Capitulo 7

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El aire fresco de la mañana entraba como un relajante en mi, habíamos llegado hace una hora, en la cual mi padre con Dante se la pasaron discutiendo de las posiciones de mis demonios. Agradecía que la reunión solo implicara a solamente un representante de cada oscuro, de lo contrario estaría muerto con todos los gritos de mi progenitor y su absurda idea de matar a todo aquel que se meta en su camino. 

Sentía a mi cuerpo tenso bajo el típico traje negro, felizmente me había deshecho de la corbata que asfixiaba mi cuello. No era mi vestimenta preferida, pero tenia que demostrar seriedad y eso solo se conseguía con un traje o al menos eso decía mi madre. 

Me sentía incomodo sin mis demonios o el aura tétrica de mi isla. Maldito protocolo. 

Desde lejos pude ver la magnifica construcción, las pocas veces que pude venir siempre eran por temas sin interés como la guerra entre vampiros y hombres lobos por territorio o que alguna bruja había secuestrado y matado a las chismosas hadas, así que nunca me había puesto a admirar la construcción. 

La Casa de los Dioses, una construcción exquisita tenia que admitir. Habían mitos sobre como los mas grandes dioses se reunieron aquí para la creación de los oscuros con el único propósito de cuidar la tierra, además de proteger a los habitantes de estos de futuros desastres. A mi parecer los mismos oscuros éramos los culpables en gran mayoría. 

Aunque los oscuros tenemos un aura que alimenta y protege la tierra, con nuestra misma existencia esta se alimenta. Pero existían guerras entre nosotros, habían sido creados con deseos de más y eso traía consecuencias. 

En realidad, era un castillo imponente, los muros blancos no se habían desgastado con el tiempo, suponía que todo gracias a los ancianos. La puerta inmensa de madera estaba repleta de imágenes de las eras antiguas y al entrar quedabas maravillado al ver las grandes estatuas de los dioses. Todos los oscuros poseen un dios en especifico, su creador, pero, se suponía, que solo una de su especie conocía a su dios, esto se había desgastado con el tiempo con lobos gritando a todo mundo que su diosa era mejor que otro o como los elfos festejaban el nombre de su dios en plena orgia. Aunque seguían existiendo oscuros que guardaban con recelo esa información cómo nosotros los demonios, las brujas, las almas, los guardianes, en fin creo que todos a exacción de los lobos y elfos. 

Seguí caminando por los largos pasillos del primer piso hasta llegar al cuarto de reuniones, el único cuarto al cual teníamos permitido entrar. Empuje ligeramente la puerta tratando de no llamar la atención y fracasando en el intento gracias al chirrido de la puerta. Claro mantener las paredes bien pintadas era mas importante que echarle un poco de aceite a las puertas, no era tan difícil. Vi como las pequeñas cabezas de mis queridos hermanos oscuros voltearse lentamente. Gran entrada Brais. 

Lucio, el alpha mas respetado de entre los hombres lobos, el alpha supremo elegido por las manadas estaba lo mas alejados de todos, poco mas y su silla sale por la ventana. Electra, una bella vampira, Reina de esos muertos y una encantadora mujer en la cama, aun así muy fría para repetir. Benicio, el guardián, señor de los bosques; los guardianes y sus ridículos títulos, bueno pues estaba al lado izquierdo de la bella dientes largos. Por último mi querida amiga Telma, Dama de los mares. Esos eran todos los que estábamos presentes, como siempre las brujas, elfos, hadas, almas y los ancianos eran los que llegaban al final. 

-Brais, que sorpresa que hayas llegado después de mi- Fui directo a sentarme a la izquierda de Telma y frente a Lucio. 

-En realidad, hubiera llegado antes, pero al parecer los mares no estabán de mi lado- La escuché reírse dejando ver sus puntiagudos dientes. En muchos cuentos humanos describían a las sirenas como seres hermosos. Telma es hermosa, pero no como la describían, tenia un cabello blanco, típico de las sirenas, piel amarillenta y llena de corales, sus dedos estaban unidos por una delgada piel que ayudaba a movilizarse con mayor facilidad entre los mares y cuando tocaba el agua sus pies eran remplazados por muchos tentáculos, su cuerpo estaba echo para camuflarse en los mares. 

-Mi culpa, al parecer a los humanos les encanta tirar basura en mis territorios, así que unas pequeñas tormentas evita que llegan a mas profundidad- Al ser dama de los mares podía controlar todo el océano a su antojo lo cual, esta ves, me perjudico a mi- En fin, me salvaste de entablar conversaciones con estos amargados. 

Los hombres lobos, vampiros y guardines no eran los mejores conversadores, eran demasiado orgullosos, pocas veces había entablado una conversación con uno de sus especies, aunque Lucio era menos desagradable. Engreídos

-Hasta acá puedo escuchar tus pensamientos querido amigo- Le sonreí mostrando mis colmillos- Sabes algo sobre estos incidentes, muchos de mis tritones y sirenas han desaparecidos en las profundidades. He prohibido su acceso desde hace dos días para evitar todo este problema, pero no puedo seguir con esto. 

Los protectores de los mares tenia que ir al menos una ves a la semana a las profundidades para poder alimentarse de oscuridad, al no vivir constantemente en el mundo terrestre lleno de maldad, su única opción era acercarse al centro, cerca de mis tierras para alimentarse. 

-Desgraciadamente sí se que esta pasando, pero no lo tengo claro aun- voltee hacia la puerta, vi como entraba Caín. Sus ojos blancos sin vida enfocaron cada rostro al entrar dirigiéndose hacia el asiento enfrente de Electra.  

-Es desagradable- susurro Telma mirando a Caín, era la única alma que todos conocíamos. Nadie conocía su pasado, solo sabíamos que era el vocero de las almas.

-Nunca pensé escuchar eso de tu boca, tú la "no juzgues un libro por su portada"-  imite su voz. Aunque para mí también lo era desagradable.

-Como sea, me da mala espina- Alce las cejas cuando dijo esa frase que encajaba tan bien con ella- No soy un pez, Brais.

-Escuché que ya eres padre, Lucio- mire hacia el lobo, sentí una patada de parte de Telma- Es un poco tarde, pero felicidades ¿Cuántos años tiene? ¿6?

Cállate estúpido demonio, su luna murió al dar a luz- Escuche los pensamientos de Telma, ¡Mierda!

-Demonios, lo siento Lucio no tenia idea. Yo no...

-Déjalo Brais, hace años que no te veía- Me sonrió, pero todos en esta sala sabíamos que esa sonrisa no era para nada real. Estaba seguro que un hombre lobo moría cuando su alma lo hacia, pero al tener una parte de esta viva como un hijo, la muerte no era tan rápida, aun así, era inminente.

-Vaya ¿Qué es este sentimiento? Eider, el Rey elfo. Esta era la única ves que me agradaba verlo. Me salvaste- Benicio, mi encantador guardián- Eider fue de frente ha abrazar al guardián, empujando, sin ningún disimulo a la muerta de su lado.

-Eider aléjate- El pequeño enamoramiento que tenia el elfo por el guardián no era un secreto, él mismo lo confeso en la reunión de los siglos hace años- Te recuerdo que estoy casado.

-Eso no me va detener, querido guardián- Elfos, seres llenos de lujuria. Vivian día y noche teniendo sexo, no respetaban a las parejas, así que la fidelidad no estaba en su vocabulario.

-Sera mejor que te alejes de aquí orejas de gato- dijo Electra. No puedo creer que acosté con ella, sin duda fueron uno de mis peores años. 

Camino al CaosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora