Capítulo 23: Herida punzante

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Al abrir los ojos mi visión es borrosa y no puedo moverme gracias a lo pesado que se siente mi cuerpo. Parpadeo un par de veces antes de que mi visión se aclare, trago grueso y trato de girar la cabeza, pero me es imposible. Abro la boca y trato de tomar aire, pero es poco lo que consigo. Cierro los ojos con fuerza y trato de decir algo, pero de mí solo sale un jadeo pesado. Escucho como algo se mueve y en segundos tengo un rostro frente a mí, pero mi visión vuelve a tornarse borrosa y cuando trato de hablar todo desaparece.

***

Me llevo la mano a mi cabeza la cual palpita descontroladamente; tengo la boca seca y mi cara arde por alguna extraña razón. Giro mi cabeza y solo logro ver una cabaña con un escritorio y una cama en el fondo. Me remuevo y una punzada de dolor recorre mi cuerpo haciéndome retorcer, llevo mi mano a mi costado y con dificultad me incorporo. Mis pies descalzos tocan la madera fría y un escalofrío recorre mi cuerpo, cubro mi cara con mis manos y dejo salir un suspiro mientras trato de ubicarme. Escucho la puerta abrirse y dejo caer las manos, veo como Dante coloca su abrigo sobre la silla, se gira y al verme frunce el ceño.

—¿Qué haces levantada? —pregunta acercándose y cuando trata de tocarme extiendo mi mano para que se detenga.

—Estoy bien. ¿Dónde estamos?

—Trápani, ¿Por qué? —responde y dejo salir un bufido.

—¿Cómo me trajiste aquí? —pregunto y frunce el ceño.

—Flavio —responde con simplicidad para después dejar unas bolsas que no había visto sobre la mesa.

—¿Él nos trajo? —pregunto y niega con la cabeza mientras busca algo dentro de las bolsas.

—Sus hombres —dice y me tiende un plato, al abrirlo me encuentro con una mezcla de cosas que no me detengo a detallar ya que el hambre me domina— ¿Cómo te sientes? —pregunta después de un rato y levanto mi mirada.

—Bien —Me limito a responder y este asiente para después sentarse frente al escritorio y comenzar a comer.

—Me alegro, ya me estaba comenzando a preocupar.

—¿Por qué? —pregunto y este sonríe haciendo que unos hoyuelos aparezcan en sus mejillas que ahora gracias a que las tiene llena de comida se me asemeja a una ardilla.

—Pasó una semana y el doctor...

—¡¿Una semana?! —chillo y él entrecierra los ojos.

—Sí.

Terminamos de comer en silencio y yo me levanto, él me mira con severidad, pero lo ignoro y camino a la puerta que supongo da al baño. Al abrirla lo confirmo y escucho los pasos de Dante tras de mí.

—¿Te darás un baño? —pregunta desde la puerta y me giro para verlo.

—Sí, ¿Por qué?

—Por nada. Solo creo que es necesario, yo solo te limpiaba con un paño —dice con diversión y rio, pero dejo de hacerlo de inmediato y frunzo el ceño.

—¿Qué? —pregunto y este cambia su expresión divertida a una seria y algo avergonzada. Noto como se sonroja y se aclara la garganta.

—Sí, el doctor dijo que te mantuviera limpia y... ¡tenías ropa interior! No, digo... —trata de hablar y no puedo evitar reír.

—Ok, ahora vete.

Me deshago de mi ropa, que no es mi ropa ya que es una enorme camisa de supongo es del traje que llevaba Dante, hace...una semana. Qué asco.

Cuando el agua helada impacta contra mi cuerpo no puedo evitar dejar salir un grito mientras todo mi cuerpo se estremece.

—¿Estás bien? —grita Dante desde el otro lado de la puerta y por alguna razón rio.

SICARIA [Codicia #1]✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora