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David abrió los ojos cuando los rayos del sol le golpearon en la cara, teniendo como primera vista el blanco techo de su dormitorio. Se levantó de la cama, teniendo una leve resaca por las bebidas que tomó ayer.

Después de la fiesta caminó por ahí, terminando en el parque mirando el lago, al menos hasta que vino...

El chico misterioso.

Era curioso, no recordaba en qué momento volvió a casa, o quién fue el primero de los dos en irse, pero sí recordaba la figura del chico, esa esencia tranquila que traía consigo que le hacía... ¿relajarse?

Inició su rutina diaria, ir al baño a arreglarse y después desayunar, cambiándose de ropa para salir a correr sus 70 minutos diarios, costumbre que le quedó de niño cuando practicaba atletismo.

Ese día su mente estuvo perdida en sus pensamientos, teniendo por primera vez en su vida ganas de algo.

Ya quería que fuera de noche.

Hoy había luna llena, a lo mejor volvía a estar ese chico allí. Se colocó un jersey marrón oscuro (las noches de septiembre empezaban a tornarse frías, y no quería resfriarse) junto unos jeans negros y zapatillas, caminando con algo de impaciencia al parque de ayer. La cálida nube de vapor que salió de su boca lo entretenía de cierta manera, como un niño pequeño, al menos hasta que lo vio.

El chico misterioso, sentado en el mismo banco de ayer, en un extremo.

Suspiró, acercándose para sentarse en el mismo lugar que ayer, intentando fingir que no vio al chico. La vista era algo increíble, digna de portada de película.

-Hola- David se giró al escuchar al chico a su lado hablar, sintiendo por unos segundos el aire atascarse en su garganta, tenía una voz muy agradable-. Lo siento, ¿quieres que me vaya?

-No, en todo caso yo debería irme, tú llegaste primero- el contrario se giró para verle, dejando ver sus ojos azules y una pequeña cicatriz en su ojo izquierdo, el cuál parte de su flequillo tapaba-. Viniste ayer, ¿no?

El contrario asintió, volviendo a dirigir su vista hacia el lago. David no supo si lo hizo por timidez o por molestia, así que simplemente imitó su acción.

No supo con exactitud durante cuánto tiempo estuvo mirando, seguramente más de quince minutos, hasta que su voz volvió a sonar.

-Me llamo Alex, ¿y tú?

El moreno sonrió levemente, mirándolo de reojo.

-¿Es tu auténtico nombre o tu apodo?

-Quién sabe, tendrás que empeñarte en averiguarlo.

David soltó una pequeña risa, le caía bien.

-David.

Vio al contrario levantarse, girándose para verle con una pequeña sonrisa.

-Un placer David, pero ya debo de irme. A lo mejor nos volvemos a ver.

-Eso espero.

Ambos se sonrieron para seguidamente el azabache empezar a caminar hacia la salida del parque. David suspiró, mirando a la luna aún con esa pequeña sonrisa en su cara.

No fue una conversación muy normal o amplia, pero al menos la disfrutó.

Tal vez mañana le volvían las ganas de regresar.

Luz de luna// Fargexby Donde viven las historias. Descúbrelo ahora