PABLO
Entonces me desperté, me dolía la cabeza y por un momento no recordaba nada. Abrí los ojos y estaba oscuro, lo único que vi fue lo que me estaría atormentando toda mi vida.
Tardé en reaccionar, no sabía qué hacer y me quede inmóvil por varios minutos, aunque parecían años. Entonces oí un pitido desagradable que provenía de todos sitios. Llegaron muchos hombres y me esposaron, entonces miré atrás, donde hacía menos de dos minutos estaba tumbado inconsciente y me fijé por última vez en aquella niña que yacía en el suelo, y pensé si la muerte ya se había llevado su preciosa y alegre alma a otro lugar.
∞
- Hace dos días de este terrible suceso y por lo que se mi Señoría, la policía encontró a este asesino en un banco con cuatro muertos. Tres de ellos eran agentes de seguridad del banco y el último cuerpo era una niña de 8 años masacrada con 7 tiros a quemarropa. Este tío es un ladrón y un asesino sin escrúpulos, un loco y un pedófilo. Creo que debe morir en la silla eléctrica y sufrir como esas personas que...
- ¡Silencio en la sala! –dijo el juez- señor Rodríguez tranquilícese, dejemos que la defensa hable.
- Gracias Señoría, mi cliente y yo solicitamos hablar de esto a solas y que el juicio se aplace, queremos recordar que todavía no hay pruebas que respalden esa acusación. Dejemos a la policía que haga su trabajo y descubriremos si el señor Rodríguez está en lo cierto.
Unos hombres me sacaron de la sala. Mucha de la gente presente me quería muerto y me abucheaban al unísono con gritos. Y es que aunque de todo lo que me acusaran fuera cierto, la única verdad es que no recordaba nada.
Mi abogado, el señor Rodrik, era un hombre listo. Había estudiado derecho y se sabía toda las leyes al dedillo. Era un hombre bajo, medía 1.65, tenía el pelo gris con unas gafas negras. Rodrik era un viejo amigo de la familia de Nicole.
- Pablo, ay Pablo en que lío te has metido...
- Rodrik, yo no maté a esas personas o al menos no me acuerdo de ello.
- ¿Y qué hacías en un banco y con una pistola? –dijo Rodrik muy nervioso.
- No lo sé, ¡no tengo la menor idea! Ya te he dicho que no me acuerdo, todo ha pasado muy rápido y ni si quiera he podido ver a Esmeralda.
- ¿Esmeralda? ¿Quién es Esmeralda?
- Mi hija, ¿no me digas que no sabes quién es? ¡Ah, es verdad! No pudiste conocerla, pues si que hace tiempo que no nos vemos...
- Si, por lo menos 20 años. Desde que, bueno da igual... Esmeralda es un bonito nombre. No sabía que tenías una hija. ¿Cuántos años tiene? ¿Cómo es? Háblame de ella. –Rodrik preguntó emocionado.
En ese momento me quedé paralizado, con un abogado de 67 años mirándome muy alegre. No me acordaba de Esmeralda, era extraño. Sabía su nombre pero cuando intentaba visualizarla solo veía una sombra sin rostro.
- Pablo, ¿cómo es?
- No, no me... acuerdo.
- Pablo, ¿es broma no?-dijo Rodrik riéndose.
Me empezó a doler la cabeza, como cuando me desperté en el banco. Parecía un dolor interminable y también oía un pitido infernal.
- Eh, bueno Pablo, sigamos con el caso por el que he venido. Necesito algo fuerte, que te haga inocente, ¿sabes?
- Ya te he dicho que no me acuerdo de nada.
- Bien, pues empezaremos por algo sencillo. ¿Qué es lo último que recuerdas antes del suceso?
- Pocas cosas, desayuné unas tostadas y luego cogí mi bolsa del gimnasio. Volví a eso de las 12:30 de la mañana y empecé con mi trabajo. Soy tele operador, trabajé sin descanso hasta las 14:30 cuando me llamó mi jefe, tenía que ir a las instalaciones por "algo importante" –hice el gesto de comillas con mis manos a Rodrik- y que no podía esperar. De camino, encontré un puesto de comida rápida y me pedí un burrito gigante, estaba buenísimo. Cuando tuve de frente el edificio de mi empresa, subí las escaleras pasando por recepción hasta la oficina de mi jefe. Me despidió, tal cual. Todo mi esfuerzo, mi dedicación, ¡ese hombre es un imbécil!
Pegué un golpe a la mesa que separaba el asiento de Rodrik del mío. Fue un acto reflejo supongo, a veces no pienso lo que hago y me consume la ira.
- Tranquilo Pablo. Sigue por favor –dijo Rodrik intentando parecer relajado.
- Ok, perdóneme. Salí del edificio y estuve dando vueltas intentando tranquilizarme hasta que llegué al banco. Algo me atrajo hacia dentro. Una niña estaba sentada en un sofá jugando con un juguete y al lado había una mujer, preciosa. Era una guardia de seguridad. Ya que estaba en el banco decidí sacar el dinero que estaba ahorrando para por fin comprarme ese coche que tanto quería y escapar de esta estúpida ciudad, empezar de cero. Entonces, cuando iba a sacar mi dinero oí un grito y todo se volvió negro. Después solo recuerdo despertarme allí con todas esas personas muertas.
- ¿Ya está? Pablo intenta recordar algún detalle más.
Alguien entró por la puerta y dijo que ya se había acabado el tiempo y que me tenía que ir al calabozo, como los dos días anteriores.
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En la lista negra
SonstigesUna matanza de personas, un robo. Disfruta de esta novela detectivesca, de acción y con unos toques de humor y suspense donde nada es lo que parece. ❗NO se publicarán más capítulos de esta novela.