Be Mine ll Tony López y tú

18

Me daba una gran tranquilidad escucharlo decir esas palabras,lo que no me tenía calmada era el hecho de que mi novio estaba arriba.

Por última vez respiré de su aroma y corrí de ahí, su cara de confusión me hizo pensar que tal vez debía haber respondido con algo así como un "te amo tanto que no me importa lo demás" pero claramente me importaba otra cosa. Chris.

No podía dejar que mis sentimientos me traicionaran, estaba consciente de que era una tonta por haber engañado a Chris y por no haber aclarado las cosas con Tony.

Justo ahora pasa por mí mente cuando la abuela me dice "tú y tus enredaderas"

Ahora a mis espaldas Chris está durmiendo como un bebé y yo estoy hecha lío por lo que siento.

La mañana siguiente fue bastante incómoda, a decir verdad no me esperaba que esto pasara.

Chris despertó y tomó su pastilla. Mientras yo estaba deseando que Tony no estuviera despierto. Minutos después salimos lo más rápido que pudimos pero él estaba en la puerta principal.

—Buenos días —saludó Chris.

Tony simplemente levantó una ceja y volvió a lo suyo.

—Bien, será mejor irnos— sonreí nerviosa. Él me miraba pero no decía ni una palabra.—Gracias — tal vez algún día y solo un día dejaré de hablar tanto. Esperemos que llegue pronto.—Lo veré en la oficina.

Para de hablar estúpidaaaaa.

—Bien— fue todo lo que salió de sus lindos labios.

Parecía que fuera una competencia de ver quien caminaba más rápido. Tal vez Chris sintió la misma incomodidad que yo. ¿Cómo lo sé?

Al salir de la mansión ambos suspiramos aliviados.

Cuando llegué a casa me encontré con mi abuela.

—Tenemos que hablar — su tono fue bastante serio.

—Dime — me senté junto a ella, en un primer momento imaginé que hablaría sobre mi relación o del porque llegaba tarde.

—Yo tal vez vaya a México, Estados Unidos no es mi lugar y tú lo sabes. Disfruto estar contigo pero debo irme.

—Pero... ¿Por qué? ¿Hay alguna razón aparte de que no te sientes cómoda? — su silencio me preocupaba.

—Tengo que visitar a mi doctor. Hace unos meses me enfermé del corazón. — mis ojos se inundaban en pequeñas lágrimas.

—¿Por qué no mencionaste nada?

—Porque ya era suficiente con lo de tus padres y tu hermano. No quería preocuparte.

—Pero lo estoy— las lágrimas corrían por mis mejillas.

—No tienes porque estarlo, estoy bien. Concéntrate en tu trabajo, haz amigos.

—No quiero que te vayas — la abracé y correspondió

—Tengo que irme— cerré mis ojos

—Llévame contigo. Consigo trabajo allá, no te dejaré sola.

—Quédate aquí, te necesita tu jefe y tu novio también. — me sonrió

—Ellos no me importan.

—Insisto en que te quedes aquí, por favor.

Yo asentí. Limpié mi cara y me acosté en sus piernas

—¿Cuando te irás?

—Mañana, ya tengo todo listo.

—Bien, solo llamame cuando llegues y hablame todos los días. Por favor.