Capitulo IV

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Sé que no debí comportarme así con el chico del parque pero 1) hojeó mi cuaderno, 2) me detuvo, 3) no creyó que yo había dibujado esos dibujos.

Me irrita cuando la gente no cree que el autor de ciertas obras puede ser una joven adolescente y no un anciano habilidoso, no importa la edad cuando se trata de talentos.

En fin, llegue a la conclusión que no sentía ningún remordimiento de haberme comportado como tal, aunque debo admitir que me sentí extraña al ver que alguien viera mi cuaderno. Lo que yo dibujaba eran cosas que a mi me gustaban, no solo cosas, más bien, sentimientos. Me expresaba a través del arte, era mi forma de expresión. Está claro que yo no hablaba con nadie mas que conmigo misma.

Pero por eso pintaba, para complacerme, a mí, a nadie mas.

Tardo 30 minutos en llegar al supermercado por el tráfico que hay, estaciono en un lugar para discapacitados ya que no quedan libres, y entro en busca de el pedido de mi abuela.

Estoy buscando la harina, y no logro encontrarla porque en este maldito supermercado SIEMPRE cambian los lugares de las cosas y no se puede encontrar nunca nada.

Intento encontrarla, pero me rindo al ver que me es imposible, busco a un hombre con el uniforme del supermercado, cuando lo encuentro, me acerco.

- Señor, ¿podría indicarme donde encontrar harina? - pregunto en un tono amable, el hombre se encuentra sacando productos de cajas y colocándolos en repisas.

- Oh... lo siento señorita - dice él, pasándose la mano por la frente, y así, limpiándose el sudor acumulado -. Eso debería preguntárselo a Lukas. El se encarga de atender las dudas de los clientes.

- Oh, pues y ¿Donde esta Lukas? - el hombre se para de prisa y grita el nombre de Lukas.

- Allí. El joven de cabello castaño y ojos oscuros, que está apoyado en la ventana mirando algún número de otra de sus novias - El hombre vuelve a hacer su trabajo sin prestarme atención.

- Em... Gracias... - vacilo e intento ver lo que mis ojos no podían creer, Lukas se acerca hacia donde me encuentro sin levantar la vista de su celular.

- ¡Cielos! Va a llover... Tal como lo esperaba. ¿En qué te puedo ayu...?- su voz se corta cuando ve con quién esta hablando y sonrie - Sabía que te volvería a ver, creo que esto te pertenece.

Me muestra la mano, que tiene en ella el boceto que yo había hecho hace no menos de tres cuartos de hora, lo miro atónita. Solo quiero irme corriendo de ahí y largarme, miro a la ventana como intentando formular un plan de escape pero noto que ya están cayendo gotas. Mierda.

- ¿Qué nunca antes viste la lluvia? Es agua que cae de vez en cuando del cielo, algunos dicen que es un castigo religioso pero, en mi opinión, no hay nada mas bello, otros creen que es por una razón científica de aires calientes que chocan con los fríos. ¿No quieres tu dibujo? - reparo en que no le había contestado antes y había ignorado.

- Si, dámelo - Le digo despertando del trance. Cuando extiendo la mano para sacarle el dibujo, el lo retira y se lo guarda en el bolsillo.

- No, me gusta. Es muy bonito, creo que voy a quedármelo - resoplo mostrando mi impaciencia.

- Bueno por lo menos ¿puedes decirme dónde encuentro la harina? - mi paciencia se esta acabando, esta es la razón por la que NO me gusta socializar con estúpidos.

- Primero debes decirme tu nombre - sus ojos tenían un brillo que jamás había visto antes.

- No me encuentro cómoda revelándote mi identidad- digo sarcásticamente. - Rachel, me llamo Rachel Hoffman.

A New Beginning (Un Nuevo Comienzo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora