Desde que se había ido, hace más treinta días no había sabido de Kurn, solo me entere por Deán que tenía problemas para llegar a un acuerdo con los líderes locales. El comportamiento de los compañeros de trabajo era el mismo, seguían mirándome extraño, por fortuna, tenía bastante trabajo pendiente y eso me mantenía alejada de ellos.
Había tomado la decisión ese jueves en la mañana, de asistir a los entrenamientos de mi hijo y hablar con el entrenador. Él quería jugar y decia que no le gustaba estar en banca, con el entrenador y menos recoger “Tontas bolas”. Me hice una coleta, y vestida en camiseta, vaqueros y tenis, fui con mi hijo a la práctica de ese día.
Dar con el entrenador no fue difícil, un tipo con calvicie prematura, alto y de cabello con mechones rubios y rojizos recibía a los chicos. Tras presentarme, me dijo que me sentara a un lado, con los demás padres.
—Me gustaría hablar unas palabras con usted— hablé antes de sentarme y me miró de arriba abajo unos instantes.
—¿De Londres verdad? —preguntó.
—Si. —asintió y miró a mi hijo quien se acercaba al grupo de chicos y pude ver, que había niños más pequeños que él.
Conocer eso desvirtuaba el hecho que, era muy pequeño para hacer deporte e incluso había uno con lentes tal cual, a mi hijo, lo único que quizás había diferente en mi pequeño era en su cabellera rubia.
—No me lo tome a mal, es un buen niño—se excusó—pero es nuevo y le cuesta adaptarse.
—Le dijo que no era bueno —le reclamé —que lo suyo eran los libros, quizás en este no sea el mejor, pero hablaré con la escuela, debe existir otro deporte que Enrico pueda practicar y sin problemas…
—El niño malinterpreto lo que dije —se excusó —le dije que debía estudiar las reglas del juego, las desconoce todas — negué, mi hijo sabía expresarse y no era por presumir, pero era muy mayor para su edad.
—Si ese era el caso, la niñera pasa por él todos los sábados debió enviar una nota o decirle a Olivia personalmente…
—Tiene usted razón y no se preocupe, yo mismo me encargaré que su hijo mejoré, dentro de unos días estará listo. Le daré algunas clases especiales el que quiera hacer deporte es una buena señal que hay que aprovechar —agradecí y solo entonces ocupe mi lugar.
Nada de lo que mi hijo decía que era obligado a hacer, se dio esa mañana, no supe si era mi presencia que había cambiado las cosas o si el niño solo quería que yo fuera a verlo. Había solicitado una hora de mi tiempo libre y una vez terminó la práctica, el rostro alegre y mejillas de un color carmesí de mi hijo corrió hacia mí.
—¿Me viste? —gritó alegre y me puse de rodillas ante él. —¿Qué tal lo hice?
—Muy bien, el entrenador me prometió que podrías jugar en unos días—eso pareció alegrarle y se lanzó sobre mí feliz.
—Gracias mami, eres de buena suerte creo que deberías venir siempre —le tomé de las mejillas y le besé.
Quizás el solo quería que yo le viera jugar y por eso decía que el entrenador le hacía hacer cosas que no tenían nada que ver. Lo dejé con Olivia y miré la hora, llevaba el tiempo justo para cambiarme e ir a mi trabajo.
—Te portas bien y no hagas enojar a Olivia o no te dará tarta — le recordé.
Salí a la calle y pedí un taxi llevaba mi uniforme en una bolsa, mientras, luego de dar la dirección y de instalarme detrás. Me dispuse a responder unos correos desde la laptop, ante la curiosa mirada del taxista.
—Llegamos —me dijo y alcé la vista —hace más de cinco minutos, estaba usted muy concentrada y no quise molestarla.
¿Asi que por eso me miraba? Hay días en que era demasiado tonta y hoy era uno de ellos, cerré la laptop pague y tras guardarlo baje a toda prisa. Y como no, mi aspecto llamaba la atención, en tenis, camiseta, y vaquero, si Kurn me viera en ese instante me despediría por mi falta de glamour.
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Un Millonario en Jaque
RomanceA sus 40 años, Kurn Tomasevic, ha tenido todo cuando ha querido, exitoso, despiadado y mujeriego. Con un maletín lleno de dinero que lleva a todos lados ostenta el récord de comprar a la mujer que desee. No confía en nadie más que en sí mismo menos...