Capítulo Uno

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Siempre fui sensible, realmente siempre, desde que tengo un mínimo de uso de razón. Desde niña me consideré alguien tímida, introvertida, nunca tuve muchos amigos, más bien pocos, pero con eso me basto para ser feliz.

Hoy esa sensibilidad pareciera tocar su pico más alto. Me miro al espejo y rompo en llanto. A lo lejos escucho la voz de mi padre gritar por mi nombre. "Apresúrate Madi, no vamos a llegar a tiempo". Ya está, no hay más nada. Seco mis lágrimas y miro por última vez todo lo que me rodea, todo lo que siempre me rodeo. Uno a veces fantasea con tener esa vida donde sus padres se mudan a otro país, esa fantasía de vivir en el extranjero, de arrancar la vida de cero como si eso fuese la respuesta correcta de la vida misma, pero créanme que en el mismo momento en que te enteras de que aquel anhelo se hizo realidad, ya no quieres saber más nada.

Si dudo un segundo no voy a poder conmigo misma. Cierro la puerta, lamentablemente para mí, y me dirijo hacia el comedor de mi casa donde el resto de mi familia se encuentra reunida para despedirse. Bajo lentamente, apreciando el recorrido desde mi cuarto hacia abajo, las escaleras parecían no terminarse más, ojalá así hubiera sido realmente. En el comedor había más cajas que gente. 70 cajas contenían más de 15 años de vida, haciéndola parecer pequeña y miserable. Mi padre y mi madre revisaban pausadamente todos nuestros documentos, arreglaban los últimos detalles. Ya no hay vuelta atrás. "Listo, ya estamos, podemos irnos tranquilos" proclama mi padre. La puerta de mi casa se cerró, pero tristemente para siempre. Adiós Buenos Aires, ojalá pueda volver a visitarte alguna vez y espero que sea pronto. Hola nueva vida. Hola Nueva Jersey.

Mi padre en realidad es el responsable de esto, y no lo digo de una mala manera, simplemente es la realidad. Él trabaja en una empresa contable, por suerte es uno de los mejores, y es por eso que si jefe decidido ampliar las posibilidades de su trabajo. Nueva Jersey era para él la mismísima vida, una nueva etapa laboral mucho más profesional y exitosa.

Llega la camioneta que contratamos y cargamos todo, pocas cosas obviamente. El resto de las cajas llegara en unos días a nuestra nueva casa. Llegamos al aeropuerto, está lleno de gente. El pasaje nos advierte que debemos hacer la cola en la puerta número 7 de la terminal B, la pantalla se prende y anuncia la partida de nuestro vuelo en media hora. El camino por el túnel que me conduce por el avión siempre me mareo, como si me faltara el aire, pero hoy más que nunca me asfixio. Me pesaba el pecho, me pesaba el alma, y me pesaba el cuerpo. Ingresamos y una azafata muy amable me indica el asiento que me tocaba junto con mi hermano. Mat y yo siempre fuimos muy unidos, apenas nos llevamos dos años, por ende, siempre compartimos momentos, amigos y lugares en común. Me siento a su lado, y como por arte de magia logra dormirse luego de 50 minutos de vuelo. ¿Quién pudiera? Me pesa tanto la cabeza que siento que voy a explotar, no paro de pensar. Recuerdos comienzan a reproducirse en mi cabeza como si fuesen tomas de película. Pasaron 9 horas, faltan 3 para llegar a destino, no pegue un ojo en todo el viaje.

"Té o café?" la azafata me despierta amablemente y me ofrece desayuno. Dormí 30 minutos, pero no me siento cansada, no siento nada. El desayuno me advierte que estamos cerca, no debe faltan mucho. "No, muchas gracias" le contesto amablemente. No me entra ni una gota de agua, mi estomago se contrae más y más al saber que estamos cerca. Ojalá el vuelo no termine más. "¿Disculpe, pero cuanto falta para llegar?" le pregunto a la azafata y cruzo los dedos para que me conteste que al menos faltan 2 horas. "Estamos a 6 minutos de aterrizar, de hecho, por favor te voy a pedir que ajustes tu cinturón". No. No puede ser. No quiero. Por favor, que todo esto sea un sueño, uno de mal gusto, de esos que te acuerdas de por vida pero que al fin y al cabo son irreales.

Acá estoy, parada junto con mi familia viendo como miles de valijas dan vueltas y vueltas en una cinta transportadora. A lo lejos mi madre divisa las nuestras, y con ayuda de mi padre, mi hermano las agarra. WELCOME TO NEW JERSEY leo en un cartel enorme que la salida 14. ¿Bienvenida? yo no quiero estar acá, este cartel al menos para mí no vale nada.

Hace frío, pero peor aún, corre mucho viento. Acá estamos, los 4 de nosotros parados esperando la van que nos va a llevar a nuestra nueva "casa". Una mini van blanca, enorme se acerca y con un movimiento de manos que el chofer hace, nos damos cuenta que debemos subir. Las valijas las carga el señor, que muy amablemente nos da la bienvenida. El camino es muy largo, paso una hora y supuestamente falta aún, pero no más de 20 minutos, según el señor. Miro a los alrededores, un tramo fue vacío, todo lo que veía era pasto, pasto y más pasto, hasta que vi el primer edificio que desencadeno la aparición de muchos más. Decidí ponerme los auriculares y recostarme, ahora si estoy cansada.

"Madi, despertarte, llegamos" mi padre me advierte.... 

ONCE AGAINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora