Después de tanto tiempo.

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Estaba su hermana dentro de la casa, no sabía cuándo se había movido a la otra punta de la ciudad, estaba con ropa de estar por casa, como si viviera allí, y estaba tan normal que parecía que llevase toda su vida viviendo allí.

-¡¿Lu!? 

-¡DANIEL!- exclamó su hermana mientras salía corriendo hacia los brazos de su hermano, el cual correspondió el abrazo, pero seguía sin encontrar una explicación a que estuviera en la casa de sus amigas como si viviera allí.

-¿Os conocéis?- preguntaron las tres a la vez intentando plasmar la incertidumbre ante lo que estaban observando en primera persona.

-Somos hermanos, claro que nos conocemos, como para no conocernos joder, anda que vaya preguntita.

-Perdone usted por la pregunta Don inteligencia suprema ¿podría hacer algo para remediar la ofensa causada por tal inconsciente pregunta?- dijo Mercedes con un punto de ironía bastante notable.

-Dejar de ser tan plana, gracias.- Daniel apenas tuvo tiempo de reacción cuando le llovió un collejon sin saber de dónde procedía, lo que causó la risa de todos los que estaban dentro de la casa, él incluido.

Pasaron el resto del día contando historias y alguna que otra broma que Daniel solía hacerle a su familia cuando todavía no se había peleado con sus padres.

-Bueno, y ¿de qué os conocéis vosotras 4?

-Somos amigas de infancia, antes de que te fueras a casa de la abuela ya nos conocíamos pero cuando tu te fuiste acabé en la mismísima mierda, y ellas 3 me sacaron del eje de negatividad de mierda que tenía alrededor mía.

-Por lo que salvasteis a mi hermanita de esa situación, os debo una my girls, pero tampoco creáis que va a ser algo que haga en contra de mi voluntad. Bueno chicas, me tengo que ir que se me esta haciendo tarde y he quedado con Antonio.

-BYEEE.- dijeron las 3 al unísono, hasta tal punto de compenetración que Daniel se asustó.

Cogió las llaves de la moto, y se disponía a arrancarla cuando la puerta de la mansión se abrió y apareció Araceli corriendo.

-Daniel, ¿puedo irme contigo?

-Tú, bicho raro teñido, al menos coge ropa, ¿o vas a venir en bragas?

-¿QU...?.- a Araceli se le olvidó que estaba en bragas porque se estaba cambiando para ponerse ropa cómoda para estar por casa cuando se le ocurrió la idea de irse a la casa de su amigo, pero ¿era verdaderamente un amigo?

Salió corriendo y fue hacia dentro para cambiarse otra vez, cogió las llaves de casa, su móvil, cargador, metió ropa para ir al colegio al día siguiente y cogió el paquete de tabaco, aunque apenas fumaba.

Iban riéndose en el camino recordando la embarazosa situación que acababa de pasar hacía unos minutos.

Se pararon en un restaurante a cenar, ya que se le había antojado a Daniel invitarla a cenar en otro sitio que no fuera su casa, no por otra cosa sino por el hecho de que cocinaba fatal.

Antes de comenzar a ordenar las bebidas y comida, le dijo a Antonio que no podía, porque tenía otros asuntos, mandando una foto suya con Araceli.

Cada vez que pasaba más tiempo, más se reían y más se enamoraban el uno del otro, hasta el punto en el que Araceli se sentó al lado de Daniel y se besaron apasionadamente hasta que les faltó el aire.

Ella se sentó encima de Daniel y pasaron el resto de la cena tonteando el uno con el otro, y robando algún que otro beso.

-Entonces eres el hermano mayor de nuestra amiguita Lu, así que tu eras esa persona que echaba tanto de menos y que hizo que estuviera a punto de suicidarse.

-Sí, soy yo, el mismi... espera, ¡¿QUÉ?! 

-Lo que escuchas cariño, tu hermana estaba tan mal que casi se suicida, eras su hermano, su mejor amigo, y ese que estaba siempre a su lado cuando había algo malo, y sobre todo la defendía, y te habían echado de la casa.

-¿Quieres que te cuente por qué?

-¿Tenemos prisa acaso?- preguntó mientras se volvía a sentar al otro lado de la mesa.

 -Bueno, básicamente, yo era bastante asocial, a diferencia de mi hermana, yo no cumplía las expectativas de mis padres sobre mí, pensaban que era un chico normal, creyente y correcto, que nunca bebería ni fumaba, y esas expectativas causaron un conflicto que mis padres solucionaron echándome de casa.

-JO-DER.

-Bueno, vámonos a casa que estaremos más cómodos, aunque no te pienses que aquello es una mansión como la vuestra.

Iban en la moto cuando de repente aparecieron unas luces a su lado, como si fueran de un coche.

Problemas De AdolescentesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora