—Alfa...
Dejo que su suave, bajo y suplicante tono de voz me endormezca los oídos, y las cadenas que sus manos mueven con debilidad repiquetean contra la cabecera de la cama.
No me abstengo de regocijarme ante la imagen que mis ojos tienen la dicha de presenciar, con Yun atada con grilletes a la cama, que como bien me había dicho, tenía algo con las cuerdas, ¿quién era yo para no concederle algo así, si se veía increíblemente indefensa y a la merced de cualquier movimiento que pudiese yo realizar?
Había sido todo un placer el encadenarla, frenando toda posibilidad de que pudiese escapar, a pesar de saber que no quería hacerlo, la sensación de completo control era simple y totalmente satisfactoria.
Tal vez no debía de sentirme orgulloso de que estuviese elevando mi ego como alfa, como su alfa.
Las cadenas tintinean de nuevo, mezclándose con su vano lloriqueo, y me permito carcajearme por su adorable y morbosa desesperación.
—Es gracioso porque — dejo que mi dedo índice se deslice todo el camino hacia arriba y abajo en sus muslos, primero uno, y luego el otro, complacido de verla retorcerse sólo con ese pequeño e insignificante toque. — ayer, en ésta misma cama, estabas desesperada por mimos y atención, y ahora, estás empapando las sábanas con tu lubricante, cielo, ¿tan necesitada estás?
—Alfa, por favor... — gimotea en voz baja, y me pregunto como puede verse adorable y follable al mismo tiempo, con sus mejillas salpicadas en ardiente rubor y los ojos cubiertos por una fina capa llorosa de lascivia, las pupilas dilatadas y el iris, que ya de por sí era claro, estaba tintado de intenso plateado con atisbos entre verde y azul, igual de deslumbrante, sin mencionar que su lubricante natural no sólo estaba manchando las sábanas, sino también mis dedos, que habían comenzado a juguetear maliciosamente con su vulva.
—¿Qué es lo que tanto deseas? — juego un poco más con su cordura, y por la manera en que forma puños con sus manos, apresadas por los grilletes, y como todo su cuerpo tiembla y se remueve ante mi toque, sé que lo estoy logrando. —No puedo dártelo si no lo dices, mi amor.
Se queja en miserables lloriqueos, tratando de hilar palabras coherentes, pero sólo termina en soltar balbuceos sin sentido, y arquear su espalda, separándola del colchón, cuando presiono su húmedo clítoris con mis dedos, estimulándolo con movimientos circulares, caracterizados por la tortuosa lentitud, que la hace rabiar y tirar de las cadenas con desespero.
— Dime lo que quieres, y te lo daré.
Sé que lo hará, sé lo que dirá, pero probablemente no mientras yo siga convirtiendo todos sus intentos de palabras en gemidos y súplicas entrecortadas, así que dejo en paz su enrojecida y palpitante intimidad, escuchando como suelta un sollozo en protesta.
Tan sensible y a mi merced, tan indefensa y perfecta.
Me posiciono encima de su cuerpo, y es cuando recuerdo que ella es la única que está al descubierto en cuánto a ropa, y parece notarlo también, porque arruga sus bonitas cejas, sólo logrando verse adorable incluso cuando soy consciente de que quiere verse enojada. Pero no puede, no así, no ahora.
Antes de que pueda soltar algún reclamo sobre eso, entierro mi rostro en su cuello, y dejo una lamida sobre su fuente de olor, su glándula de feromonas y punto sensible, ésto último es de saberse porque con un sólo roce de mi lengua en su piel se ha crispado por completo, batallando nuevamente con las cadenas.
Quiere tocarme, eso lo sé, y yo me muero por darle más que toques superficiales, por acariciar y estimular cada punto de su cuerpo, besar cada centímetro de él y follármela tan bueno que podría hacer que delire.
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Estúpido Alfa |Omegaverse| [k.th]
Fanfiction-Verás que cuándo pases un tiempo aquí te acostumbraras. -No creo que eso vaya a suceder. -Vaya ánimos que tienes, ¿eh? Deberías ser más positiva. -Soy positiva si quiero, si no seré tan pesimista como me dé la gana. -Y menos contestona, al alfa...