El Jardín De Gente

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Mientras calentaba el café pensaba en como debía de ir vestida. Sabía a donde me dirigia pero era la primera vez. Iba a un funeral, si, sé que debo de ir de negro pero igual, estaba nerviosa. Decidí ponerme un jean y una camisa total solo iba a acompañarlo. Si, no se trata de un familiar o amigo mío sino de mi mejor amigo Pablo. Despúes de años quise ir a visitarlo.

Pablo iba a nuestro colegio y murió. Es mejor decirlo así y no mencionar la palabra suicídio o así me lo había dejado en claro los noticieros Nunca mencionaban esa palabra, era demasiado para asignarla a alguien que amas. No estaba en la lógica, personalidad o características de ese alguien pero eso había sido. Ni más ni menos. Y supongo que ahí es donde comienza la no aceptación. En algo tan simple como una palabra.

El psicólogo de Pablo iba también, lo había acompañado durante mucho tiempo como para no ir. Decidimos ir en mi auto mientras escuchábamos música.

Escuchábamos música para ir al jardín de gente. Si, así había decidido llamarlo. Me agotaba la consciencia estar todo el día escuchando sobre muertes de todo tipo y cómo había sido o dónde o cuándo o por qué. Siempre escuchaba terceras voces, siempre miraba el punto de vista de las terceras voces y a veces parecía tan real, tan acorde a cómo había sido pero no era así. La verdad de todo se hallaba en ese jardín ahora para siempre enterrado. Y dolía no poder escuchar las versiones reales

Dolía como el infierno no poder ver a través de tus ojos, reemplazar mi cuerpo y que estuvieras en mi posición. Dolía saber que mientras vos vivíste el antes de la muerte yo tendría que enfrentar el después sin haber hecho nada. Y el despúes duele, sobretodo cuando no se cuenta con la gente necesaria, los sentimientos en reverso y la boca muda pero el corazón gritando

Decidí ir para ponerle un punto final con coma. Con la intención de terminar pero sabiendo que debía cargar con esto en un eterna melancolía

No quería decir ninguna palabra ni siquiera hablar con el psícologo. Siempre me habían caído tan mal. Dudaba de su profesionalismo más cuando pasaban estás cosas. ¿Qué es ser un psicólogo profesional? El psicólogo que tu mamá te obligaba a ir porque tenías problemas y los iba a solucionar. No, un psicólogo profesional te dice que no, la mierda va a estar ahí temporal o eternamente y lo peor de todo es que se trata de mierda ajena pero está y no la pretende escondertela. Te dice que tus problemas son igual de importantes que los de suyos porque también es humano y no una máquina que trabaja cada vez que le pagan. Te deja en claro que está a ir para dar y no solo recibir. Te abraza como si nunca hubieras recibido un abrazo. Te seca las lágrimas con su compañía aún sin que tuviera un pañuelo porque eso es, te cuida sin saber cómo pero si sabiendo que vos podes ocupar su lugar. Porque es humano, porque somos humanos y podemos ocupar el lugar del miedo, horror, tristeza en un segundo pero el lugar de la empatía cada vez ni siquiera lo veía como un lugar, sino como un viejo recuerdo de alguna época.

Y habían tantos psicólogos así. Sin un toque de profesionalismo pero maestros en el arte de esperar que pronuncies esa palabra que te traba, ese recuerdo que te atormenta y estarían ahí y encontrarían otras palabras con otras palabras de gente que tampoco podían pronunciarlas y ahora, tiempo después, las ves cantando.

Ese era el psicólogo de Pablo. Ahora el psicólogo de Pablo iba a su funeral y yo también porque ambos sabíamos que podíamos ocupar su lugar en un segundo

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