Érase una vez...no. Había..
Olvidénlo, a lo que vinimos. Les contaré una historia la cual gracias a Dios aún no termina y espero no lo haga, una historia tal vez cliché, tal vez no. No lo sé. Pero para hacerlo, debo introducir y poner el contexto.
Debemos remontarnos 5 años atrás, era una niñata ilusa por su primer amor, su primer novio que no fuese por 3 días únicamente y de "manita sudada".
Aquella que lo veía todos los días en la escuela, la "parejita" del salón. No podía creerlo. Esa niña se sentía por las nubes, buscaba cada momento para estar juntos. Ella era la chica aplicada del curso, con las mejores notas, con un vocabulario rebuscado; y él, no era malo pero tampoco el mejor, mejoró cuando iniciamos y debo admitir que deje que se me copiase cada vez que quería y lo necesitara. Digo, no es como que ella fuese capaz de negarle algo a esa personita.
El tiempo pasaba, la relación seguía. Parecían incluso almas gemelas, lograban predecir al otro, se complementaban de sobremanera, la pareja perfecta a pesar de la inexperiencia de ambos.
Hablaban día y noche por mensaje hasta quedarse dormidos con una sonrisa en el rostro, anhelándose el uno al otro, extrañándose a pesar de haberse visto varias horas el día anterior y cuya rutina repetirían al día siguiente.
La relación..bueno, era aún más que perfecta, ambas familias se conocían y llevaban perfectamente, agradecidas de ver la felicidad en ese par de rostros aún aniñados. Se entendían, escuchaban y soñaban con el mañana al lado del otro...soñaban con un futuro juntos tan bello que llegaba a ser totalmente indescriptible y sublime. Lo mejor, soñaban a su manera, no lo hacían con aquél estereotipo de pareja realizada tal vez recién cada; soñaban de una forma auténtica, siendo ellos mismos, manteniendo sus gustos y buscando cumplir todos y cada uno de aquellos sueños.
Pasa otro año, y llega el primer "golpe" para ambos: la graduación. Y bueno, digo golpe porque en ningún escenario hubiesen podido estudiar juntos de nuevo. La familia de ella no tenía la mejor estabilidad económica y el padre de él ya había invertido en una escuela cara, realmente cara. Ella ni de chiste la hubiese podido costear.
-¿Crees que podremos?- dijo el, la duda era notoria en su expresión.
-¡Claro que podremos! Alan, tranquilo, todo estará bien. Nos podremos ver todos los fines de semana- dijo con una sonrisa.
-Sólo piénsalo, pasar de vernos todos los días y por las tardes, a solo un par de días. Será dificil.
-Pero no imposible.
-Estás en un turno diferente, ¿cuándo hablaremos?- dijo, parecía enfadado.
-Relájate, ¿quieres? No es tan malo. - Intentó calmarlo.
- ¿Cómo carajo quieres que me relaje, Míriam? ¡No puedo! No puedo soportar la idea de verte menos y mucho menos que algún imbecil se te acerque y no esté ahí para evitarlo. Eres mi novia, mía y de nadie más- dijo mientras la sujetaba de los brazos y la obligaba a mirarlo a los ojos-
-Alan, me lastimas.
ESTÁS LEYENDO
¿Haz visto mi corazón?
RomanceSi, bueno. Verás, es muy loco pero no encuentro mi corazón, lo tienes tú.