¿Cómo te sentirías si un día despiertas en un mundo que no es el tuyo?
Tu familia y amigos ya no están, tu habitación y cosas no son las mismas, las personas que te rodean son solo extraños.
La única palabra que describe este sentimiento es "va...
Al otro día desperté arriba de las telas donde se hallaba recostado Luffy, estaba junto a Sanji quien dormido abrazaba mi espalda como si fuera un oso de felpa.
-hmm?- refregué mis ojos y me quité las manos del cocinero de encima, estaba profundamente dormido -Luffy?- me levanté y lo busqué por la tienda, ya no había muchas personas, estaba casi vacío -Sanji despierta- lo sacudí un poco -Luffy no está-.
-cómo que no está? - se levantó sin quitarse una de las pieles de encima, parecía tener frío -Luffy?- salimos de la tienda, todos los de la tribu estaban rodeándolo y observando como comía, se hallaba compitiendo con el jefe para ver quién comía más.
-ahí está nuestro Luffy- reí al verlo tan feliz junto a esas personas.
-bueno, parece que tenemos un empate- le dijo uno de los soldados más fieles del líder.
-empate?! pero si yo gané- exclamó el líder.
-no es cierto! ¡yo lo hice! - reclamó el capitán.
-repite eso de nuevo extranjero- quitó una daga de su bolsillo.
-muy bien, terminen esto antes que llegué demasiado lejos! - la vieja anciana le dio un golpe en la cabeza al líder.
-ah! ¡vieja! por qué me golpeas a mí? -
-estabas a punto de lastimar al muchacho, compórtate como un líder-
Luego del desayuno agradable, y de ver que nuestro capitán se sentía muy bien y con muchas energías, el líder de la tribu se presentó y prosiguió a explicarles a Sanji y a Luffy el plan que tenía para acabar con los soldados del pueblo vecino. Yo me separé de ellos para ir a lavar mi rostro a un arroyo que no se hallaba tan lejos.
En ese momento sentí que me observaban, tenía esa sensación de que alguien me estaba siguiendo. Observé por todos lados y nada, solo unas niñas de la tribu que corrían hacia aquí para lavarse también.
-ah! - suspire aliviada y continúe lavando mi rostro.
De repente, la misma sensación de desconfianza regresó a mí. Era como si realmente alguien nos estuviera espiando, no solo a mí, sino también a esas niñas.
-quién está ahí? - me acerqué a unos árboles -sal de inmediato! -
-está bien- un sujeto salió detrás de los arbustos y me apuntó con su escopeta -no hagas ruido mujer-
-ah! - di dos pasos hacia atrás.
-no te muevas o te mato-
De repente los gritos de las niñas me hicieron voltear rápidamente, cuatro sujetos las estaban tomando y amarrando para llevárselas.
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