Wallace cayó dormido, Sylvana lo observaba, era cautelosa pues no quería despertarlo, al tiempo hizo un examen de su relación, se interrogó si realmente lo conocía y allí cayó en una confusión enorme, se encontró con que realmente no, en ese lustro que llevaban de conocidos no lo conocía a profundidad, no sabía sus temores, no reconocía sus alegrías, esto ultimo probablemente alentado por la carencia de las mismas, se dio cuenta automáticamente que el vínculo que tenían no era fuerte, no tenía resistencia y podría romperse sin dar mucha pelea. La telaraña mental que se estaba formando en su cabeza, desafortunadamente, no era solo por eso, realmente cuestionó todas sus relaciones, fue un momento tan tranquilo que permitió que su pensamiento se desprendiera totalmente, se dio cuenta que no conocía bien a nadie, todas sus relaciones eran tan frágiles y superficiales, esto la llevó a cuestionar que hacía mal, realmente quería alguien de confianza, alguien a quien contarle sus ideales y sus miedos, pero simplemente no terminaba por encajar, no daba el siguiente paso; No era la primera vez, el problema es que esta noche no tenía sus pastillas cerca para calmarse, todo parecía un abismo en momentos como este.
Universidad, época de descubrimientos, no solo académicos, sino también humanos; Un psicólogo, Alan Rod, un trabajador común que en su oficio se dedicaba a hablar con las personas, principalmente les ayudaba a examinarse así mismos y a relacionarse mejor; Estos dos componente, hicieron que la existencia de Sylvana y Wallace coincidieran, ella, una chica de intercambio desde Italia que desbordaba energía, espontaneidad, una personalidad que arrasaba por lo osado de la misma, era una chica divertida. Wallace por otro lado, interactuaba como cualquiera, destacaba solo por su pesimismo, siempre tenía un pero para todo, la realidad no es que buscara no hacer nada, él mismo se odiaba, odiaba no poder hacer cosas que otros hacían por temor, por sus complejos, por tener que contenerse cuando su actuar podía generar un cambio en algo, se odiaba.
— Oye —susurró Wallace, se acercó lentamente a Sylvana— ¿Todo está bien? —divisó la expresión en su rostro.
— ¿Ah? ¿Qué? —expresó confundida— Sí, sí, solo estaba mirando las estrellas ¿A eso vinimos no?
— ¿Solo para eso? —cuestionó Wallace, frunció el ceño— Creí que veníamos a hablar, bueno, nunca lo acordamos explícitamente pero... se presta el momento no crees.
— Wallace tú... ¿Crees que me conoces?
— No estoy seguro, ¿Sí, no? ¿Por qué la pregunta eh?
— Estuve pensando y no sé, quizás, tú y yo podríamos acercarnos más sabes. —murmuró Sylvana, agachó ligeramente su cabeza.
Wallace esbozó una sonrisa, no pudo contenerla.
— Tardaste cinco años en decirme eso —dijo Wallace en voz alta, abrazo a Sylvana.