Prisionera de la Corona

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Creí que se trataba de una broma pero no es así. El anciano desenfunda su arma para dejarla en el suelo y patearla hacia nosotras, nadie se mueve, nadie emite sonido alguno, parece que tampoco respiramos.
Nos miramos unas a otras para tomar una breve decisión pero nadie puede decidir nada, ninguna quiere ser la asesina.

— Tienen diez segundos o todas mueren.

Se está divirtiendo, eso es seguro, le está dando un espectáculo a quien sea que está detrás del vidrio, porque hay alguien, se que lo hay, puedo sentirlo y no se como explicarlo.

Cinco, cuatro, tres...

Estaba a punto de correr para ir a agarrarla pero Sabann se adelantó, de todas nosotras fue a la que menos creí capaz de hacernos esto. Esto no puede estar pasando, tiene que ser irreal.

Nuestra amiga nos ve con ojos nublados por las lágrimas mientras nos apunta, recorre su vista por cada una para ver a cual le disparará primero, intento alejarme lentamente, correré si eso me llega a servir de algo pero no puedo hacer ningún movimiento brusco por ahora; podría derribarla en unos cuantos segundos, su postura no le favorece, aplicaría una técnica que me enseñó Leah para inmovilizarla y salvarnos a todas... podría...

Resee da dos pasos hacia ella, coloca su frente en la boca de la pistola pidiéndole a ruegos que jale del gatillo, antes de hacer cualquier cosa se dan un abrazo mientras ambas sollozan. El guardia se exaspera, suelta un bufido pesado pero no dice nada, solo las deja seguir en lo suyo sin rechistar. No creo que Sabann sea capaz de tanto, ella no es así, de seguro todo esto se trata de un plan, supongo que está distrayendo al guardia para darnos tiempo... ¿no?

Piensa, piensa. No quiero morir aún, soy muy joven para hacerlo y tengo la esperanza de salir de aquí algún día, aunque eso suena como un sueño puede ser una realidad; mi concentración está más fija en lo qué hay frente a mi, no puedo pensar con claridad en lo que puedo hacer para salvarme, mi futuro está en manos de Sabann.

Abro mis ojos más de lo que creí hacerlo nunca por la sorpresa, de mi boca sale un gemido ahogado cuando Sabann se lleva la pistola a la cabeza.

— Las amo a todas, chicas.

Posteriormente cierra sus ojos con fuerza, aprieta la mandíbula y jala del gatillo, nadie la detuvo a tiempo; Resee emitió un grito al escuchar el sonido y todas respingamos al mismo tiempo, la bala atravesó por completo su cráneo, Sabann yace en el suelo, todo se mancha con su sangre carmesí. Puedo divisar una sonrisa de diversión en el guardia, daría lo que fuera por arrancársela del rostro.

Esto aún no ha terminado, evidentemente; todas se lanzan como fieras hacia el cadaver de Sabann para recoger el arma, sin incluirme, pues prefiero que ellas me maten a hacerles daño, si iba a agarrar el arma hace unos minutos era para aventársela al guardia en la cara.
Me alejo de todas ellas, mi espalda choca con la fría pared de metal, todas se han vuelto completamente locas.
La escena ante mis ojos me causa escalofríos, se llenan de sangre muy rápido por todo el cuerpo, pelean en el suelo como animales salvajes revolcándose sobre los restos de una persona; cuatro chicas se pelean entre sí por un arma que decidirá su futuro y yo no pienso quedarme de brazos cruzados.

Agarro vuelo y me abalanzo sobre Rose y Coral para apartarlas de las garras de la pelinegra quien esta por ganar la batalla, en un movimiento brusco el arma se dispara sola, el sonido del cañonazo retumba por todas partes, las luces de apagan un segundo, cuando se vuelven a encender podemos ver la escena más terrorífica de mi vida.

Amely está empapada de sangre con toda su ropa pegada al cuerpo, sus ojos parecen estar ensombrecidos, sus mejillas se ven más hundidas que de costumbre y su cabello profundamente negro le cubre una parte del rostro, la tenue luz parpadeante le da un aspecto macabro, nos sonríe victoriosa, por un momento parece ser más grande que nosotras, más fuerte, más poderosa. Desprende en ella algo similar a la furia contenida hacia nosotras. No permitiré que les haga daño a mis amigas.