Llevaba días y días hablando con Yuta por medio de mensajes. Agradecía el valor que había tenido aquella noche para enviarle un mensaje a Yuta, porque gracias a ello, ahora estaba comenzando a conocer a un buen amigo.
Estaba nerviosa porque era la primera vez que quedarían y se verían sin ser delante de la escuela de ballet cuando Miryeong terminaba su clase y su pelo estaba ya en las últimas.
No las tenía todas consigo. Había tenido que mentir a sus padres, como le había dicho Yuta, para poder salir aquella noche con él. Sus padres pensarían que pasaría la tarde y parte de la noche de aquel sábado con algunas amigas de clase y su hermano mayor no sabía nada de nada.
Se había vestido expresamente para la ocasión, con un vestido rosa floreado ajustado hasta la cintura, unas bonitas y cómodas sandalias y un semirrecogido que le permitía lucir su cabello tan largo.
No sabía el plan que Yuta le tenía preparado para aquel día, pero le excitaba la idea de pasar una noche con él, como una cita. Y la adrenalina que había tras mentir a sus padres y sentirse un poco "mala" jugaba a su favor.
Salió de casa despidiéndose de su madre y caminó hasta la parada de autobús que había a dos minutos de su casa para no levantar sospechas pues ahí pasaría Yuta a recogerle.
Había llegado como habían acordado, a las nueve. Pero no había ni rastro del japonés y comenzaba a ponerse nerviosa. Amaba la puntualidad y le ponía nerviosa que la gente llegara tarde o que al menos, ni se molestaran en avisar.
Su móvil sonó y lo desbloqueó para leer un mensaje de Yuta:
Yuta
Ahora llego. Repostando.
Era breve y conciso, pero a Miryeong le bastó para entender que estaba en la gasolinera. Esperó más tranquila hasta las nueve y diez, cuando a una velocidad mayor de la permitida en aquella calle residencial, vio a Yuta asomar sobre su moto.
La chica tragó saliva, no sabía por qué había creído que Yuta le recogería en un coche y no en una moto. Se sentía estúpida por haberlo pensado así, era obvio que, si siempre aparcaba mal su moto, se desplazase normalmente en moto. Pero de haberle dado más vueltas a aquello, no se habría puesto vestido.
—¡Llego su carruaje princesa! —Yuta se quitó el casco al parar al lado de la parada y Miryeong le sonrió. —¿Alguna vez has montado en moto?
—No, solo en coche. —Miryeong se recolocó el bolso sobre el hombro y se sonrojó cuando Yuta comenzó a reírse. —¡No te rías!
—¡Perdón, perdón! Es que estás tan adorable vestida como una flor y... ¡nunca has ido en moto! —El japonés se llevó las manos a la cabeza exageradamente y Miryeong le golpeó en el brazo. —Verás cómo, en cuanto la pruebes, no habrá otro transporte que se iguale a ir aquí encima. ¡Sube! —Yuta palmeó el hueco del asiento trasero y Miryeong se cruzó su bolso y subió apoyándose en los hombros del chico asegurándose que pillaba bien todos los cantos de su vestido para que el aire no hiciera de las suyas.
Se puso el casco que Yuta le ofrecía y las manos del chico le apartaron el pelo de los hombros y el cuello para abrocharle el casco. Dio las gracias a que aquel ostentoso casco le cubría las mejillas al completo y Yuta no había conseguido ver lo roja que se estaba poniendo.
Titubeante vio la cintura del chico sentado delante suyo. ¿Podría abrazar a Yuta para ir más segura? ¿O sería demasiado arriesgado? Como si el japonés le hubiera leído la mente le dijo:
—¡No te cortes Miri-chan! ¡Abrázame! —Él mismo tomó con suavidad las muñecas de Miryeong y rodeó su cintura con los brazos de la chica. Arrancó la moto sin aviso y como un acto reflejo, la castaña soltó un chillido y se sostuvo con fuerza a la cintura de Yuta.
—¡AAH! —El chico se rio de su reacción al acelerar. —¡Eh, oye! ¡No te rías! —Soltó Miryeong.
—¡Eres adorable Miri-chan! ¿Preparada para la mejor cita de tu vida? —Preguntó Yuta contento.
—¿C-cita? —Miryeong no estaba segura de haber oído bien. Para ella todo aquello olía a cita pura y dura, pero no quería precipitarse y sacar conclusiones precipitadas; sin embargo, el propio Yuta acababa de admitirlo y aquello despertaba emoción en la castaña.
Una cita conllevaba interés romántico, y Miryeong no tenía idea de cómo digerir la posible idea de que a Yuta tal vez le gustase, y se le hacía aún más bola pensar que... Tal vez a ella también le estaba empezando a gustar Yuta.
El japonés condujo por carreteras por las que Miryeong no había estado jamás, y no tenía ni idea a dónde la estaba llevando. Comenzó a barajar la idea de que tal vez iban a algún restaurante o algún karaoke; pero aquello chirriaba con la imagen que trasmitía Yuta.
—¿Adónde vamos? —Preguntó la chica.
—A mi bar favorito. ¡Vas a enamorarte del ambiente! —Afirmó Yuta. —Estoy seguro de que jamás has pisado un sitio como este.
Poco después, Yuta estacionó la moto ante una nave de la que salía música a las afueras de la ciudad. Había más motos y coches aparcados, y la gente por ahí trasmitía el mismo aura que podías percibir de una persona como Yuta: fuerza, oscuridad y probablemente una pasión por la música rock más antigua.
Se quitaron los cascos y Miryeong se sentó ligeramente fuera de lugar, pero estaba curiosa por ver qué había en ese antro del que se escuchaba con fuerza música con guitarras eléctricas y baterías.
—Perdón si no es lo que esperabas Miri-chan... —Dijo Yuta mordiéndose el labio. —En este sitio hice mis primeros amigos en Seúl y... Quería enseñártelo. ¡Pero si no nos podemos ir, eh! —A Miryeong le pareció adorable la manera en la que Yuta se mostraba tan preocupado por ella esa noche y le dedicó una sonrisa para relajarle.
—¡No! ¡No te preocupes, Yuta! —Habló. —¡Este sitio parece sacado de una película estadounidense! ¡Mola! —EL japonés se rio con la reacción de la chica y le tendió su chaqueta de cuero para protegerla del frío de la noche.
—Toma princesa. Te va a quedar perfecta, y así tú también podrás parecer una chica mala esta noche. —Miryeong se sonrojó al notar el tono en la voz de Yuta más sensual, grave y ronco; y tonó agradecida la chaqueta del chico para ponérsela.
—Gracias. —Se tocó el pelo nerviosa intentando esconder sus mejillas sonrojadas pero Yuta le levantó la cabeza sujetándola por el mentón y la miró a los ojos con aquella, ya típica en Yuta, sonrisa ladina.
—Todo por mi princesa. Vamos a divertirnos esta noche.
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New Romantics |Na Jaemin; NCT|
FanfictionMiryeong vive estancada en una rutina infinita; y aunque no se sintiese mal, conoce a un chico que tergiversará todos sus planes cada día, y no lo apartará de ella porque, como dicen, los actos en nombre del amor son completamente aceptables. Aunque...