—¿Estás listo? —le pregunta el oficial y Enrico asiente. —pueden entrar los dos si quieren. —me dice a mi esposa y a mí..
Ya le he contado quien es la psicóloga, pero no me hizo drama. Quizás por el hecho de estar casada y a pesar que nuestro divorcio fue complicado. Ambos nos tolerábamos, le aclaré que Belma, era lo bastante astuta y profesional para separar la vida privada de la laboral.
Entramos en silencio, Enrico había hablado con Belma unas cinco veces. No las suficientes para que la policía nos creyera del todo, pero si para que él niño se soltara y dijera todo lo que recordara. Belma se levanta al vernos entrar, ya le he presentado a Dilcia. El trato era cordial, pues mi esposa aun la miraba con recelo.
—Usted estará más cómoda aquí señora Tomasevic —le dice a Dilcia y le señala la silla del escritorio.
Sé que la mención de mi apellido es para calmarla y le agradezco, con una leve inclinación de cabeza. Me quiero y la quiero a ella lo suficiente para instalarme de su lado, de otra manera dormiría por fuera de la habitación. El pequeño sabe dónde debe sentarse, y que hacer, Belma lo ha instruido en ese sentido. Le ha dicho quién es, conoce a sus hijos, a su esposo y hasta a sus mascotas (tres gatos). Entiendo entonces que el acto con el perro le ha causado cierto temor y que por eso prefiere a los gatos.
—Si no les importa las preguntas las haré yo —nos dice el oficial y por un momento mi cuerpo se tensa.
—Prefería que fuera la psicóloga —habla mi esposa y el agente niega.
—Soy un profesional, y no estoy interesado en nada más que en el secuestro —nos dice y sé que el que el niño tenga psicólogo a él le ha dejado dudas. —lo que sea que le haya sucedido antes, espero que pagaran los culpables, por el momento hay muchas cosas que aclarar. — miró a Belma y esta mira a Enrico.
—¿Te molesta si el oficial te hace unas preguntas? —le dice y mi hijo niega —estaré aquí y tus papás también, si te sientes incomodo paramos ¿Ok?
—Ok —responde serio.
—¿Cómo te llamas pequeño? —le pregunta el oficial sentándose frente a él y Enrico inclina su cuerpo hacia atrás.
—Enrico Tomasevic Spencer — le responde, pero con algo de recelo en su voz y en sus movimientos.
—¿Qué edad tienes Enrico?
A medida que pregunta el hombre sigue inclinándose hacia él y no sé si es de manera inconsciente, pero está causando estrés en el niño.
—Ocho. —nos mira a ambos y asiento para darle valor —mañana cumplo nueve. —sigue diciendo.
—Bien— el oficial anota algo y lo mira fijamente, Enrico luce incómodo. Sé que es la presencia del hombre cerca de él. —¿Quieres que siga en inglés? Estarás más cómodo.
—Me da igual —responde encogiéndose de hombros, pero guardando la distancia.
La verdad, es tan bueno con los idiomas como su madre, bastante listo, inteligente y con una resistencia para afrontar los problemas innata. El oficial asiente y al ver que Enrico hace distancia mira a Belma.
—Creo que tienen razón y es mejor si usted lo hace...
En ese instante, noto que es mejor si es la misma autoridad, no habrá dudas y en caso de un juicio será el hombre quien declare y no Belma. No quiero meterla en problemas, solo por hacernos un favor, decido intervenir.
—Puede seguir — le dije —solo mantenga la distancia y no haga contacto físico con mi hijo — le advierto al ver su mano y casi todo su cuerpo bastante cerca a sus rodillas.
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Un Millonario en Jaque
RomanceA sus 40 años, Kurn Tomasevic, ha tenido todo cuando ha querido, exitoso, despiadado y mujeriego. Con un maletín lleno de dinero que lleva a todos lados ostenta el récord de comprar a la mujer que desee. No confía en nadie más que en sí mismo menos...