CAPÍTULO .-3

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CAPÍTULO. -3

-Tendré que presentarme a la empresa –dijo mi padre, poniendo el plato de fresas sobre la repisa. –Si gustas, puedes salir, me dijeron que en dos cuadras está centro al Park –sonreí –Sé que eres fuerte –tomé la mermelada de la nevera – Tu madre llamó está mañana –dijo –Dijo que está en Egipto pero que la próxima semana quizá pueda venir –asendí.

Mi madre era una gran arqueóloga, y durante estos diez años se la ha pasado recorriendo cada parte del mundo, sus sueños se estaban cumpliendo, pero los míos no desde aquella noche...

-Vendrá con tu tío Robert –lo miré –Espero que si puedan venir –dijo mi padre, antes de beber del jugo con naranja, a pesar del divorcio mis padres habían entablado su amistad que tuvieron alguna vez, cuando eran jóvenes –Me tengo que ir –miró el reloj negro de su muñeca izquierda –Sal si quieres, nos vemos, princesa –me dio un beso en la frente y salió más rápido de lo que esperaba.

Mi madre vendría con mi tío...

Suspiré.

Tragué, y con la mirada en alto, recogí todo lo que había en la mesa, caminé hasta mi habitación, me miré por el espejo, y limpié las lágrimas de mis mejillas, tomé mi bolsa, y acomodé mi cabello en una cola alta, caminé hasta la puerta y cerré con cuidado. Bajé por el elevador, y miré a la gente entrar por la puerta de Lobby, maletas repletas de esperanzas, y chaperones cansados de cargarla, le sonreí a la recepcionista, y salí del gran hotel. Miré las calles llenas de automóviles, y a las personas de un lado al otro, niños, mujeres y ancianos correr por las avenidas, cruzar del otro lado a probar una taza de chocolate en la cafería de en frente, personas saliendo de ella, con encargos grandes, chicas guapas, saliendo de la tienda de ropa de a lado, con grandes bolsas, cargadas de ropa de un gran precio. Crucé la calle y seguí mi camino, hasta Central Park. Árboles frondosos, llenos de hojas verdes, un lago reluciente de aguas verdosas, y niños divirtiéndose en los juegos, almas inocentes que en algún momento dejarían todo eso, para volverse diferente, porque cuando llega la etapa de la adolescencia todo cambia, las personas dejan de tener alma de ángel, para ver a quien le salió más busto, quién tiene el cuerpo fornido, quien ocupa más seguidos en Instagram, y a cuantos me gustas llegan tus fotos en cualquier red social estúpida.

Me senté en uno de los bancos cerca de un puesto a perros calientes, miré al señor prepararlos, niños y jóvenes llegando, con la satisfacción que daban, alejarse un poco de lo rural y meterse dentro de los pensamientos.

-Dos por favor –dijo un Joven. Una voz gruesa y ruda para ser exacta, su altura era demasiado grande, su cabello negro estaba corto y el color de sus ojos daban una infinitud de almas sometidas al infierno >>era de un negro completamente intenso<< La estructura de su cuerpo, era demasiado fornida pero no exagerada como los absurdos estereotipos sociales, la tez de su piel era del mismo color que la de la mía, pero un poco más clara –Gracias, y buenas tardes –le dijo al Sr. Miré de nuevo el libro en mis manos, hasta que sentí la sombra de una presencia junto a mí. Era él, estaba parado enfrente de mí, sus ojos negros apuntándome a los míos, ¿con desafío? No, no lo era, pero con tranquilidad, sonrío –Buenas tardes, Srita –dijo.

-Buenas tardes –respondí, con la incomodidad frotando sobre mí –Soy...Darían.

-Mucho gusto, Darían –sonrío –Disculpa que te moleste, pero estás sentada sobre mis libros de la universidad –arrugué las cejas –Es broma –sonrío con ternura –Soy Erick –sonreí.

-Muy graciosa –dije con la misma sonrisa –A que debo vuestra presencia –bromé.

-Me preguntaba quién era la chica extraña, que admiraba un viejo parque lleno de desgracias –arrugué las cejas –Un parque donde las personas solo vienen a ver sus amantes, y se dejan ir, con tantas esperanzas extrañas, con la inestabilidad de niños cuyos padres no están presentes –sonreí –Y veo que la chica sonríe por mis explosivas exageraciones –dijo con la sonrisa más cálida en su rostro. –No eres de aquí, ¿verdad? –negué –Bueno, si es que no le parece inapropiado mi pregunta, ¿de dónde es usted? 

-Soy bueno aires –dije.

-Un país completamente apreciado –se sentó a mi lado – ¿Gustas? –asendí.

-Central Park es hermoso –dije, tomé el perro caliente, y le di un pequeño mordisco.

-Me parece un lugar demasiado agraciado, pero también demasiado apesadumbrado –lo miré –Verás, la vida aquí es distinta, muchos creen que es mágica, llena de esperanzas, pero no es así, lo que siempre uno debe tener presente es ver más allá de sus sueños –arrugué las cejas –La vida es difícil, pero no siempre aturde, es una complejidad, millones de cosas que puedes hacen ella –sonrío –No solo te centres aquí, ¿quieres acompañarme? –lo miré –No te haré nada.

Algo en mí, confiaba en él, como si me hiciera abrir los ojos, de esperanza, de que no todos era iguales, como...

-Me apetece conocer nuevos sitios –le devolví la sonrisa. Erick, sonrío.

-Entonces –suspiró –Hermosa dama, daremos un paseo –tomó de mi brazo, como en los cuentos. Era extraño. Jamás me acercaba a un hombre que no fuera mi padre, durante diez años, hui de ellos, por temor, pero con este extraño chico, sentía que era un lugar, donde la perspectiva cambiaba, tomaba otro rumbo.

-Me parece bien –dije, mirando los grandes árboles de Central Park, mirando el gran cielo azul, acompañada de grandes nubes blancas, mientras el canto de los pajarillos se escuchaba, como todo pasaba rápido, y como este extraño joven de ojos negros, cambiaron todas mis expectativas.

Las calles de Nueva YorkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora