Capítulo 1: Introducción

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Soy Andrea madre de tres hijos y tengo un marido llamado Fernando, que es un gran cocinero. También esta nuestro perro Vahu, un tierno labrador.

Mi hijo mayor, Félix, tiene 18 años y va a ultimo año de secundaria. Es un chico de gran estatura, delgado, con pelo castaño claro y ojos verdes traslúcidos al igual que su padre.

Después le sigue mi única hija, Gadea, con 16 años, va a tercer año de secundaria. Es alta, esbelta, su pelo es lacio y largo, su color de pelo es miel al igual que sus ojos.

Por último está mi hijo menor, Noah, con 14 años, va a segundo año de secundaria. Es parecido a su hermano mayor solo que su pelo es morocho y sus ojos son grisáceos, al igual que los míos.

Trabajo como una abogada, mis horarios son extensos y muy complicados así que no paso mucho tiempo en mi casa y rara vez tengo un descanso. Fernando también tiene horarios extensos pero se podría decir que él disfruta bastante más su trabajo, cocina con todo su corazón lo que va a servir ya que es muy importante que su comida sea lo mejor posible para estar a la altura del famoso restaurante en el que trabaja y mantener su puesto como chef principal.

Félix se encarga de llevar a sus dos hermanos a la escuela porque mi trabajo y el de mi marido no nos lo permiten. Luego Gadea y Noah vuelven caminando solos del colegio ya que Félix tiene un trabajo de medio tiempo como cajero en McDonalds, pobre de él.

Como los tres suelen ser muy traviesos ya los tengo amenazados con prohibirles la Nutella por un mes ¿Por qué hice eso? Bueno, ya verán.

*Flashback*

Llegué tarde del trabajo muy agotada, así que les pedí a mis hijos que cocinaran ya que mi marido tenía una reunión de trabajo y yo cocinaba fatal.

Saqué las llaves de mi bolso y abrí la puerta sin esperarme lo que iba a ver.

-  ¡¿Pero qué rayos pasó acá!? – Dije abriendo mucho mis ojos en una expresión de ira y horror.

- Emmm, planeábamos hacer cerdo ahumado… - Respondió Noah notablemente asustado.

- ¡¿Y por qué hay un cerdo vivo en la sala?! – Grité furiosa.

Había huellas de barro por todo el piso y varios jarrones se habían estrellado contra el piso, el mantel de la mesa estaba sucio y desgarrado, para colmo la pequeña mesa que estaba en frente del sillón había sido volteada y la comida que habían dejado mis hijos ayer sobre la mesa fue devorada dejando migas por todos lados.

Había un cerdo recostado en el sillón comiéndose unas flores artificiales que pertenecían a uno de los jarrones ahora roto. Como el cerdo estaba sucio con barro y varias cosas más que no me atrevía a identificar, el punto en donde estaba cómodamente despatarrado iba a ser marcado de por vida por la suciedad que había dejado en él.

- El de la carnicería no tenía cerdo, así que conseguimos uno, pero cuando lo trajeron… - Dijo Gadea con fingida inocencia, cuando le dirigí una mirada asesina no logró terminar la frase.

- No sabíamos que lo iban a traer vivo… – Dijo Félix en tono de súplica como pidiendo perdón.

- ¡Podrían haberle dicho que ya no lo querían! – Grité furiosa antes de que siga hablando.

- No podían llevarlo de vuelta, verás, dijeron que su jefe quería deshacerse del cerdo para destruir evidencia de terrorismo y… - Había reprochado Noah. ¿Terrorismo? ¿Really nigga? Se pasan.

- ¿Terrorismo…? – Siseé amenazante - ¡¿Qué rayos tiene ese cerdo tan peligroso que no lo pueden devolver?!

Se encogieron de hombros los tres al mismo tiempo y yo llevo mi mano a mi cara exasperada, estos tres no tenían cura ¿tan mala madre soy? Estos chicos parecían un trío de psicópatas irresponsables.

- ¿Saben cómo puedo yo contactar a este hombre que se los trajo? – Pregunté ya más tranquila dispuesta a arreglar esta ENORMEMENTE complicada situación.

Se los resumo, el tipo no nos ayudó, terminó acusándonos a nosotros de criminales por tener un cerdo con una droga peligrosísima en su interior para, de paso, desviar las sospechas de él y su jefe. Pasé la noche en una cárcel mientras investigaban el caso y terminaron liberándome por la poca habilidad de mentir del hombre. Al parecer tenía señales de haber consumido esa droga y lo negó rotundamente, les doy una pista: nunca va a poder trabajar de actor.

Definitivamente la peor noche de mi vida, nunca más los dejo cocinar solos.

*Fin del flashback*

Esos tres son unos torpes, ni quiero recordar esa noche de vuelta, ya fue suficiente por hoy. Si se atreven a hacer algo parecido a eso aunque sea por accidente definitivamente se quedan sin Nutella, no me importa si ellos pueden o no vivir sin ella, pero todo pote de esa delicia que pase por la puerta de mi casa durante ese mes (si es que tengo que usar esa medida) solo puede ser consumido por mí, lección universal de vida: la Nutella no se comparte.

También recuerdo cuando quisieron teñir al perro de verde con un spray que creyeron que era temporal, menos mal que los detuve antes de que pinten algo más que la cola, pero el color no se le fue hasta después de casi tres meses, si tan solo se me hubiese ocurrido antes ese castigo todavía estarían pagando por ello.

El pobre de Vahu aún se asusta cuando los ve a mis hijos acercarse con latas en la mano, y debería, porque si es desodorante corporal probablemente huelan peor que una media de un deportista sudoroso. Agradezco a Dios la existencia de esos desodorantes, son muy necesarios para no morir intoxicado por el olor, deberían dejar de hacer ejercicio y dedicarse a comer todo el día como yo soñaba hacerlo cuando era joven, que quieren que diga, no todo va según mis planes. Ah, de paso, Dios, también agradecería que encuentren una forma de sacar el spray instantáneamente, acaban de teñir a Vahu de vuelta, esos tres… y saluda a la abuela de mi parte.

Ahora mismo los dejo sin Nutella, la próxima los castro :3

Suficiente, agente 001Andy fuera. (Los agentes secretos son lo mejor yaaay :D)

DisfuncionalesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora