Capítulo 3 (parte 1): EL ÁRBOL DE LA RESERVA

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KARA

Al siguiente día, por fin me dieron la oportunidad de salir afuera.

Alguien siempre venía a dejarme bandejas de comida frente a la puerta, pero esta vez, me dieron la oportunidad de conocer el área donde comían todos los miembros de la reserva. Cuando abrí la puerta metálica arrugué un poco la nariz al percibir el espeso olor a azufre, pero que fue aminorado por el olor a especies y a pollo. Estaba segura de que estaban sirviendo sopa.

Caminé por un pequeño sendero de rocas pequeñas hasta alcanzar una plataforma atiborrada de mesas en el exterior. Alguien gritó mi nombre y busqué entre todas las personas que se encontraban ahí para toparme con la mano de Lizra en alto. Dante y James también estaban sentados en la mesa.

—Hola —saludó Lizra—. Me alegro de que por fin te dejaran salir.

—Yo también —susurré. En realidad, no podía creer que había sido capaz de someterme a la ordenes de la líder, por que yo hacía de todo menos «someterme» a alguien, pero a fin de cuentas, agradecía haber descansado lo suficiente para lo que vendría después.

Me senté frente a los chicos. Dante tenía la vista fija en la sopa mientras le daba vueltas con la cuchara, estaba segura de que me había notado antes de acercarme a la mesa. James, por otro lado, sonrió al verme.

—Tienes bastantes admiradores en este lugar, Kara —comentó. Por un instante, creí que hablaba precisamente de él, pero hizo un gesto con su cabeza para que echara un vistazo por encima del hombro y luego entendí.

Varios rebeldes me estaban observando, murmurando entre ellos.

Tragué saliva al advertir tanta atención, pues me resultaba difícil levantarme en la mañana en un lugar desconocido y nuevo, y tener que salir afuera sin ninguna máscara. Durante el tiempo que me encontraba en el estudio, era muy cuidadosa, pero ahora las cosas habían cambiado. Me sentía desnuda delante de todos ellos.

En especial cuando sentí unos profundos ojos. El joven que me atacó en el mercado estaba apoyado en una de las mesas a lo lejos.

—Ese tipo me da escalofríos —musité suave, pensé que no me habían escuchado hasta que Lizra ladeó la cabeza para captar hacia donde miraba.

—¿Hunter? —preguntó elevando una ceja y apoyó una mano sobre la mesa de piedra—. Pero si es de lo más tranquilo —dijo con voz suave y melosa—. No te preocupes, aparenta ser muy rudo, pero es buena persona.

—¿De verdad? —pregunté, sin evitar poner cara de puro recelo.

—Es un tipo de lo más inofensivo —se adelantó James asegurando con un asentimiento de cabeza—. Jamás te haría daño

«Claro»

Si decían que el tipo no era rudo, no podía imaginarme como eran los demás. Podría ser que los rebeldes tenían una distinta manera de definir «inofensivo». Recordaba bastante bien como el tal Hunter me aprisionó en aquel callejón en el mercado.

—Olvidé preguntarte si tenías hambre —dijo James—. ¿Quieres que te traiga una plato de sopa? —se ofreció. Ni siquiera dudé antes de asentir. Estaba hambrienta. James se levantó de su lugar para correr hacia donde repartían la comida.

—Es la comida tradicional de la reserva —comentó Lizra. Le eché un ojo a Dante, que seguía callado. Entendí porqué le gustaba tanto cuando preparaba sopa en el estudio, seguro le recordaba a su hogar.

En cuestión de segundos, James volvió colocando un bandeja frente a mí. Todavía seguía sintiendo las miradas a mis espaldas. Ya me estaba poniendo nerviosa hasta para comer en frente de todos.

Ladrón de Humo| 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora