Gennie, la princesa del corazón mecánico.•Diario de Gennie 2007-2013•
«La princesa de color esmeralda le regaló a la princesa del corazón mecánico
una libreta con flores tejidas en su portada. Una tarde fría de invierno.
La princesa de cabello esmeralda quería que su amiga fuera escritora. Pues pensaba que sus sentimientos sólo serían revelados si los escribía.
La princesa del corazón mecánico le fue indiferente a los anhelos ajenos.
Ella no se sentía sola, no necesitaba la compañía de esas hojas, ya que tenía a sus otros amigos del reino y a la princesa de cabello esmeralda.Con el tiempo, las hojas se fueron llenando lentamente sin ningún interés alguno.
Con el tiempo su amistad con la princesa de cabello esmeralda se desvaneció como la tinta corrida de una vieja pluma."Cinco años en llenar tus doscientas hojas. Y es en tus líneas querida libreta, que guardas todo lo que conlleva un joven corazón roto.
En el desgaste de tu estructura se ha ido mi adolescencia y la tinta de mi letra ha sido testigo de mis tímidos sentimientos.
En estos mil ochocientos veintiséis días, todos mis amigos se han ido.
Al final la princesa Hyuna estaba equivocada, yo sabía que no era buena escribiendo. Pero ahora ella está demasiado lejos para saberlo.
Eres todo lo que me quedaba de ella y el recuerdo de todos los demás.
Ahora después de cinco años, tus doscientas hojas se han acabado también"».—Jo.
El desviamiento de mi atención del televisor por concentrarme en el ruido en mi cabeza y que en la realidad no existe.
Prólogo
Había llegado junio.
La temporada de lluvias.
La temporada de lluvias corta en estos días, así que no salgo de casa.
Al despertar estaba bien. No había tenido ninguna recaída en mucho tiempo. Tomé mis pastillas antes de dormir, y me levanté temprano para tomar la siguiente. Hace algunos meses el doctor me había disminuido las dosis de antidepresivos. Así que no había motivos para preocuparse, nada se sentía diferente. Estaba en nuestro departamento, sola. Cocine el mismo desayuno aburrido y nutritivo de siempre, calenté el agua en la tetera para tomar el té calmante que me recetó la amiga de la recepcionista del edificio, a veces funcionaba y otras veces no. Lo seguía tomando igual porque el sabor se había acostumbrado a mi amanecer. Prendí el televisor para escuchar un poco de ruido. El silencio en mi cabeza podría damnificar mi compostura si le daba un espacio a mi memoria en recordar.
Así que procure siempre mantener el ruido en casa cuando creía que podían volver los días malos. Y cuando el ambiente me abrumaba, lo suficiente para no controlarlo tomaba píldoras para dormir. Aunque, tengo que admitir que hace mucho tiempo ni siquiera lo intento. Nada grave, unas cuantas al principio no hacían daño pero es inevitable que la gente no se dé cuenta. Aunque son pocos los que acompañan mi existencia, mis facciones delataban mi cansancio. La tía Jane insistió en que viviera un tiempo con ella. Al igual que yo, nunca volvió a casarse ni tampoco tuvo hijos, no fue porque no los quisiera, no pudo tenerlos por su propia cuenta. Dentro de mía sabía que no era tan mala idea, después de todo, la tía Jane siempre me agradó.
Asimismo el beneficio de la duda, duró poco. Porque cuando descubrió la cantidad de pastillas que tomaba, se dio cuenta que "el asunto" era más grave de lo que se imaginaba, y que su compañía no iba a funcionar para sanar las heridas que conllevo mi soledad. Me visitó seguido por un tiempo, al disminuirse las visitas, se invento excusas tristes para después perderle la vista desde entonces. En nuestro país, las enfermedades mentales siguen siendo un incómodo tabú.
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El sonido taciturno de una vida sin color.
Teen FictionQuizá nunca sabrás si has llegado a la orilla. •© Novela registrada. •© Prohibido las adaptaciones.