Prólogo

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Y ahí estaba yo, viendo como esa gente entraba y salía de mi casa llevándose las cosas que tanto esfuerzo me costó conseguir, viendo cómo se llevaban ese viejo jarrón que me regaló mi hermano por navidad, como destruyen poco a poco la casa que tanto trabajo le costó a mi familia construir, viendo como perdía todo lo que tenía.

- ¡Elena! ¡Elena! – grito mi hermano sacándome de mi trance- ¡Perdón por no venir antes tuve un problema en la oficina! - me dijo mientras recuperaba el aliento, mi hermano era dos años mayor que yo, aun cuando él tenía veintiún años y yo diecinueve, casi siempre tuvimos una buena relación. Ahí estaba él, como siempre desaliñado y con el pelo color marrón y de puntas llevaba un pantalón negro que era tan viejo que no servía ya ni para prenderle fuego, una camiseta azul que se veía casi igual de mal que el pantalón, mi hermano siempre ha sido un descuidado así que no le di importancia.

- ¿Qué nunca te arreglas? - dije un poco molesta- Dijiste que llegarías a las tres ya son casi las cinco-.

-Ya te dije que tuve un problema en la oficina- dijo mostrándose algo apenado - Aun así, ya sabes que la puntualidad nunca ha sido lo mío- me di la vuelta en dirección a la casa para verla por última vez antes de que desapareciera de mi vida para siempre.

- ¿Esta lista? - me pregunto con una expresión de tristeza en la cara.

- Si, entremos de una vez – respondí.

Él asintió con la cabeza y entramos a la casa de una vez, dentro había aún más gente hurgando entre nuestras cosas, tratando mi casa sin ningún respeto, sacando nuestras sillas, cuadros, centros de mesa. Por un segundo sentí odio e ira hacia toda la gente que estaba aquí.

“Todo esto es mi culpa debí prestar más atención”-pensé- “cómo desearía que mi madre estuviera aquí”.

Mientras pensaba en mi madre, mi hermano esperaba a que los hombres se despistaran para poder bajar al sótano y sacar ese pequeño libro que mi padre nos obsequió antes de irse a descansar en paz junto a mi madre.

Tuvimos que esperar un par de minutos antes de que los trabajadores no se dieran cuenta de nuestra presencia, cuando por fin no había nadie que nos viera, por fin bajamos.

El sótano estaba abandonado desde hacía años casi nunca bajábamos, teníamos prohibido bajar de niños ya que era el estudio privado de papa y cuando murió siempre temí baja sola a ese lugar , no había nada que nos importara ahí, excepto el libro de nuestro padre, así que el lugar estaba hecho un completo desastre, había telarañas por todos lados, era completamente repulsivo así que me dirigí rápidamente donde se encontraba el libro estaba completamente decidida a tomarlo y largarme de ahí lo más pronto posible.

Cuando llegué al lugar encontré esa mesita vieja donde se encontraba el libro, a diferencia del resto del lugar esta parte del sótano estaba más limpia y parecía que la hubieran desocupado hace poco, me acerqué a la mesa y tomé el libro un poco nerviosa ya que muy probablemente habría más de un bicho cerca del libro, siempre tuve mucho miedo a los insectos sobre todo a las arañas no sé por qué, pero me aterraba la idea de que me picaran y pusieran sus pequeños colmillos dentro de mí, así que intentaba alejarme de todos los lugares donde pudiera haber bichos extraños, pero no tenía opción quería tomar el libro por mí misma, ese libro que tantas noches me intrigó, así que tomé el libro y lo metí dentro de la mochila que llevaba.

-Salgamos de aquí- dijo mi hermano Cristian- no quiero que nos vean aquí y terminemos en la estación de policía de nuevo-. Se quedó callado un segundo y me miró con una cara de preocupación, él sabía que había cometido un error- Ehhh…no quise…decir eso…perd…-.

-Salgamos de aquí, solo vámonos- le dije sin dejarlo acabar su frase, me miro muy apenado y solo se dirigió detrás de mí hacia la salida de ese horrendo lugar.

Cuando salimos de ahí Cristian me miro y dijo:

-Bueno…solo vámonos de aquí espérame en el departamento tengo que terminar mi turno en el trabajo- dijo un poco presionado -pasa a comprar comida- dijo mientras me entregaba un par de billetes.

-Está bien nos vemos luego- le dije sin voltearlo a ver, se despidió de mí y salió corriendo de nuevo hacia su trabajo-.

Volví a ver la casa por última vez, “Perdí todo lo que tenía por un pequeño error”- pensé –“Que patético”- Tomé mi bicicleta y me fui de ese lugar. 

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⏰ Última actualización: Aug 22, 2020 ⏰

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