11.- Aşk

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Aclaro algo importante:

Ciertas cosas son invento mío. No pretendo modificar ni ofender algo por el uso de determinados personajes...

Nada más diré que es basado en un sultán del Imperio Otomano cuyo sobrenombre fue el Magnífico y su historia de amor con una esclava de origen ruso que se convirtió en su esposa legal en un hecho que fue sin precedentes ya que las esclavas en aquel imperio no se casaban con los sultanes.

Queridos que leen estos relatos, espero sea de su agrado. En este cambié los papeles...

La palabra del título significa amor en turco.

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El mar hamaqueaba violentamente la embarcación y él como una mercancía se agitaba furioso y con deseos de lanzarse antes de ser vendido a algún harén donde bien podía sobrevivir con triquiñuelas o morir por mano de rivales. Sus cabellos castaños se distinguían de entre el conglomerado de jovencitos y jovencitas cuyas cabelleras oscilaban entre el rubio y el azabache; castaño como el suyo era una rareza, una perla en medio del océano de temblorosas criaturas que llorosas lamentaban su destino.

—¡ Eh tú el castaño!—un hombre se acercaba con un cuenco de comida, más este fiero le lanzó el cuenco y se puso de pie para enfrentarse al hombre que no podía alzarle la mano porque en el palacio del sultán no querían a nadie sin marca alguna y peor deshonrados.

—¡No quiero nada! ¡ quiero regresar a mi hogar! 

Después de días penosos, llegaron a una región más lejana al imperio, al palacio donde la madre del heredero al trono lo adquirió junto a varios más. Pronto adquirió notoriedad por su inteligencia y desenvolvimiento entre todos los demás muy a pesar de su condición como esclavo, por lo tanto comenzó a ser instruido en idiomas, danza entre otras disciplinas para obtener la atención del príncipe.

Cuando llegó el momento, el joven fue enviado como regalo al harén del palacio del actual sultán que era conocido por su fiereza frente a sus enemigos y cuyo hijo se preparaba para ascender al glorioso trono del sultanato.

Shura era su nombre, tan diestro en la espada, culto y con ideales de expansión y conquista capaces de poner de rodillas a reinos que aunque no practicaba su mismo dogma lo veían como un formidable adversario.

Shura  sin oposiciones formales ascendió al trono, heredando por consecuencia vastos territorios, un poderoso ejército y por ende sus otros consortes obtenían relevancia y más quién le dio el heredero al trono. Aioros en el harén evitaba que el veneno o mala disposición de otros lo pusieran en la cuerda floja, quería agradar al nuevo soberano y tal vez así obtenía una habitación propia.

—Tu deber es servir a los consortes de Su Majestad—le dijo un día el anciano que dirigía el harén mientras a empellones lo llevaba a vestirse para esa labor—estás solo aquí muchacho así que no hagas tonterías...

Entró a la estancia vestido modestamente, los otros jóvenes tan atractivos como nadie lo miraron algo celosos por su cabello y ojos aguamarinas, quién resultó ser el primer consorte del nuevo soberano llamado Afrodita entrecerró sus ojos mientras sostenía un pequeño niño vivaz, hijo de Shura.

Dicen que surgió una inmediata pasión entre el joven que servía a los consortes del futuro sultán quienes destilando arrogancia lo veían como un molesto objeto que Shura jamás miraría. ¡ Qué tontos fueron! 

El núbil castaño con sus maneras divertidas y su probada inteligencia quedó marcado a fuego en el corazón de Shura que hacía acto de presencia mostrando su poder digno de un gavilán frente a aves que piaban temerosas, él no le temió más bien dio dos pasos adelante y en vez de agachar su mirada , altivo la posó en el rostro del monarca que alzó una delgada ceja, miradas de soslayo y un aire a temor se respiró.

Relatos [Sagicornio] Finalizada  ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora