Era una locura lo supe en el mismo instante en que dejé que me besara. Estamos en la oficina, un lugar sagrado para él, yo lo sabía, las murmuraciones me lo habían confirmado.
Una de sus manos se posó en mi trasero, mientras su boca parecía querer arrancar mis labios, mis sentidos y mi poca fuerza de voluntad. Ya sabía que esas noches de clases de pronunciación llevarían a ese punto. No me quejaba el tipo sabía besar, y encender ¿En serio el pagaba por sexo?
Yo le daría noches locas y gratis...
Solté un jadeo al sentir sus dedos pellizcar mi pezón y este se puso duro ante su contacto. Lo escuché sonreír ante ese acto involuntario de mi cuerpo e intenté recuperar el control de mi cordura.
—Kurn ... —dije entre jadeos— debemos parar — y otra vez esa sonrisa.
—Ya no Dilcia, le dije al empezar que esto era un camino sin retorno. —su voz sonó ronca y varonil, tanto que me erice completamente.
No supe en que momento había ocurrido, pero me encontraba desnuda sentada en su escritorio, que previamente él había limpiado con un solo movimiento de sus manos. Soltó su cinturón con una mano y sin dejar de mirarme, mientras que con la otra acariciaba mi intimidad. Hasta que sentí su miembro dentro de mí y luego una de sus manos frías en mi brazo llamándome ...
—¡Jesús! — dije saltando de mi silla.
Las manos en mi brazo si eran las suyas, pero sacudiéndome porque me había quedado dormida en mi escritorio y en esos momentos me miraba con una de sus cejas oscuras levantadas y divertidas.
—¿Se encuentra bien? —me preguntó vigilante a mi comportamiento — ¿Tiene calor?
—Si ... Digo No — ¡Estúpida! Me dije al ver su rostro confundirse y luego divertido ante mis contradicciones.
Hizo aquello que no quería, se acomodó en mi escritorio y apoyó una de sus piernas en la otra. Esas que se flexionaron en el proceso y me mostró sus torneadas y musculosas piernas y joder que tenías unas...
—No te vez bien —su voz me hizo alzar la vista y tomó mis manos. —ven, se lo que necesitas.
Lo dudo, pensé mientras me dejaba conducir hacia su oficina. Me solté de sus manos pues el recuerdo de ese sueño estaba vivo en mí y lo que sentí también. Mi respiración era agitaba y aunque no veía mi rostro, supe que estaba colorada de la cabeza a los pies.
¿Cuánto tiempo llevaba sin sexo?
Dos o tres años, quizás porque mi relación con Anrow en los últimos meses fue trágica y sólo hubo golpes mutuos. No supe porque me quiso ayudar para salir del país, cuando siempre dijo quererme muerta. Kurn subió la intensidad del aire y luego me hizo sentar.
Se supone que era experto en mujeres y que él supiera lo que tenía o lo sospechara me avergonzaba. Pero su comportamiento no era sospechoso, bastante prudente y en silencio me sirvió un trago que luego me entregó.
— ¿Y bien? —me preguntó.
Se apoyó en su escritorio haciendo el mismo movimiento. Esta vez, cruzado de brazos, si sus piernas era un tormento, sus pechos y bíceps eran de locura. Me bebí el trago sin respirar mirando en otra dirección que no fuera en la perfección que tenía ante mí.
—Es fuerte...
—Pero efectivo, se lo aseguro —respondió y sin verlo, pude notar que se divertía — No me dirá ¿Quién era el protagonista de ese sueño?
Alce la vista espantada y me miraba divertido, mientras recordaba que en el sueño había jadeado su nombre. Desconocía si hablaba dormida y daría mi alma al diablo en esos instantes para que él no me hubiera escuchado.
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Un Millonario en Jaque
RomanceA sus 40 años, Kurn Tomasevic, ha tenido todo cuando ha querido, exitoso, despiadado y mujeriego. Con un maletín lleno de dinero que lleva a todos lados ostenta el récord de comprar a la mujer que desee. No confía en nadie más que en sí mismo menos...