Capítulo 11

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Caminaba lento por los pasillos de la mansión, a unos pasos detrás de mí Deán permanecía alerta, no me fiaba de ese sitio y el recordatorio de lo que en ese lugar le sucedió a mi madre, lo hacía más odiado por mí.

—El señor Akram lo espera —dijo una chiquilla de unos 17 años haciéndose a un lado y abriendo una puerta.

Antes de entrar la miré unos instantes y le vi las marcas de dedos en su cuello, alargué las manos hacia ese lugar y sentí su respiración cortarse. El miedo se reflejó en sus ojos oscuros y no pude evitar que mis recuerdos volvieran a Maissa Kaya.

—¿Qué te sucedió allí? —pregunté.

Pero sabía que no me respondería, bajó su rostro y dio algunos pasos para luego girar y perderse en alguno de esos pasillos, ese maldito no había perdido el vicio.

—¿Quiere que vaya con ella? — me preguntó Deán.

—No, yo busco información de la propia fuente, no te alejes —ordené y vi a unos pasos a dos hombres de Akram.

Jamás había pisado ese lugar y tampoco conocia al hombre que había violado y luego tirado a la calle a mi madre, eso sí, me encargué cuando tuve la oportunidad y los medios de arruinar cada uno de sus negocios y algunos amigos me ayudaron a ello. Se podría decir que la inminente ruina de Akram Şahin, era gracias a mí, solo que para mí no era suficiente con eso.

Lo quería muerto, igual a como mi madre quería estar esa mañana en ese restaurante, ese era el lugar que él se merecía, de esa manera sabía que no dañaría a nadie más. Entré a la lujosa oficina y lo vi con una copa en su mano, observando por la ventana hacia la calle. Lo que inicialmente vi, fue un hombre que quizás de joven fue alto, pero hoy a sus 72 estaba lucía un poco encorvado y su cabello estaba ya grisáceo producto de las canas.

—Al fin conoceré a mi enemigo, confieso que jamás pensé que este día llegaría tan rápido…

—¿Tu ruina? No, imagino que no—interrumpí.

Di algunos pasos al interior, mientras lo vi girar hacia mí, en ese instante y al ver la similitud entre él y yo, supe que odiaría mi imagen en el espejo. Se sorprendió un poco al mirarme y escudriñarme con la mirada. Por muchos años, sentí temor a parecerme físicamente a él o que mi forma de usar a las mujeres era un gen maldito que había heredado de los Şahin.

Hoy día esos dos temores cobraron fuerza, pero aun podía hacer algo por lo segundo y tenía una buena mujer que podría ayudarme con ello. Quizás no hubiera amor de parte y parte, pero si la química suficiente para hacer de nuestro matrimonio algo real y duradero.

—Andre no puede entregarte esas tierras y tampoco puede pagar —habló y guardé silencio —¿Por qué haces esto?

—Creí que era obvio. —le respondí. —los hombres como tú no merecen vivir.

—¿Cómo yo o como nosotros? —corrigió —por lo que he escuchado de ti es que  eres casi que parecido a mi…

Sonreí y metí una mano en mi bolsillo, de donde saqué una pulsera que él debía reconocer, fue el único dinero que le dio a mi madre esa noche en que la sacó a la calle y que ella se negó a vender a un con todas las necesidades que vivió. Mamá tenía la idea fija, que en algún momento estaría frente a él y le vería arrastrarse ante ella, pero yo no estaba dispuesto a que la humillara una tercera vez, así que hoy seria yo, quien me encargara de eso, por ella.

—Yo no buscó niñas inocentes, no las maltrato o mancillo su honor… de hecho, se van muy satisfechas, algo que dudo tu sepas … “satisfacer” —murmuré. — y menos dar dinero…

Un Millonario en JaqueDonde viven las historias. Descúbrelo ahora