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MEREDITH


Hacía tres días había comenzado a trabajar en el Club y me estaba yendo de maravilla, aunque me estaba costando tomar el ritmo y el cambio horario. Toda la vida había estudiado y trabajado por la mañana; ahora todo era al revés. Trabajaba durante la noche, por la madrugada me iba hacia mi hogar, dormía hasta el mediodía y luego comenzaba mi día hasta la noche. Esa noche al salir de trabajar me dirigí hacia mi auto como cada día. Lo tenía estacionado en el cordón de la calle; afuera había bastante gente y eso me tranquilizaba. Pero sentí algo raro, como si alguien me estuviese vigilando. No le di importancia ya que había gente borracha, otros haciendo el tonto, otros hablando y demás. Fui hasta el lado del conductor y antes de abrir la puerta escuché un auto derrapar y que venía directo a mí. El corazón se me aceleró, por Dios, me iba a llevar puesta. No tenía escapatoria. El auto aceleró en una milésima de segundo y me pasó rozando sin tocarme un pelo, generando que toda mi cabellera se revuelva, para después seguir camino. Todos los que estábamos allí quedamos estupefactos ante la situación, algunos me miraron preocupados. Una muchacha se me acercó.

- ¿Estás bien? – Preguntó preocupada.

- S... Si – Tartamudeé - ¿Has visto lo mismo que yo?

- Ese tipo está loco. Deberías denunciarlo – Me advirtió.

- Si, ya veré que hago – Me sentía en shock.

- Oye, tú eres la de la barra – Dijo reconociéndome.

Yo solo asentí. Me sentía bastante, mal.

- Oye, quien quiera que fuese, definitivamente quería llamar tu atención – Dijo pensativa y mirando a lo lejos al igual que yo – Muchachos – Gritó y llamó a alguien - ¿Qué te parece que te sigamos hasta tu casa? – Realmente hablaba mucho, pero la idea no era nada mala.

- No quisiera molestarlos – Dije tímidamente.

- Para nada cariño. Tu nos das bebidas todas y toda la noche, es lo menos que podríamos hacer.

- Bueno... gracias- Dije aliviada.

Un grupo de personas se subieron a dos autos, uno adelante mío y otro detrás. Trabajar aquí tenía sus ventajas. Todos arrancamos nuestros autos y me cubrieron de ambos lados, por lo que íbamos a la par. Ellos escuchando música a todo volumen y yo alerta por si alguien me seguía o algo. No sabía qué demonios había pasado, pero ese segundo cambió mi día. Estaba realmente asustada. Nunca pude ver quien manejaba ya que los vidrios estaban totalmente oscuros y no llevaba matrícula. Me tranquilicé al pensar que quizás había sido un borracho queriendo llamar la atención. Aun así quizás debía ir a la policía para revisar las cámaras y que alguien me ayudara. En menos de una hora llegamos a mi casa, y yo aparqué mi carro. Al bajar me dirigí primero a uno de los autos y les agradecí a todos por acompañarme y luego me fui hacia el otro coche donde estaba la muchacha de la idea brillante y le agradecí.

- Tranquila cariño, te doy mi tarjeta por si necesitas algo. Tu enseguida me llamas – Yo miré el cartón blanco y leí su nombre: Leah.

- Muchas gracias, Leah y a todos. Prometo regalarles una vuelta de tragos – Se armó un festejo entre todos y luego se marcharon.

Cuando leí mejor la tarjeta vi que era detective. ¿Quién lo diría? Una detective en un Club nocturno, nunca lo hubiese imaginado.

Esa noche estaba tan cansada que ni siquiera me puse el pijama, me metí entre las cobijas totalmente vestida con la ropa del trabajo. Dormí hasta que se me dieron vuelta los ojos.

- Pili – Mi hermano gritó mi nombre y casi me dió un infarto.

- ¿Qué quieres Alec? Estoy durmiendo – Le grité desde mi cuarto, medio dormida.

Él vino corriendo y se sentó en mi cama.

- Mira esto – Dijo con el periódico en la mano.

- No sabía que leías el periódico – Dije mientras me rascaba los ojos para poder enforcar bien.

- Éste es el de ayer que no lo había podido leer porque estuve ocupado todo el día. Y mira – Me mostró la tapa.

- ¿Soy yo? – Pregunté sacándoselo de las manos, abriendo los ojos como platos.

Luego recordé que Arthur nos había dicho que varios reporteros estaban en el campamento.

- Eres tú – Dijo animado – Lo que me pregunto ahora es... ¿Por qué dice eso el subtítulo? – Cambió su rostro a desconcertado y el tono de su voz dejó de agradarme.

El título de la tapa era: '' Guardavidas listos y entrenados para salvarnos''. Y el subtítulo decía: '' Entrenamientos militares para las personas que nos cuidan durante las temporadas de verano. Pero además de entrenamientos... ¿Hay tiempo para los romances? Uno de los empresarios más jóvenes y también de los más codiciados de nuevo en las costas de California ¿El amor lo cambiará? ¿Lo alejará de los problemas?''

Entrecerré los ojos para volver a leer aquella estupidez. ¿En serio había gente que se molestaba en inventar aquellas cosas? O peor aún ¿había gente que se fijaba más en la vida de los demás que en la propia?. No podía negar que algo se me movió en el estómago. No sabía si era nervios porque mi hermano estuviera leyendo eso, si era porque Caleb se veía tremendamente sexi con esa ropa y su rostro serio o si era porque recordé como su contacto me ponía los pelos de punta. Se podía ver en la tapa una foto de todos nosotros entrenando en el barro y al lado una foto mía con Caleb, la última noche, yo con vestido y el de traje cuando caí en sus brazos. Realmente era una foto muy buena, como de película. Pero moría de vergüenza el sólo hecho de verme allí. La imagen era bastante nítida. En esa foto, los dos nos mirábamos a los ojos mientras él me sujetaba de la cintura. Al observar bien, noté que me veía demasiado flaca para lo que era siempre. No había pasado los mejores días y eso se notaba en mi cuerpo. No me había gustado nada que le dedicaran tales palabras a Caleb. 

Tenía varias preguntas... como siempre.

¿Por qué empresario si solo era un simple guardavida al igual que yo?

¿Su imagen era tan pública que podían llamarlo como uno de los jóvenes más codiciados?

¿Qué tanto sabían los periodistas sobre los problemas de Caleb? Evidentemente sabían más que yo, y eso que había buscado en Google con nombre y apellido pero fue todo en vano, ya que los resultados fueron negativos.

Tuve que explicarle a mi hermano quién era Caleb -aunque ni siquiera yo sabía quién era- y lo que había sucedido. Ambos nos quedamos leyendo toda la sección que nos habían dedicado a los guardavidas. A Caleb y a mí también nos dedicaron una sección bastante importante. Habían creado un romance que ni siquiera existía. Había fotos nuestras desde el primer hasta el último día. Caleb había salido bien y con una buena postura en todas, yo por mi parte en una salí casi despatarrada en los brazos de él, otra toda llena de barro mientras hacía los entrenamientos, hecha un completo desastre.

Demasiado tarde ©.  [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora