𝙞𝙠𝙞

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― ¿Por qué haría algo como eso? ― rodé los ojos al escucharlo. Pasé mi brazo por sus hombros mirando hacia el frente señalando a la chica nueva.

― ¿Quizá porque se te quedó viendo toda la clase...? ― dije con ironía mientras me alejaba para caminar hasta una banca y sentarme en esta, sin dejar de mirar a la chica que estaba sentada a medio patio.

Angelly Holt... ese apellido me sonaba demasiado conocido como para no ser de por aquí.

― Sé que soy ardiente, pero no por eso la voy a invitar el primer día de clases para ella.

― Y lo único que yo sé de ti es que eres un cobarde. ― una carcajada salió de mi garganta al ver su cara mientras trataba de prender su cigarro con un cerillo. Suelto un suspiro con pesadez a la vez que sacaba un encendedor de mi chaqueta y le prendía su apreciado tabaco. ― El día que te compres un encendedor voy a tener un ataque al corazón.

Dirige mi mirada al frente por unos segundos topándome con aquellos ojos de nuevo, pero ahora junto con una sonrisa; ladeé la cabeza sin ponerle tanta atención y miré hacia otro lado.

Al parecer había atrapado la atención de la chica nueva; sinceramente no era de mi interés, más que nada porque no me gustaba que me estuvieran stalkeando o cosas raras que hacen las personas cuando alguien les gusta, es bastante irritante tener a alguien atrás de ti todo el tiempo, aparte de que qué flojera seguir a alguien a quien no le importas ni un comino. Y sí, tal vez me adelantaba a decir que yo podría estar gustándole, pero... ¿Por qué otra razón no dejaría de verme? Vamos, que no era ni popular ni el mejor de la clase, lo intentaba, pero nunca lo fui; fuera de eso, no es que no fuese solicitado, la verdad Yoon siempre me decía que una que otra chica se moría por salir conmigo (cosa que nunca pasa), y que normalmente siento que él lo exagera, ya que ninguna de esas chicas me habla ni yo a ellas.

― Jeon, ¿me estás escuchando? ― volteo a ver al pálido chico sentado a mi lado con los ojos más abiertos de lo normal dirigiendo mi mirada y toda mi atención hacia él, que estaba sentado a un lado mío, ¿en qué momento empezó a hablar?

― No, la verdad no... ― carraspeo mi garganta mientras me levantaba y le quitaba el cigarro de la mano al chico. ― Vayámonos a casa, anda. 


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— ¡Hey, rubio! — grito al entrar a la casa dejando la puerta abierta y al mismo tiempo las bolsas de comida en el sofá.

— ¿Qué hoy no trabaja ése vago?

— Descansa los lunes... — aviento mi mochila al mismo lugar que la comida y quito mis zapatos lo antes posible. — o eso recuerdo de la última conversación que tuvimos mientras él estaba medio sobrio.

Escucho algunos torpes pasos bajando la escalera junto balbuceos imposibles de descifrar; de la nada aparece un cuerpo sin camisa con cabello desordenado y una cerveza en la mano, ése es Changkyun. Mi queridísimo roomie es nada más y nada menos que un adicto a sustancias ilegales, tanto que él las vende, y claramente las consume de sobremanera; carácter infantil pero fuerte, a veces aniñado y otras veces jodido, obvio, con ése problema de drogas ¿quién no tendría cambios de humor tan desagradables? De igual manera no lo juzgo, no soy quién para hacerlo ni mucho menos para obligarlo a dejar esas cosas, es su vida y aunque no lo parezca, es mi amigo y lo quiero (iugh, ¿en serio dije eso?). En fin, es un desastre, pero agradable hasta cierto punto, carismático, amigable, feliz con lo que hace y eso es más importante.

— Y ahí está nuestro fármaco andante, el que me debe una semana de gasolina por tomar mi motocicleta sin permiso. — menciona el pelinegro detrás de mí caminando hasta el contrario tratando de quitarle la botella de vidrio.

⌜ M o u n t E v e r e s t⌟Donde viven las historias. Descúbrelo ahora