५🖋Volví entonces a nuestro gran palacio.
Sonreí con amargura.
¿Qué nos pasó, mi amor?
¿Dónde están los recuerdos de estas paredes? ¿Dónde están mis labios y los tuyos? ¿Dónde está todo el arte que pintaste de nosotras y todos los poemas que recité de nuestro amor?
Aún me siento a recordar cuando entre mis brazos y los tuyos no existían fronteras ni mucho menos vacío. Hoy no hay más que un batallón enorme de caballeros que darían su vida por ti y que alguna vez fue por nosotras.
Me ganaron la guerra.
Me exiliaron de nuestra tierra llena de amor, arte y paciencia.
Plantamos cada árbol con pureza y murió en decadencia, sobre una guerra que no empezamos ni tú ni yo: sino el pueblo desmedido que nunca entendió tu falta de decencia. Solamente se dedicó a verme a mí y a mi imprudencia.
Porque te amé con imprudencia, sí. Me desviví por ti y quise creer que tus nudillos estaban tan rojos como los míos. Quise creer que tu espada se llenaría de sangre por mí: por nosotras. Quise creer.
A veces, todavía creo.
He vuelto a las paredes de este palacio que construimos en nuestros años felices, pero me has negado el paso. No te importó que hayas encerrado mi corazón en estas cuatro paredes que hicimos, pues tú misma las deshiciste. Siempre fuiste la reina absoluta de este palacio. Nunca hubo nadie más que tú.
Te has burlado en mi rostro diciéndome que nunca volverías a abrir la jaula donde está encerrado mi viejo corazón, pero me escabullí. Si no me dejas, ¿cómo voy a huir de ti? Porque tus comandantes de guardia me llevan como un perro cuando yo no quiero saber más de ti.
Me encuentran vagando por las calles y solo necesito huir.
Te lo he dicho: ya he visto cómo termina esto y mi vida siempre termina agotada. Con cada vez que te aburres del castillo, golpeas mi corazón y exprimes cada mísera gota de vida que en él queda, pues siempre ha sido tuya. Siempre ha estado a la merced de la reina de mis plegarias, pues creí más en ti que en el mismo Dios que me permitía amarte.
Y te burlaste.
Quisiste remodelar cada hueco que quedó de la guerra entre tus labios y los míos. Borraste tu memoria y quisiste hacer parecer como que solo de mi boca salieron blasfemias y que tú eras una víctima de mis palabras. Eran solo plegarias, pues lo único que hacía era rogarte que no me dejaras.
Y aún así, me dejaste. Nos dejaste.
Hoy no sé cómo te sientes satisfecha con todos los vagos adornos con los que escondes nuestra historia. Solo muestras los cuadros que tú misma pintaste sobre nosotras: en donde tu llanto no paraba y de mi boca no salía más que la sombra de tu incertidumbre y el veneno de tu nombre.
Pusiste cuadros de tu "Ejército Salvador" por encima de mis poemas cargados de amor. Los cubriste con sus mentiras, su rabia y su desamor. Quisiste que ellos pensaran que yo misma no te había causado más que dolor.
Pero puedo mostrar mi propia sangre y mis propias lágrimas, que no mienten pues ya no se derraman por tu calor. Ya no te buscan, no te imploran, no te aman.
NO te aman.
Quise acabar con esto, pues siempre supe cómo iba a terminar. Mirar sus rostros felices de haber logrado separarnos solo me hizo reflexionar: tal vez la frontera entre tus labios y los míos siempre estuvo pintada con tus pinceles y yo, por mi sesgado amor, nunca pude verla, pues se sentía nuestro (mi) amor aún más grande. Más puro. Más feroz. Más mío. Más nuestro.
Hoy miro las paredes de nuestro palacio una vez más. Sé que me tocan la puerta del estudio porque mi nombre está maldito entre estas paredes, pero no puedes hacer nada. Tengo tanto poder como tú en este viejo rincón donde solíamos hacernos de amor: de nuestro amor.
Ninguno de tus indomables guerreros puede entrar, por más que se cansen de tocar. Ni siquiera tú, por más que te canses de rogar: de implorar.
Arranco cada cuadro que has pintado de ellos y tomo mis poemas sin amar.
Se desgarran en mis manos.
La tinta se corre entre mis dedos y quisiera no haberte amado sin parar. Sin pensar. Sin lamentar.
Quisiera no haberte escrito tanto,
pues no escribiría ahora con pesar.Quisiera que no me hubieras exiliado de nuestro lugar único del mundo,
quisiera que no hubieras hecho de él tu cuna de hipocresía y tu lugar para llorar.Cómo quisiera
no habernos hecho de letras
en este lugar donde mi nombre está maldito
y el tuyo lo alaban sin cesar.
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Cartas para ti • 20 one shots | 20 songs
PoesíaRelatos cortos sobre canciones que no escribí.