III

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Mi alarma suena a la hora prevista, y me levanto bastante rápido, aunque no he dormido mucho, cosa rara la verdad, debe ser por las ganas que tengo de ver a mi familia después de tanto tiempo.

Almuerzo algo rápido y me voy al baño, me ducho, me visto y me arreglo, y por último pero no menos importante me lavo los dientes. Cuando salgo veo a Sergio todavía almorzando, y pienso que al final se quedará aquí y sin coche.

Voy a mi habitación a meter las últimas cosas en la maleta y arreglar el escritorio, dejarlo todo ordenado y perfecto y despedirme de las cosas que tengo aquí y de todos mis juguetes y estatuillas, sobretodo de la pared del escritorio, que es básicamente una pared llena de Pop's ordenados por número, y todos de Harry Potter, ayer me costó la vida poner el que me regaló Sergio, bueno el que me dio a cambio del Jeep. Salgo al comedor con la maleta y la chaqueta en la mano, y en el bolsillo mis auriculares de confianza y mi teléfono. No veo a Sergio, y son las 7:54, le quedan 6 minutos para largarme y que quede mal con Natalia. En verdad lo deseo.

Lo veo salir corriendo de su habitación dirección al baño, con su pelo largo todo despeinado, y ojeras mas grandes que mi colección de varitas. Me río mientras él susurra algo parecido a: no voy a llegar a tiempo.

Pasados 4 minutos sale con una coleta y con la cara mojada, en la boca un cepillo de dientes y en las manos el cinturón del pantalón. Me mira, le miro, y nos reímos como dos focas, escupe la pasta de dientes al suelo y rezo por que no se manche. Vuelve al baño y a las 7:59 sale preparado, ya he limpiado su destrozo.

-Justo y exacto amigo.

-Claro hermano, todo sea por Natalia.

Me río, cojo las llaves y bajamos a donde se encuentra el coche. Meto la maleta y la chaqueta atrás y me subo en el conductor. Aunque no sé porqué prefiero que conduzca Sergio, pero no hago caso y espero a que mi compañero suba y nos ponemos el cinturón.

Salgo del aparcamiento y nos adentramos en esta aventura tan rara y a la vez divertida.

De trayecto hay como una hora en coche así que pasamos por una gasolinera y compramos provisiones, lo que viene siendo bebida energética y barritas de chocolate. Cuando lo tenemos todo y el tanque del Jeep lleno empieza el momento de Diego en modo estricto.

-Sergio, mi Jeep es como mi hijo, trátalo como si fuera un recién nacido, no lo manches, no lo rompas, no te choques, no conduzcas si has dormido poco o vas bebido, no subas perros al coche y nada de hacer guarrerías aquí. Sobre el piso: no quiero fiestas en casa, quiero que no haya roña en los platos cuando vuelva, la basura se saca cada tres días y la compra cada semana, no te quedes nunca sin comida en casa y en la nevera hay escrito lo que falta, a medida que vayas gastando todo lo apuntas y cuando vayas a comprar lo rellenas todo. El baño limpio, no quiero que entres a mi habitación y que me toques nada, el único lugar para follar es tu habitación, en el sofá no. La ropa se tiene que lavar y si fumas sales al balcón. Entendiste?

-Primero, no soy un niño pequeño, segundo, puedes estar tranquilo de que no te defraudaré y lo haré todo, menos una cosa, Natalia ha de llevar el perro al concurso, me dijo que tiene una jaula, le pondré una manta al asiento y tendré cuidado, sólo te pido que me dejes hacer eso, todo lo demás sabes que lo haré.

Lo sabía. Sergio puede ser un irresponsable a veces, un inmaduro o un empanado, puede que sea la persona más vaga del planeta o la más infantil que conozca, pero cuando tiene que enderezarse lo hace, y si lo necesitas siempre va a dar lo mejor de él para ayudarte en lo que esté en su mano. Por eso sabía que de todo lo que le había pedido lo cumpliría todo menos lo que me acababa de decir. Perfectamente me podría haber mentido y meter al perro como me decía que iba a hacer, pero me lo contó, y se arriesgaba a que le dijera que no, y ese es el motivo de que sea mi mejor amigo, la íntima y gran confianza que nos tenemos, aunque sea algo malo, siempre con la verdad por delante.

La miserable historia de un enamoradoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora