben era el mayor de nosotros y por lo tanto, el primero que se independizó. Luego viene Jack, que le quedan unos pocos años en la universidad para finalmente irse de la casa.

Y por el hecho de que está en la universidad, con Faith nos tenemos que hacer cargo de las cosas de la casa mientras mamá y papá trabajan. De una y otra forma, hacemos que el trabajo parezca menos pesado y aburrido. 

—Tonto —me golpeó suavemente con su puño en mi espalda. —Diviértete —murmuró al separarnos. 

Le besé la mejilla y subí al bus. Aún habían personas despidiendose de sus familiares.

A diferencia de ellos, este momento tenía un sentimiento diferente para mi. Sentía que pude despedirme de ellas de la forma que no voy a ser capaz de hacerlo cuando finalmente muera. No le podré dar un beso en la mejilla ni abrazar a mi hermana cuando sea mi momento de morir, como tampoco podré fastidiarla. No podré abrazar a mi madre y sentir su perfume colarse en mis fosas nasales. 

Lamentablemente mi papá no pudo venir por una reunión de trabajo, pero ya nos habíamos despedido. Me despertó exactamente a las siete de la mañana, un día viernes (día que no teníamos clases), para despedirse de mi. Recuerdo claramente la forma en que me abrazó porque era la segunda vez que me abrazaba así; de forma apretada, sin palmaditas en la espalda. 

La primera vez fue antes de que entrara a pabellón para que quitaran el tumor que provocaba mi cáncer. 

Recuerdo que esa vez lloré hasta quedar inconsciente por la anestesia. 

Las palabras que me había dicho mamá combinado con el abrazo de papá, me pusieron sensible, histérico. De verdad pensé que ese día iba a ser el día que muriera. Pensé que me iban a matar en la operación para que no sufriera. 

Pensé que mis padres se estaban despidiendo porque después no iban a tener la oportunidad.

Caminé por el bus hasta llegar a los asientos finales. Parker había subido hace unos minutos, ya estaba instalado. 

—Me estafaste —murmuré, sentandome en el asiento que me había dejado. 

Habíamos acordado que yo me iba a sentar en la ventanilla; pero no. Él estaba ahí. 

—Te demoraste mucho —elevó sus manos hasta la altura de su pecho, en señal de rendición. 

Negué riendo y observé como los estudiantes ocupaban los asientos libres. El bullicio comenzaba a llenar el ambiente al mismo tiempo que sentía que mis problemas se desvanecían. 

No quería pensar en ellos durante estos cuatro días. Quería divertirme y eso es lo que voy a hacer. 

—¿Luke? —giré mi cabeza para observarlo. Estaba mirando por la ventanilla y su dedo apuntaba a algo. —¿Por qué tu mamá está llorando? 

Para verificarlo, tuve que aplastarlo un poco. 

Y en efectivo, mi mamá estaba llorando mientras Faith la abrazaba. 

Suspiré desganado. Hice contacto con mi hermana por unos segundos. Segundos suficientes para que entendiera que era hora de sacar a mamá de acá. 

—Luke, pesas.

—Ni tanto —respondí volviendo a mi puesto. 

—¿Y? ¿Por qué estaba llorando? 

Este era el momento. El momento que he estado esperando por meses para contarle sobre mi cáncer. La enfermedad de mierda que había vuelto a mi cuerpo.

Pero no podía decirle, no podía cagarle el viaje. Tanto él como yo tenemos que disfrutar. No puedo ser desconsiderado y decirle para que esté preocupado mientras yo intento divertirme.

Así que le mentí. —Ya sabes como es —me encogí de hombros. —Un poco emotiva.

Parker se rio y comenzó a hablar con Harry que había aparecido de la nada en el asiento del frente.

Durante el viaje, tuve un nudo en la garganta que se me hizo imposible quitar.

Le había mentido a mi mejor amigo, otra vez.  

the fault in our starsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora