Capítulo 10

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—Tengo algo muy importante que hablar contigo —le decia a mi hijo esa mañana y mientras le vestía para ir al colegio.

Me miró expectante, aun no le había dicho de mi matrimonio y menos que mi jefe podría convertirse en su padre. Si bien, Enrico era un niño calmado, tenía muy presente quien era su padre, aunque no lo recordaba mucho.

—Kurn se irá en unos meses —empecé a decirle y vi su rostro entristecerse.

—¿No volverá? —preguntó y negué —¿No puede llevarnos? —quiso saber y sonreí. —él me dijo que no se iría sin mí.

—Quiere llevarnos, —respondí, ignorando lo que acaba de escuchar —pero no es solo mi decisión, somos tu y yo, sino quieres no habrá problema, nos quedaremos acá.

—Si —respondió rápidamente —si quiero mami. —acaricié su mejilla, y lo vi abotonar su camisa.

Sus ojos azules se iluminaron alegres, mientras parloteaba que viviría con el señor Kurn. Pero aún existía otro terreno que cruzar, el de la adopción.

—¿Lo quieres mucho? —pregunté.

—Sí, me enseña futbol y va me dijo que iría a verme jugar —no sabía cuándo habían hablado, pero me sentí aliviada que él hubiera tocado ese terreno.

—¿Cuándo te dijo eso?

—Cuando fuimos a jugar a policías y ladrones al parque, también me preguntó si quería ser su hijo y si … —hizo una pausa y sus ojos se apretaron un poco, clara señal que intentaba recordar— que si me daba la mano tuya para casarse contigo…. Le dije que era tonto, no podía casarse solo con tu mano y se río.

Negué divertida mientras terminaba de acomodar su camisa, el empezaba a dar señales de querer ser independiente, ya no quería que le ayudara a vestirse y se negaba a que lo viera desnudo. Pensé que era lo sucedido con el entrenador, pero la psicóloga y Deán me dijeron que no había nada de qué preocuparse.

De ese miserable, no sabía nada, solo que había enviado la carta de despido, alegando problemas personales. Desde entonces y según Olivia nadie sabía de él, todos aseguraban que quizás se había devuelto a Minnesota, lugar donde vivía su exesposa y dos de sus hijos.

—¿Qué le respondiste?

—Que si —respondió caminando hacia la salida de su cuarto —asi ya no estarás sola y no lloraras en las noches.

 —No estoy sola, te tengo a ti —le dije tomando sus manos, para bajar por las escaleras.

—El señor Kurn, dijo que no es lo mismo, un hijo que un esposo —entrecerré los ojos al darme cuenta que ellos, habían hablado mucho. —y me dijo prometió que te haría feliz.

Mientras yo no daba una decisión sin compartirla con mi hijo, este hacia planes por mí y hasta daba mi mano en matrimonio. Me gustaba que él tuviera en cuenta a mi hijo para ello, pero también quería decir que estaba manipulando las cosas a su favor. Lo dejé en manos de Olivia y entré al taxi que ya me esperaba y que me llevaría a mi trabajo.

No contaba con auto propio, pues no tenía sentido comprar algo que dejaría allí y que no usaría más que dos meses, aun no sabía que haría con la casa, si pedía el dinero que había dado hasta el momento como pago o si seguiría pagando. Esto último llamaba más la atención, aun no estaba nada segura y mi promesa era ya no depender de ningún hombre, que no fuera mi hijo.

Como era de esperarse el supuesto compromiso corrió como pólvora, para algunos, era sólo la confirmación de lo obvio, mi jefe llego conmigo y las medidas sobre mi protección y la de Enrico lo confirmaron, otros les tomó por sorpresa, pero ninguna de los dos bandos hizo comentario alguno. Llevábamos supuestamente comprometidos, un mes y al llegar a la oficina, me enteré que fui despedida.

Un Millonario en JaqueDonde viven las historias. Descúbrelo ahora