Día 3. Temática libre/Cumpleaños.

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*Nota*
En este "soulmate" use el recurso de los tatuajes, quiero aclarar que estos solo aparecen cuando se esta cerca del destinado y lo hacen en el mismo lugar para ambos.



Soulmate

Ray tenía 35 años y hasta ahora su alma gemela no se ha presentado, normalmente esto ocurre al cumplir los dieciocho años, claramente Ray hace mucho que dejo esa edad atrás. No tendría por qué preocuparse, pero lo hacía, él quería tener alguien con quien compartir el resto de su vida, pero parecía que jamás lo haría, llevaba años esperando que el tan esperado tatuaje que compartiría con su destinado apareciera sobre su piel, pero esto no ocurría.

Las probabilidades de que su alma gemela fuera muy menor a él, eran muy bajas, era algo que sucedía, pero eran casos muy aislados, era muy raro ver algo así, pero era posible.

Le daba mucha pena pensarlo, y lo hacía sentir como si hubiera algo mal con él, y es que en el fondo deseaba que su destinado fuera Henry, en realidad no hace mucho que se empezó a sentir atraído de sobremanera por el rubio, pero un día sintió una aún más fuerte conexión creciendo, cada vez que lo veía, lo notaba más bello, no se podía concentrar cuando él estaba cerca, en las peleas recibía más golpes que antes debido a su poca concentración.

Ray se encontraba en la capicueva, pensando en la única persona que se robaba toda su atención, le gustaba su espontaneidad, su carácter, era bonito, Henry era bonito, le gustaba verlo sonreír, eso lo hacía feliz.
Si Henry no es mi alma gemela, espero que no aparezca —pensó Ray.

Estaba tan sumergido en sus pensamientos, no escucho cuando el elevador se abrió y mucho menos noto que el rubio salió de este.

Henry le llamo unas cuantas veces al notar que no atendía, lo sacudió por el hombro, Ray se levantó de un salto asustado por salir tan abruptamente de sus pensamientos y poniéndose en posición de pelea.

—Hey, tranquilo amigo —dijo el menor al notar la reacción de su amigo—. Te hable varias veces, pero, no respondías.

—Lo siento Henry —contesto el castaño relajándose un poco.

—¿En qué tanto pensabas? —pregunto el rubio con verdadera curiosidad.

—En nada importante —respondió Ray, alejándose del chico.

El rubio miro con los ojos entrecerrados a su jefe.
—Está bien —dijo el chico sin sonar convencido.
—Por cierto, ya casi es mi cumpleaños y quería…
El mayor no dejo terminar de hablar a Henry.
—No puedes faltar.

—Pero no te he dicho nada —se quejó el rubio por la respuesta recibida.

—No hace falta, se lo que lo que pedirás —respondió el mayor guiñando con un ojo.

—¿Ah sí? Pues dime.

—Me ibas a pedir que te dejara faltar el día de tu cumpleaños —dijo Ray al rubio que lo miraba expectante.

—Ok, sí era eso.

Una semana después por fin llego el día del cumpleaños de Henry, como era de esperarse Ray no le permitió ausentarse, esta acción en realidad tenía otro fin, y es que quería estar cerca del rubio para celebrar su cumpleaños.

Charlotte, Jasper y Schwoz se encargaban de decorar la capicueva, Henry no tardaría mucho en llegar, y quería que todo luciera bien, Henry cumpliría 18 años, la edad en la que aparece la marca de los destinados, desde que cayó en cuenta de la edad que cumpliría el chico, no le gustaba pensar en que su destinado aparecería y lo arrebataría de su lado.

Los chicos ya habían terminado de decorar el lugar, lucia muy bien, escucharon el sonido del elevador, sabían que Henry estaba en este, corrieron a esconderse y apagaron las luces.

El elevador se abrió, Henry no podía ver nada debido a la oscuridad que había.
—¿Por qué esta tan oscuro? —dijo el rubio moviendo las manos intentado tocar algo para saber por dónde caminar—. Espero que no sea una broma como la vez pasada.

