Bruno:
Gracias al consejo de una amiga, empece a escribir sobre ti. Llenas mi mente tan constantemente que a veces no recuerdo lo que era no pensar en alguien todo el tiempo. Me puse a pensar en como sería vivir contigo. Probablemente seríamos un desmadre. Mis libros y tus libros desparramados por el pequeño departamento, algunos en el librero de nuestra habitación, pero muchos otros sobre la mesa del comedor, en los burós, en la cocina. También nuestras películas estarían regadas por el lugar. La cama se la viviría destendida, y las paredes seguirían pintadas de blanco porque no dejamos de discutir si estarían mejor verdes o naranjas. Pero, a pesar de las discusiones, seríamos felices. Nos retaríamos día a día, yo desquiciando te con mis divagaciones existenciales y tu a mi cantando todo el rato. Desafinaríamos juntos. Reiríamos juntos. Nos desesperaríamos ante la estupidez del personaje de la novela que estuviéramos compartiendo. Durante el día tu irías a la facultad de gastronomía y yo iría a la de literatura. A pesar de que cocinas más rico que yo, no te importa ser mi conejillo de Indias para mis experimentos culinarios. A veces te quejas, a veces me quejo. Pero no importa, no te importa que yo baile descalza y sin ritmo por la casa, y a mi no me importa que desafines todo el día dentro de la cocina. Lo que importa es que, al final de cada día, son tus brazos los que me rodean, y yo se que este es mi lugar.
Tuya,
Cheeks
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Notas sobre él
RomanceNunca pude imaginar que se instalaría de esa manera en mi a vivir. Pero lo hizo. No lo puedo culpar. Y no me importa. Pero tenía que decirle lo que sentía, aunque nunca se fuera a enterar. Bruno, estas cartas son para ti.