2 (Maratón 1/2)

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—¿Pero le pongo plátano o qué? No entiendo nada —dijo Ethan al otro lado del teléfono

—Ethan, le pones todos los ingredientes en la licuadora y ya, no es tan difícil.

—Lo dices fácil porque tú lo cocinas siempre.

—Eres un desastre, ¿sabes? —sonreí

—Pero soy tu desastre —puedo asegurar que sonrió algo arrogante

—Ethan concéntrate.

—Esta bien comandante —canturreó

—¿Para qué quieres hacer esos pancakes? —pregunté mientras acomodaba algunos cojines

—Mi mamá me dijo que extrañaba tus pancakes y quería comerlos hoy en su cumpleaños.

—Me siento mal por no ir a su cumpleaños —sonreí algo triste

—Tranquila, ella ya sabe que estas en Los Ángeles y además lo entiende porque el año pasado estuviste en navidad con nosotros, así que eso lo compensa todo —explicó

—Aún así, me siento mal por no darle un regalo o algo.

—Tranquila yo... ¡AAAHH! —gritó

—¿Qué pasó? ¿Estás bien? ¿Ethan? —pregunté exaltada

—Sí todo bien, solo que me quemé con el sartén -se quejó —. Tonto sartén —murmuró

—Deja al pobre sartén —bromeé

—Dejando un lado mi pelea por el tonto sartén, ¿cómo estás?.

No le iba a contar sobre el mensaje, ni siquiera le había contado lo de él así que solo le dije que estaba bien y sobre algunas cosas que había pasado con Charlie y su novia.

—Me alegro que estés feliz allá —comentó suavemente

Siempre me ha encantado la voz de Ethan, su voz siempre era dulce y amigable. Siempre reía suavemente y siempre me calmaba demasiado.

—¿Qué tal tú? Solo han pasado dos días y no he sabido mucho —comenté divertida

—No hay mucho que decir, mi hermana se queja por sus clases de baile y pues yo... Te extraño cada segundo del día —suspiró

Sonreí de lado

—Pusiste el sartén en fuego lento, ¿verdad? —inquirí

—Sí —mintió

—¡Ethan!

—¡No lo sabía! perdón.

—¿Al menos revolviste todo en la licuadora?.

Titubeó

—Sí, claro que sí —mintió nuevamente

—Ethan eres muy malo para mentir, además nunca escuché que hayas batido algo —levanté una ceja

—Bien, ¿qué más tengo que añadir?

—Apaga el sartén primero y ya te digo.

Les expliqué la receta y la preparación por teléfono mientras me contaba algunas cosas sobre su trabajo de navidad en una tienda que estaba cerca de su casa.

—Bien me tengo que ir, ¿te llamo más tarde? —preguntó amablemente

—Bien, hablamos luego.

—Te quiero

—Y-yo... —tartamudeé —. Gracias, adiós —colgué

Exhalé pesadamente y lancé mi teléfono a la cama y me dirigí a la ventana a pensar.

Auge ✔(Aidan Y Tú) 2 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora