PRIMERA COSECHA

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Fue un sábado, borrachos, en el bar de Álex cuando se nos ocurrió la espléndida idea de cultivar y vender Marihuana. No sé si sería por las 7 copas de ron de más de Natalia pero al final acabamos yendo a un establecimiento de ventas de semillas y compramos una por cabeza, para empezar:
• Natalia compró la Critical Lemon de interior, una híbrida de Critical Mass x Citrical, de 80-100cm y de buena producción.
• Paula, la Cheese XXL auto, con gran producción de cogollos, de altura considerable con intenso y fuerte (pero dulce) olor y sabor.
• Álvaro cogió la BlackValley una 100% indica, de alta producción y muuuy relajante. El tío de la tienda nos dijo que provenía de las "fértiles cordilleras del Himalaya", y nosotros como buenos borrachos, nos lo creímos. También nos dijo que es de gran valor terapéutico de efecto instantáneo y de intensos aromas afganos. !¿A QUE COÑO HUELE UN AFGANO?!
• Y yo me acabé comprando la Jack 47 , una híbrida de Jack Herer x AK 47, muy productiva y de fuerte efecto, grandes y gordos cogollos. Dulce aroma alimonado...

Ahora viene el problema. ¿Dónde las plantamos? Ya está, ¡en nuestra sede, claro!
Acabamos yendo al día siguiente. Aquí nos sentimos como en casa, es nuestro sitio oficial. No es lo mismo fumar en casa o en la calle que aquí. Tenemos una especie de cocina-bar con nevera y fregadero para cuando hacemos comida o fiesta. Normalmente suele haber cerveza fría y dulces. También hay baño, un salón con cuatro sillones, un sofá, una tele pequeño de plasma, un par de estanterías , un armario y un par de sillas; dos pequeños dormitorios y un patio interior. Los cuatro nos tiramos por los sillones, encendemos la tele y Natalia coge un poco de María de un tarro de cristal que hay en la estantería. Se lía una L para ella y para Paula, asique Álvaro toma también un par de pequeños cogollos para él y para mí. Mientras fumamos, hablamos de cómo cojones lo vamos a hacer.
   - Y ahora qué. Álvaro, plato- llamo su atención.
   - ¡Pum!- levanta la mirada del móvil, tirado en el sillón.- Cabrón, no tienes nada.
   - Tú eres el que ha sembrado antes. Hazlo tú y nosotros nos encargamos de venderlo.
- Víctor, no. Si lo hacemos, lo hacemos bien- me interrumpe Paula.- Yo llevaré los gastos de todo: semillas, tiestos, luz, agua, tierra y todas las vergas que se necesiten. ¿No soy yo la que está pagando esto por ahora?- enfatiza en las dos últimas palabra.
Nos terminamos de fumar las 2 L en lo que Paula escribe todo en el iPhone antes de pasarlo a una agenda que lleva en la mochila decorada con pegatinas de Billie Ellish.



Ya han pasado tres meses. Tres eternos meses regando, cortando, pulverizando, gastando un dinero en los ventiladores, termostato, regadores automáticos, luces... todo esto para que crezcan más rápido para poder venderla lo antes posible. Solo espero que recuperemos ese dinero para pagar todo.
Estoy esperando a Paula a que termine de desayunar su tazón de leche para poder ir a clases. Al fin termina, agarra la mochila, nos montamos en mi coche y arranco. A Paula le llega un mensaje de Álvaro diciendo que ya están los primeros cogollos mientras mastica una barra de chocolate. Le llama.
   - Dime.- dice con la boca llena.
   - Pon el manos libres.- Paula vincula rápidamente su teléfono al coche.- No vayáis a clases, veniros para acá y las probamos.
Nos miramos a la cara y pensamos lo mismo:
   - No. Vamos en la hora del desayuno.
   - Vale.
Y cuelga.
No voy a perder horas de clases para poder fumar. Es que es inaceptable.

Las dos primeras horas se nos pasan rápido, y más cuando me siento en casi todas las clases con Paula. Cuando suena la sirena de cambio de clase, salimos a desayunar (aunque realmente nos vamos ya). Total, solo teníamos una hora y media de clase después... no íbamos a perdernos mucho más...
No vamos directamente, pasamos por el súpermercado a comprar bollos y batidos para desayunar. Aparco y llamamos para que nos abra Álvaro la puerta.
   - ¿Quién?
   - Amazon.- suelta Paula irónicamente.
Nos abre Natalia con entusiasmo, como si hubiera encontrado oro. No nos esperábamos que estuviera aquí. También se ha saltado las clases. Cruzamos el comedor y entramos en la segunda habitación, que es donde tenemos el centro de cultivo cannabico. Aquí está Álvaro, entusiasmado con las manos repletas de grande y gordos cogollos. Realmente, el que más tiempo lleva y el que más dedicación le da es él. Los demás nos lavamos las manos el día que se decidió todo. El acuerdo fue el siguiente: Álvaro cultiva la María y los demás la vendemos. Fácil. Así que él se lleva realmente el trabajo más duro, aunque el nuestro es el más peligroso.
Yo hacía que no veía las plantas semanas, con el tema exámenes, Paula y yo ni las hemos regado siquiera. Aunque no sea nuestro "trabajo", siempre intentamos echar una mano. El interior de la sede desprende un fuerte olor, pero agradable. Paula saca un cigarro para ella y otro para mí. Lo enciendo con el mechero comunitario de encima de la mesa. Salimos todos de la habitación, Álvaro con un cogollo para cada uno y nos lo da en el salón
En el centro de la mesa hay una cesta con nuestros grinder, mecheros, el mando de la TV, papelillos de liar, etc. Cada uno coge lo necesario para liarse el canuto. Critical Lemon... vamos allá. Una calada, fresca, enérgica, que inunda los pulmones y el salón con los humos de todos nosotros. Noto el pesar de los párpados, que se entrecierran a la par que se forma una leve sonrisa en mi cara. Me acomodo en el sillón. Álvaro se levanta del suyo y se recuesta en el sofá, con el cenicero de cristal en el pecho para sacudir más cenizas.
   - Esto está buenísimo.
   - Natufa vas ciega, ¿a que sí?- le pregunta Paula con los mismos ojos que ella. Natalia ríe.
   - Cállate y sigue fumando.






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