Viena (Sebastian Stan - español)

24.

Viena, hemos regresado a ti.

Fue tan solo un fin de semana, pero se sintió eterno y a la vez fugaz. Estando con ella veía el tiempo pasar de forma diferente a cuando estaba solo, era un sentimiento que hacía mucho no sentía, o tal vez nunca lo había sentido. Con ella me sentía amado, completo e invencible. Me ayudó a salir de mi zona de confort poco a poco, y yo a su vez hice mi parte con ella. Ambos fuimos creciendo en pocos meses, aprendiendo cosas nuevas y sintiendo algo que ni siquiera puedo explicar con palabras.

Durante estas pequeñas vacaciones que fueron más como un escape de la realidad, habíamos llegado a explorar nuestra sexualidad aún más, estoy seguro de que eso nos unió un poco más como pareja y dejamos Constanza tomados de la mano, luciendo más felices y satisfechos con nuestra relación.

Y aquel sueño, oh ese sueño, donde yo era un niño caminando por las calles de mi ciudad natal y una mujer adornaba mi cuello con una bufanda, admito que por mucho tiempo estuve intrigado por ello. Pero ya no más, sabía que probablemente se tratase de Victoria, o tal vez no, pero en este momento ya no me interesa indagar más allá. Así que se quedará como eso, un sueño hermoso que seguramente olvidaré en algunos meses o años. Mi realidad es más interesante ahora, algo que no había pasado en mucho tiempo, por lo que quiero vivir en ella.

🖤

Llegamos al departamento cuando ya había oscurecido, seguía siendo invierno así que los días eran considerablemente más cortos en cuanto a luz del sol. Dejamos las maletas en el umbral de la puerta mientras nos quitábamos los zapatos mojados, había estado lloviendo en la ciudad y la acera estaba húmeda. Victoria se adelantó a la cocina, para ver si teníamos comida en buen estado para esa noche, mientras veía su silueta desaparecer de mi vista una sonrisa se dibujó en mi rostro. Y es que en ese momento era feliz, completamente e irrevocablemente feliz. Simplemente por tenerla a ella en mi vida. Dejando atrás aquella situación en Estados Unidos, supe que podría empezar una nueva vida con ella a mi lado.

La seguí a la cocina y la abracé por detrás sintiendo ese aroma a canela tan característico entrar a mis fosas nasales y embargar todos mis sentidos. Ella se volteó para verme de frente y tocó mis mejillas lentamente con una sonrisa en su rostro pálido. Y noté todos esos detalles que había estudiado la primera vez que estuvimos juntos, sus ojos color avellana, su cabello oscuro que iba creciendo desde que la conocí, sus pecas por muy pocas que fueran y esos labios delgados que al sonreír forman un corazón y que no dejan de asombrarme.

La besé profundamente. No para terminar de nuevo en la cama, sino para sentirla real, ahí conmigo. Ella respondió el beso dulce y lentamente, nuestras bocas bailaban a un mismo ritmo como las olas de un océano en un buen día. Cuando por fin abrimos los ojos, noté que los suyos se veían ligeramente cristalizados, con mi pulgar toqué una lágrima que corrió por su mejilla y ella me devolvió la misma sonrisa.

-Victoria, gracias por estar conmigo- susurré en su oído cuando la tomé de nuevo en un abrazo.
-Gracias a tí por permitirmelo.

Cuando nuestros estómagos se quejaron, hicimos algo rápido de comer con lo que encontramos en nuestro refrigerador y alacena. Comimos con nuestra mirada casi fija en el rostro del otro y entrelazamos nuestras manos de vez en cuando. Ahí me di cuenta de algo, esa etapa de nuestra relación se podría decir que es la "luna de miel" donde todo es perfecto y color de rosas. Aunque tal vez no haya sido así completamente, me hizo pensar si en poco tiempo esa "venda" como muchos lo llaman, se caería y empezaríamos a tener problemas... Desde que nos conocimos no todo ha sido perfecto, pero ¿llegaríamos a conocernos de una manera en la que descubramos que al final de todo, no nos gusta tanto la otra persona?

Ese pensamiento estuvo rondando por semanas en mi cabeza, hasta que un día decidí compartirlo con ella. Con la esperanza de que me dijera que era algo tonto que nunca pasaría...