Capítulo 3

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Llevaba más de seis días en el hotel, pude ver el poder que había en él, a dos horas de decirle no había habitación disponible, llamaron a indicar que tenían una. El más emocionado con eso fue mi hijo, quien feliz por el tamaño de la cama saltaba en ella. Llevábamos meses pasando penurias, mal vivir y el pobre estaba afectado por ello.

La nostalgia llegó, ver la felicidad de mi hijo con solo la habitación y la cama. Todo por mi ambición, me prometí ser una mejor persona, por él. Desperté temprano, antes que el sol empezará a salir. Quería irme con el señor Tomasevic, eso haría las cosas en América más fácil.

Él me había hablado de que duraría una semana más en Londres, así que tuve ese tiempo para arreglar todos mis documentos y solucionar el problema que Anrow me había dejado. Siendo hoy el último día, era poco probable esa posibilidad. Tres golpes en la puerta me hicieron andar hacia ella y mi hijo saltar feliz, traían el desayuno. Una vez la abrí encontré frente a mí al abogado amigo de Neall.

— Buenos días, señora Spencer— me dijo sonriente y entregándome unos documentos. —el señor Tomasevic, me dijo que podría entrar.

— Adelante, Lank —le invité a entrar al hombre mayor que, mostró su puño a mi hijo y este golpeó con fuerza.

— Golpeas duro campeón — murmuró fingiendo dolor en sus manos. — y sacudiendo la cabellera de mi hijo, que siguió frente al TV.

—Dígame, que me tiene buenas noticias —hablé anhelante y mostrándole una silla. —por favor, siéntese.

El hombre asintió, ese era mi último día en la ciudad de mi ahora jefe, mi última oportunidad de irme con él. Temía que tras irse se olvidara de nosotros y nos dejara a mi hijo y a mí en Londres.

— Unas son de miel y otras de vinagre. — dijo sentándose y sacando algo de su maletín — tiene usted el camino libre para irse cuando lo desee y.... aquí están sus nuevas identidades. La suya, pues el niño solo cambió el apellido, le sugiero que hable con Enrico y le vaya adiestrando sobre su nuevo nombre. —él tenía razón y ya había empezado, solo que hacía muchas preguntas.

Preguntas que no sabía cómo o qué responder, era demasiado pequeño para poder entender la complejidad del asunto.

—Son las respuestas a sus preguntas las que temo Doctor —él asintió — no tengo como explicarle, el porqué del cambio de nombre y apellido.

—¿Podemos hablar fuera un segundo? —preguntó y me incorporé rápidamente. Una vez en los pasillos del hotel habló —encontraron el cuerpo del señor Anrow.

Me quedé un instante en silencio, sentí alivio por ya no tenerlo cerca, también era el padre de mi hijo. El abogado me dijo que, el cuerpo había sido identificado por un hermano de Anrow, uno que había venido a hacerse cargo de la desaparición de su familiar.

Dijo además que, lo más conveniente, era yo no me acercara a la estación. Él hizo todos los papeleos y agradecí que Neall insistiera en que el hombre fuera mi abogado. El hermano de Anrow había preguntado por un hijo que, según sus fuentes, su fallecido hermano había dejado.

—Es mejor si no sale señora, el señor Kurn está al tanto de todo y advirtió se quedarán en el hotel. —su rostro se mostró inseguro y luego se aclaró la garganta —se Llama Adrien y es más peligroso que su difunto esposo, no tiene claro de la existencia de Enrico. Dejó claro que, de existir hijos de su hermano, se lo llevaría con o sin el permiso de su madre.

Abrí los ojos y puse mi mano en el pecho, ya no quería esa vida para mi bebé, había sido muy irresponsable, pero ahora con mi hijo quería ser una mejor persona. Recibí los documentos del hombre, firmé los últimos y agradecí su ayuda.

Un Millonario en JaqueDonde viven las historias. Descúbrelo ahora