Todos salieron de sus escondites sorprendiendo a Henry y ganándose un grito agudo por parte del rubio.

—¿Qué les pasa? ¿Pude haber muerto? —el rubio tenía una mano sobre su pecho exagerando la situación.

Ray se acercó, lo abrazo.
—Feliz cumpleaños Henry —le susurro cerca del oído.

El rubio sintió escalofríos, una zona del cuello le empezó a picar, pero no era al único, Ray también sintió una leve picazón en la misma zona que Henry, no le dio real importancia, mientras los demás abrazaban y felicitaban a Henry fue por el pastel que habían comprado, intentaron hacer uno, pero todo salió mal, el castaño llevó el pastel hasta donde estaba Henry, de nuevo la picazón apareció en la misma zona, pensó que quizá un pequeño bicho lo había picado, después se tomaría el tiempo para revisar, llego hasta donde estaba el rubio.

—Henry, pide un deseo —dijo Ray sonriendo.

Henry se detuvo a pensar un momento y soplo las velitas.

—¿Qué fue lo que pediste? —pregunto el mayor con curiosidad.

—No puedo decírtelo, si lo hago ya no se cumple —respondió el rubio, tomando un poco de la cubierta del pastel con su dedo y llevándola a su boca.

Ray solo miro para terminar sonriendo, de nuevo sintió el picor en su piel, ahora acompañado con un ligero ardor, dejo el pastel sobre la mesa y se fue al baño para mirarse en el espejo, y descubrir lo que tenía en el cuello.

Entro topándose a Henry.
—Lo siento, estaba abierto —dijo Ray saliendo rápidamente del baño.

—Entra y ayudaba a ver que es lo que tengo aquí, me pica y arde un poco —se toco la zona que tenia "lastimada".

—¿En serio? A mi también, parece que el mismo bicho nos ataco —contesto Ray acercándose al chico para mirar su cuello, puso una cara de confusión al mirar lo que era—. Henry ¿Cuándo te hiciste ese tatuaje?

—¿Cuál tatuaje? —pregunto sorprendido.

—El que tienes justo aquí —dijo el mayor señalando el lugar.

—Yo no me hecho ningún tatuaje —afirmó Henry—. ¿Qué forma tiene? Al menos esperó que sea genial.

—Solo parece un enorme punto, y en el centro tiene una pequeña letra "R" —el castaño enarco una ceja—. ¿Te tatuaste la "R" por mi? —movio las cejas de arriba abajo.

—¡¿Qué?! No... —el rubio se quedo callado un momento, cayendo en cuenta de la verdadera situación—. Dejame ver lo que tienes en el cuello —rodeo el cuerpo del mayor para poder mirar el problema de Ray. Abrió los ojos sorprendido, ahí estaba el mismo tatuaje, pero con una pequeña diferencia, la letra que Ray tenia era la "H"—. Tú...

—¿Yo qué? Henry ¿Qué es lo que tengo? —pregunto sonando ansioso.

El rubio no lo podía creer, Ray era su destino.
—Tienes el mismo tatuaje, pero el tuyo tiene una "H", tú eres mi destinado.

No era el cumpleaños de Ray, pero este era el mejor regalo que le habrían podido dar.

—¿Sabes? Ese fue mi deseo —dijo el rubio parándose frente Ray, estaban demasiado cerca—. Los deseos si se cumplen —Henry término por acortar la distancia que había entre ellos, puso sus labiis sobre los de Ray, dándole paso a un dulce y casto beso.

Fuera del baño, a no muchos metros de distancia, se encontraba una muy sonriente Charlotte, recibía felizmente el dinero que les había ganando a sus amigos al apostar que Henry y Ray eran almas gemelas.


💫🔮🔮🔮🔮💫

Tarde pero seguro, aquí les dejó mi aporte del tercer día, espero que les haya gustado, y gracias a todos los que me leen.

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